LUNES 29 DE MAYO DE 2000
* El pintor Enrique Lechuga recuerda la filmación de Pluma blanca
''En Durango nos confundían con beisbolistas''
Arturo Cruz Bárcenas * Durango ųsobre todo el pueblo de Chupaderos, donde se encuentran unos estudios de filmaciónų es un paraíso para los realizadores de cine. Los que saben de esto dicen que hay de todo: localidades, climas, gente. Enrique Lechuga Morales, de oficio pintor, agremiado al Sindicato de Trabajadores Técnicos y Manuales Cinematográficos (STyM), expresa que ha trabajado en "un sinfín de películas". Su labor se remonta a los cincuenta.
''Me tocó por suerte, cuando formaba parte del equipo de construcción Cuauhtémoc, trabajar con el maestro José Durán. Eramos, yo y mis compañeros, muy jóvenes, y nos tenía en cintura. Nos decía: esta película es de siete semanas, pero yo me comprometí con el productor y el escenógrafo a terminarla en cinco. Nos quejábamos y le preguntábamos que quién nos iba a pagar las otras dos. A cambio de esas dos nos decía que estábamos a tiempo de irnos a filmar una película americana, que iba a hacer en Durango. Gritábamos de gusto. No nos importaba; estábamos jóvenes y nos exprimían como limones. Queríamos hacer petaquita para irnos a Durango. Por fin dejábamos de ir al parque de Chimalistac, a San Angel, a Coyoacán.
"Ya íbamos a Durango, que estaba bastante lejos. Ahí hicimos la primera película que se filmó en Durango, Pluma blanca. En ese estado éramos la gran novedad: šlos del cine! Los del pueblo de Durango, entonces no era una ciudad (hacia principios de los 50), nos admiraban. Se juega el dicho, algo exagerado, de que Técnicos y Manuales pobló Durango".
Luego de esa cinta, que duró seis meses, hubo algo curioso: "nos daban seis pesos para viáticos; nos juntábamos un equipo de producción de 26 personas. Formábamos grupos según nos lleváramos unos con otros. Nos íbamos a caminar porque no teníamos dinero para ir a ningún lado, y coincidíamos en ir a un lugar donde hay un monumento que tiene inscrito 'a México, 1000 kilómetros'. šQué lejos estábamos de nuestras casas! Empezamos a protestar por la comida. Del hotel Roma, que todavía existe y es una de las joyas arquitectónicas de Durango, nos mandaban tortas que no nos gustaban. Nuestro maestro nos decía: 'por culpa de ustedes nos van a regresar a México'. šQue nos regresen! Estamos a mil kilómetros; sí queríamos ir lejos, pero no tanto".
Recuerda Lechuga ųquien colaboró con su arte en las cintas Pluma blanca y Comancheų que las muchachas de Durango se acercaban a hacerles la plática, en grupo, creyendo que eran beisbolistas. La gente de esas tierras era muy aficionada a dicho deporte y ellos, por su trabajo, usaban gorras como de beisbolista. Los invitaban a los bailes que hacían los domingos en el Club de Leones, en el Club de los Empleados; no conocían a nadie. Finalmente les preguntaron lo que hacían: cine, contestaron, y los admiraron aún más. Y más los invitaron a bailar.
"Rápido fuimos al hotel; el que llevaba corbata, se la ponía, y el que no nomás con la camisita limpia, más la famosa colonia Sanborns. Muchachas allá, muchachas acá; la música toque y toque. Muchos de nosotros, en plan de conquista, pues estábamos jóvenes... šsi a los 38 lo hago todavía, imagínense entonces!
"Teníamos un compañero, almacenista, Marco Aurelio Ortiz, le decíamos El Abuelo; estaba con esas muchachas en plan de conquista, y una de ellas le dijo: 'mira, yo puedo salir contigo, pero ahorita pórtate serio porque aquí, en la barra, está mi novio con sus amigos. Pórtate serio'. Quizá lo mismo nos pasaba a todos. Llegó un momento en que se acercó el novio, muy tomado; ella no quiso bailar. Marco le observó que no quería bailar. 'Qué te importa'. Y púmbale, que le da un trancazo que lo hizo ir a parar abajo de la mesa, pero otro compañero se lanzó y que comienzan a volar las botellas. Se armó la trifulca. Pero como éramos los del cine se le habló al gobernador; éste mandó al ejército y que nos hacen valla para salir".
Habían prometido portarse bien, pero aquel incidente rebasó los límites.
"Yo creo que en la actualidad somos muy bien recibidos en Durango. En este estado son muy católicos. El padre subía entonces al púlpito y decía: 'recuerden todos los padres de familia que llegaron los del cine. Tengan cuidado con sus hijas'. Pero para que esto sucediera pasaron más de 15 años; veíamos a niños correr y ya sabíamos quien era hijo de fulano, zutano y perengano. Muchos compañeros se casaron, se trajeron a su muchacha, otros se quedaron a vivir allá; pero a pesar de todos estos comportamientos, algunos malos, somos (los trabajadores del STyM) muy bien recibidos allá, en Durango, en el pueblo de Chupaderos".
Así cuenta don Enrique Lechuga sus vicisitudes por Durango, en aquellas juventudes de él y sus compañeros. Podrían hilarse historias mil, de amor y desamor, de nostalgia. Todas unidas por el amor al cine, en el pueblo de Chupaderos, Durango, donde el STyM tiene y continúa con una huella indeleble.
Técnicos de la segunda unidad del STyM participaron en la producción de la película Texas rangers, que se filmó en locaciones de Durango; entre ellos se encuentran Cruz Paredes Hernández, jefe de tramoya; Eduardo Valverde Cueto, microfonista; Benito Alfredo Aguilar Pérez, microfonista; Humberto Escamilla Zamarripa, maquillista; Silvia Fernández Pacheco, peinadora; Pía Ana Corti, decoradora; José Luis Méndez Ramírez, carpintero, entre aproximadamente 60 trabajadores con diferentes oficios.
Otra película que también se filmó en Durango, es One man's hero.