VIERNES 26 DE MAYO DE 2000

* En trabajos precarios, un millón 200 mil: subsecretario Saúl Escobar


Un millón 600 mil personas dependen del comercio informal

* Mujeres y niños, en condiciones de mayor desventaja e inequidad, expuso el funcionario

Laura Gómez Flores * En la ciudad de México, alrededor de un millón 600 mil personas han encontrado en la economía informal un refugio o principal sostenimiento para sus familias, así como en el empleo precario, donde se desenvuelven un millón 200 mil, quienes carecen de los mínimos de protección y prestaciones sociales.

A ellos se suman 15 mil menores, que ante las carencias económicas o la falta de oportunidades educativas se incorporan al mercado laboral. A la fecha, cerca de cinco mil son empacadores, 7 mil 500 realizan diversas labores en mercados, talleres, comercios, restaurantes y microempresas, y unos dos mil 500 están en la industria de la construcción.

Sin embargo, 60 por ciento de ellos laboran sin ninguna protección legal y en condiciones muy precarias, como es el recibir menos de un salario mínimo, o hasta dos salarios, a cambio de laborar 48 horas a la semana, además de la falta de estabilidad en el empleo, informó el subsecretario del Trabajo capitalino, Saúl Escobar Toledo.

Una situación similar enfrentan las mujeres, pese a representar poco más de la mitad de la población en el Distrito Federal, pues 69.9 por ciento no tienen instrucción, por lo que sólo 34.2 están ocupadas, pero de ellas casi la mitad recibe ingresos inferiores a un salario mínimo y únicamente 15.3 por ciento percibe más de diez salarios mínimos.

De la población que realiza labores domésticas, el género femenino representa 97.6 por ciento, y apenas 13.3 por ciento se convierten en empleadoras de otros trabajadores.

Explicó que, de acuerdo con un estudio del Fideicomiso de Estudios sobre la Ciudad de México, con datos del INEGI y la Subsecretaría del Trabajo, 41.8 por ciento de los casi cuatro millones de habitantes de la población económicamente activa están ocupados en la economía informal, y 31.5 por ciento laboran en condiciones de precariedad.

El primer segmento estaría formado básicamente por empleadores o trabajadores de microempresas que no establecen un contrato formal y tampoco reconocen los mandatos legales en materia laboral y seguridad social, así como los trabajadores por cuenta propia en actividades sin registro, lo cual no los exenta de contar con un empleo remunerado.

Mientras, el trabajo en condiciones precarias es el que se desempeña sin recibir ingresos, o percibiendo menos de un salario mínimo, u obteniendo hasta dos salarios pero trabajando más de 48 horas a la semana, además de la falta de estabilidad y la ausencia de cumplimiento de las normas laborales, destacó.

Por ello, una de las estrategias básicas de la política laboral es combatir la simulación en el cumplimiento de la normatividad por parte de algunas empresas formales que hacen uso de contratos de protección y sindicatos fantasmas, para cumplir en apariencia; se estima que cinco mil establecimientos se encuentran en esa situación.

Durante su intervención en el foro Economía de México, mencionó que hoy se tiene menos de la mitad de trabajadores industriales que hace 20 años. No obstante, la tasa de desempleo abierto empezó a revertirse, luego de mantenerse por encima de la general desde 1995, y existe una concentración del empleo en el sector servicios, con 45 por ciento.

Además, se generó un estancamiento, con una leve tendencia a la baja, de las ramas del comercio y el turismo, con 20 por ciento de los empleos; una disminución relativa en la micro y pequeña empresas, pero una mayor importancia de las unidades de gran tamaño, y se tiene una estructura salarial desequilibrada.

En estos momentos, alrededor de la mitad de la población ocupada obtiene dos salarios mínimos o menos, en una ciudad donde la canasta de consumo familiar equivale a más de cinco salarios, a lo que se suma una población trabajadora con bajos niveles educativos y pocas oportunidades de capacitación.

Así, la caída del ingreso de las familias, motivada por el descenso de los salarios reales y la falta de oportunidades de empleos bien remunerados, ha provocado una mayor incorporación de las mujeres y los niños al mercado laboral, en condiciones de desventaja e inequidad, puntualizó el funcionario.