DOMINGO 28 DE MAYO DE 2000

MAR DE HISTORIAS

La muerte de Virgilio

* Cristina Pacheco *

-Emigdio está muy mal. No sé qué hacer. Aconséjeme, Tía.

-Lo primero es que te calmes. Así como estás, lo único que vas a conseguir es que te vuelvan las jaquecas.

-ƑPor qué me darán tan fuerte?

-Ya te lo dije, Feli: tu padre golpeó mucho a mi hermana cuando ibas a nacer. ƑQué tiene Emigdio?

-No come, no descansa. Se pasa la noche rezándole al ánima del abuelo.

-Es natural. Don Virgilio tiene apenas 12 días de muerto y Emigdio lo adoraba.

-ƑCree que por no dormir una persona pueda volverse loca?

-Según sean los motivos del desvelo. En el caso de Emigdio es el dolor de la pérdida, la tristeza. Ya se le pasará.

-No lo creo. Si lo hubiera oído anoche... Con decirle que él mismo me dijo: ''Llama a la Tía. Necesito que me ayude a sacarme la sombra que me está asfixiando''.

-Sombra puede ser culpa.

-Emigdio cree que él mató al abuelo Virgilio.

-ƑCómo te lo dijo? Procura acordarte bien para que yo pueda sacarle la sombra a tu hermano antes que... Deja de llorar y repíteme todo lo que Emigdio habló anoche.

-La cosa no es de ayer. Desde que terminamos la novena ha estado con lo mismo.

-ƑY por qué no me informaste?

-No quiero que nadie piense que está loco o algo así.

-ƑNo será que volvió a tomar y me lo estás ocultando?

-No. A usté nunca le miento. Ya sabe que si Emigdio dejó de beber es gracias al abuelo. Me acuerdo que un día que aquel armó una trifulca le dijo: ''Me sales con que estás muy desesperado porque no tienes trabajo y que debido a eso te emborrachas. Muy bien. Ya no te preocupes, ya encontraste ocupación y bien pagada. Te voy a dar 200 pesos a la semana a cambio de que me leas todos los recortes que tengo en mis cajas y que expliques lo que dicen''.

-ƑPara qué habrá guardado don Virgilio tantos papeles? El pobre nunca fue a la escuela, no aprendió a leer.

-Quién sabe.

-Por cierto, Feli: Ƒqué harás con todas las cajas?

-Quemarlas. Es lo que quiere Emigdio y yo estoy de acuerdo.

-Antes deben revisarlas. Muchas siguen cerradas. Podrían tener algo valioso.

-Se lo dije a mi hermano pero no se atreve ni a tocarlas. Con decirle que apenas las ve se pone a maldecir el momento en que aceptó trabajar para mi abuelo. Dice que de no haber sido por el afán de ganarse los 200 pesos, y más que nada de darle gusto al abuelo, nuestro viejito seguiría con vida.

-Eso nadie puede saberlo, más que Dios.

-Hable con él, Tía. Sáquele la sombra, por lo que más quiera.

-Lo haré, si puedo, pero tienes que ayudarme.

-ƑCómo?

-Primero, calmándote; después contándome todo lo que te platicó anoche. Nomás habla bien y sin llorar para que pueda entenderte.

II

-Mi hermano se pasó toda la tarde sentado frente a la silla de mi abuelo Virgilio. No la he movido: sigue junto a la ventana. Aunque el viejito casi ni veía, le gustaba mirar para la calle. De allí la broma de Emigdio: "Lo que usté quiere, don Virgilio, es echarles ojo a las muchachas para buscarse una novia".

-Y no dudes que, de habérselo propuesto, el viejo se habría vuelto a casar. El hombre estaba enterito, menos de sus ojos.

-Pero nunca permitió que lo lleváramos al doctor. No quería que le recetaran lentes. ''ƑPor qué no, abuelo? Unos bonitos le quedarán muy bien y podrá ver''. ƑSabe qué nos contestaba?: ''Si Dios me quitó la vista es porque hay algo que El no quiere que vea''. Ese algo lo descubrió Emigdio el domingo que murió mi abuelo.

-ƑTe lo imaginas o fue así?

-Según mi hermano, así fue. Por mi parte, no sé qué pensar. Me duele horrores cuando me dice: ''Te juro que si le daba gusto leyéndole sus papeles no era por ganarme los mugres 200 pesos''. Sé que dice la verdad; es más, me consta que cuando no estaba leyéndole algo al abuelo es porque se ponía a buscar algo con qué tenerlo contento, entretenido.

-ƑQué nieto hace eso? Ninguno, y menos en estos tiempos. Si tu hermano lo pensara, dejaría de sentirse culpable.

-Al contrario, me lo dijo anoche.

-Todavía no me cuentas qué sucedió.

-Ya le conté que se pasó la tarde sentado frente a la silla del abuelo, hablando bajito, como en secreto.

-Antes Ƒhabía hecho algo así?

-No. Verá que por eso me asusté tanto.

-Debiste venir por mí.

-ƑY dejarlo solo? Imposible. Procuré seguir con mi quehacer, como si nada, pero suplicándole a San Juditas que llegara mi esposo. Esta vez no me hizo el milagro: Pascual no ha vuelto. Aproveché que Emigdio se durmió para venir a verla.

-ƑCuánto tiempo estuvo tu hermano hablando solo?

-Toda la tarde, pero no hablaba solo sino con el abuelo Virgilio: muchas veces le pidió perdón y le juró que al final ya no le interesaban los 200 pesos sino darle gusto. De pronto lo vi jalarse los cabellos con desesperación, como si quisiera arrancárselos.

-Para esas situaciones es la cruz de ramas que te dejé. ƑQué hiciste con ella?

-Se la pasé varias veces por la espalda y creo que gracias a eso mi hermano se medio tranquilizó. Ya en la nochecita le pregunté si le prendía la tele. ''No''. Por hacerlo reír le dije que con tanto tiempo que llevábamos sin mirar la novela íbamos a perderle el hilo. Se enfureció. Me gritó que cómo podía ser tan estúpida mientras a él lo asfixiaba la sombra.

-ƑTe dijo cómo es?

-No se lo pregunté.

-Debiste hacerlo. Por la forma que tiene es posible atraparla. Si no sabe uno eso Ƒcómo? Hay tantas sombras en el mundo... Sigue.

-Al verlo temblando y jalándose los cabellos recordé los delirios que le daban en su época de bebedor y malicié que hubiera estado tomando a escondidas. Me le acerqué bastante, pero no le sentí olor a vino ni a cerveza. Quise abrazarlo pero no pude porque se me dejó caer. De rodillas me suplicó que lo perdonara porque había matado al abuelo.

-ƑPero cómo? Don Virgilio se quedó muy tranquilo, sentadito. Si Emigdio le hubiera hecho algo malo, cosa que no creo, lo habríamos sabido cuando levantaron el acta.

-Se lo expliqué, pero no sirvió de nada. Entonces se me ocurrió decirle: ''No me pidas perdón a mí, sino a Dios. Encomiéndate a El''. Gracias a eso se calmó. Pude llevármelo a su cuarto y acostarlo en su cama. No quiso que lo dejara solo: ''Quédate conmigo: le tengo miedo a la sombra''. Eso mismo me decía cuando éramos chicos y mi papá nos dejaba encerrados en la bodega mientras se iba dizque a buscar a mi mamá.

-Mi pobre hermana... Tanto que los quería a ustedes. Me imagino cuánto sufrirá mirando desde el cielo lo que le sucede a Emigdio. ƑQué más te dijo él?

-Un ratito se quedó silencio, agarrado de mi mano. Creo que en todo ese tiempo ordenó sus pensamientos. Me los dijo y pude comprender por qué dice que mató al abuelo Virgilio: el domingo, muy poco antes de morir, mi viejito sintió ganas de una necesidá. Como siempre, no quiso que Emigdio lo llevara al baño. Al volver tropezó con una de sus cajas. ''Esa no la hemos revisado'', le comentó mi hermano. ''Pues ábrela y dime lo que hay''. Entre los papeles viejos estaba el acta de nacimiento de mi abuelo. ''Pensé que no tenía. Léemela''. Al final mi abuelo sacó sus cuentas: ''Si en ese papel dice que nací en 1897 creo que ya es tiempo de morirme''. Y allí mismo dejó de respirar. Mi hermano cree que si nuestro viejito no hubiera sabido su edad, a estas horas seguiría con vida. ƑCómo ve: podrá sacarle la sombra?