VIERNES 26 DE MAYO DE 2000
Fox se tropezó con las cubetas
* Jaime Martínez Veloz *
Vicente Fox demostró ser un estuche de monerías. El martes pasado logró un hecho sin precedentes: unificó a Cárdenas, Labastida, Joaquín Vargas, Azcárraga Jean, López Dóriga, directivos, reporteros, locutores, ministros religiosos y aun curiosos, en su contra. En épocas de crisis no es fácil lograr una unificación de tal magnitud, lo cual es un hecho digno de reconocimiento y admiración. Lo que no lograron Labastida ni Cárdenas juntos lo consiguió en poco tiempo el panista. Fox descubrió a Fox. El candidato de la transición, la tolerancia, la inclusión y el cambio resultó todo lo contrario. No cambio su postura, evidenció su intolerancia, demostró su autoritarismo, su chabacanería y la lentitud frente a un Cárdenas ágil de mente y de respuestas, tolerante y hasta paternal ante un candidato inseguro que parecía niño berrinchudo. También sagaz, Labastida fue fiel a la moda en economía: dejó hacer, dejó pasar.
El martes 23 de mayo, en la casa política de Cárdenas, Fox reveló nuevamente la actitud propia de dictador bananero. Llegó partiendo plaza, pero para su desgracia, como en el box, sus excesos terminaron llevándolo contra las cuerdas. Unicamente bastó soltarle un poquito el mecate para que él solo se enredara.
Para torpedear las negociaciones tendientes a diferir al viernes un debate presidencial serio, su aferrada negativa se basó en un pretexto absurdo: "que el debate sea hoy". Con esa lúcida explicación, sin escuchar razones técnicas y mucho menos argumentos, se montó en su macho y fue imposible bajarlo de ahí.
Ante el asombro de millones de mexicanos, desconcertados ante este predebate, quedó claro que las bravatas y habladas tan efectivas en la publicidad, se desinflan cuando se trata de discutir con seriedad. El candidato del PAN, producto de la mercadotecnia, abre la boca sólo con permiso de sus "asesores". Con su respuesta invariable: "el debate debe ser hoy", terminó debatiendo con él mismo y aun así perdió.
Si los pormenores de una discusión pública, trascendente para los electores mexicanos, los asume con tanta ligereza, qué podemos esperar cuando se traten los problemas nacionales: la defensa de la soberanía, el combate a la pobreza, la inseguridad pública, nuestra posición en el ámbito internacional, los obstáculos al desarrollo regional y tantos otros temas.
ƑDisplicencia? ƑObstinación? ƑDesplantes sin argumentos para demostrar que tiene la razón? Fox debe entender que dirigir un país es distinto a vender refrescos, aun cuando ni él ni sus asesores parecen entenderlo.
Luego de admitir que la regó, ahora resulta que siempre sí irá al debate que rechazó absolutamente el martes. ƑCómo es posible la emergencia de un fenómeno de esta naturaleza? A la manera de Frankenstein, Ƒquién contribuyó a inflar este globo? El antipriísmo emocional se fue con la finta de Fox, alimentado por la derecha populista. Sin embargo, debemos admitir los errores estratégicos propios. Recordemos cómo en el sexenio anterior una iniciativa presidencial abrió las puertas a la ambición del guanajuatense. Así, como abyecta muestra de los viejos usos y costumbres del sistema, los priístas aceptamos sin chistar la reforma del artículo 82 constitucional.
Asimismo, con respecto a los acuerdos de San Andrés Larráinzar, esta viciada práctica priísta de sumisión al poder ha ocultado la realidad y nos ha ocasionado un altísimo costo y desprestigio. Es el PAN la verdadera fuerza política opuesta a la autonomía indígena. Hábil como es, la extrema derecha carga al PRI toda la responsabilidad por el conflicto en Chiapas. Cumplir los acuerdos de San Andrés es un compromiso ineludible del PRI y una necesidad en la perspectiva de la construcción de una nación más justa y democrática.
Si bien es cierto que Fox solito termina tropezándose con las cubetas, nos salpica a todos. Aun cuando está cayendo víctima de sus propias torpezas y que la kriptonita del panista es él mismo, el PRI no puede esperar cruzado de brazos a que el globo termine de desinflarse. Es hora de replantearnos como instituto la relación con la izquierda de este país, la cual tiene más coincidencias con nosotros que con la reacción embozada que mueve a Fox.
Hemos de seguir insistiendo en tender puentes con la izquierda, de cuyas fuentes se nutren proyectos y estrategias benéficos a la nación. El ascenso a Fox, más que cambio, es retroceso, regresión. Si contribuimos de algún modo a echar a andar este Golem azul, ahora es nuestro deber tomar más en serio las consecuencias y no esperar que esta burbuja se reviente sola. *