LUNES 29 DE MAYO DE 2000

Las cifras sobre cobertura y calidad, maquilladas: expertos


Rezago educativo en Guanajuato

Claudia Herrera Beltrán, enviada / I, Guanajuato, 28 de mayo * Entre polvosos crucifijos y carcomidas imágenes de santos de una capilla improvisada como salón, 25 adolescentes estudian en la escuela de Palo Blanco, en el municipio de Salamanca. Insertada en el Guanajuato próspero de las trasnacionales y la tecnología de punta, esta telesecundaria es tan ajena a la modernidad que la rodea que desde hace dos años opera sin su principal herramienta educativa: un aparato de televisión.

Entonces, Ƒcómo trabajan? "Pues con las uñas, inventando el programa", responde Francisco Vargas, un maestro con 20 años de experiencia que con tal de vivir cerca de su familia cambió un cómodo plantel urbano por otro semirural, que pese a llevar el honroso nombre de "Telesecundaria número 928" y contar desde febrero con un aula formal para el segundo grado, los lugareños le siguen llamando "la capillita".

"Esta es la realidad", insiste el mentor mientras se le pregunta sobre los resultados educativos de los que el ex gobernador de Guanajuato Vicente Fox alardea ahora como candidato presidencial de la Alianza por el Cambio. "Vea cómo estudian los muchachos. Lo normal sería que vieran la tele, pero como no hay, pues toman sus clases haciendo resúmenes".

Parecidas son las opiniones de investigadores, sindicalistas, ex funcionarios educativos y padres de familia que, como doña Abelina Escoto, del poblado de la Luz, se preguntan: "Ƒdónde está el paraíso educativo que nos prometió el gobierno a los guanajuatenses?".

Telesecundarias a medio operar; sea por falta de luz, de televisión, de antena, de un decodificador o simplemente porque la señal "no llega" al lugar. Preprimarias y primarias instaladas en casuchas de cartón y madera. Aulas que aspiran a ser escuelas, pero sin baños ni una pequeña oficina para la dirección. Planteles que en el absurdo de la planeación administrativa no pueden crecer porque sólo cuentan con el reducido terreno en el que se asientan, o que por ubicarse a pie de carretera acaban destruidas por nuevas vialidades.

La otra cara de la moneda

"Esa es la otra cara de la moneda que Fox no muestra", advierte Jesús Batta, académico del campus León del Tecnológico de Monterrey con estudios de maestría en economía educativa por la Universidad de Harvard y que desde hace meses rebate, una y otra vez, las cuentas gubernamentales en educación. Aquellas de las que el candidato de la Alianza PAN-PVEM se regodea en su campaña electoral y en su página web asegura que la ansiada "transformación educativa" se cumplió en Guanajuato.

ƑQuién dice la verdad?

"Los números de Fox son maquillados y engañosos", advierte Batta. "Ni en cobertura ni en calidad se alcanzan las metas". De acuerdo con un estudio en el que el investigador compara la matrícula con la población en edad escolar, en educación básica la cobertura apenas supera 60 por ciento. En cuanto a desempeño escolar en primaria, según un informe nacional que cita, el estado está en el sótano del aprendizaje, los alumnos de cuarto grado se ubicaron en la posición 31 y los de sexto en la 28 a nivel nacional.

De acuerdo con los datos oficiales más recientes, el número de guanajuatenses de 5 a 14 años, la edad promedio para asistir a preescolar y primaria, sumaba en 1998 un millón 262 mil 509 habitantes. En tanto, la población inscrita era de 774 mil 430 alumnos.

Al comparar estos números se obtiene que la cobertura entonces era de 61 por ciento, pero si se toma en cuenta el índice de deserción escolar, estimado en 9.5 por ciento, la cobertura real es de 59 por ciento en preescolar y primaria.

En cambio, las cuentas en educación que el gobierno ofrece son mucho mejores: el índice de analfabetismo disminuyó de 14.3 por ciento a 12.5 por ciento; el nivel de escolaridad de los guanajuatenses pasó de 5.8 a 6.5 años en la última década.

En cuatro años la eficiencia terminal en primaria subió de 76 por ciento a 84.7 por ciento. Además, 84 por ciento de los egresados de primaria ingresan a secundaria. También se construyeron 8 mil nuevos espacios educativos y se repartieron 11 mil 590 equipos de computación en beneficio de 695 mil 400 alumnos.

José Trueba, quien fuera titular de Educación en la entidad durante ocho años (tanto en la administración del priísta Rafael Corrales Ayala como del panista Carlos Medina Plascencia), apunta que el problema de las cifras en educación estriba en que cada quien las maneja a su conveniencia.

Aludiendo el debate suscitado en abril pasado entre Fox y el secretario general del PRI, Esteban Moctezuma Barragán, sobre la cobertura estatal en primaria, asevera: "Cuando Fox asegura que hay 99 por ciento de plazas dice la verdad y cuando Esteban Moctezuma afirma que 60 mil niños no van a la escuela también dice la verdad, porque una cosa es que haya espacios educativos y otra que los niños asistan a ellos".

Sin embargo, el académico Jesús Batta considera que el concepto de espacio educativo es engañoso, porque lo mismo puede ser un cuartito que cumple la función de salón que un aula bien hecha". Además, recordó que con los ocho mil espacios educativos edificados, el gobierno se quedó muy lejos de su meta de 26 mil.

Purísima de Bustos

A media hora del rancho de la familia Fox, los niños y adolescentes del ejido La Loma, de este municipio, saben poco de esas polémicas, pero entienden bien eso de que vivir a la vuelta de la escuela no equivale a asistir a ella. Albañil y por temporaradas, trabajador en una empresa maquiladora de zapatos tenis, Guillermo Cándido cuenta que de sus cuatro hijos, los de siete y nueve años, tienen escasas expectativas de continuar la primaria: "Quizás cuando lleguen a sexto se salgan de la escuela, como sus hermanos mayores".

Por las condiciones económicas imperantes en La Loma "desertar de la primaria o no inscribirse a la secundaria es lo común", explica Emma Anguiano, directora de la primaria Lázaro Cárdenas, la única de la zona, y donde la docente trabaja doble turno, por el sueldo de uno, luego de que inventó el horario vespertino para recibir a todos sus alumnos, 279, que no caben al mismo tiempo en las seis reducidas aulas.

"Aquí, la mayoría de los niños no estudia la secundaria. Sus papás son albañiles, son obreros o las señoras están esperando el envío de la Western Union (de sus esposos que trabajan en Estados Unidos) y, ni modo, los chamachos le entran al trabajo. Se van a las fábricas de tenis de la (colonia) Cuauhtémoc y entran como zorritas a barrer y a cortar hilo; luego le agarran amor al dinero y se olvidan de la escuela".

Pero Ƒpueden conseguir una beca?, se le pregunta.

Las únicas son las de Progresa y las de Escuela Digna (del gobierno federal), además de las pocas que "por caridad dan asociaciones de padres de familia pudientes", responde la profesora.

Y es que en febrero de 1998 el secretario de Educación de Guanajuato, Fernando Rivera Barroso declaró a la prensa que no habría más becas en primaria y secundaria, pues consideró que "la educación que se imparte en dichos niveles en sí misma es una beca, ya que los libros son gratuitos".

Son las 13:25 horas. La segunda jornada de trabajo de la profesora está a punto de iniciar, así que se sienta tras su escritorio de directora, arrinconado en un salón que comparte con 30 alumnos, un docente y ocho computadoras empaquetadas desde hace casi un año "porque no tenemos dónde ponerlas".

Entre las "escuelas preciosas" y la eficiencia de la descentralización

De entrada, el líder del Movimiento Democrático Nuevo Sindicalismo del SNTE en Guanajuato, Rául Chávez aclara: "No manejo cifras, pero tengo contacto directo con los maestros y sé que los casos de rezago en infraestructura no son aislados".

Es cierto ųdiceų que en las ciudades grandes hay "escuelas preciosas, bien equipadas y que dan orgullo". Sobre todo las privadas, que ųaseguraų han recibido mucho impulso del gobierno foxista, pero hay otros planteles alejados de todo lo que "presume Vicente".

Y muestra un listado de centenares de peticiones de inspectores escolares que acuden al sindicato magisterial para pedir de todo: una escuela, un laboratorio, dinero para sustancias químicas, un televisor, un equipo receptor, una jaula "para que no se roben el aparato", la rehabilitación de salones que se están cayendo...

Aunque Guanajuato es incluido entre los gobiernos más avanzados en el modelo de descentralización educativa, ya que dividió el estado en ocho regiones administrativas, los efectos de esta política han sido contrarios ųafirma Chávezų, pues la construcción de escuelas y su equipamiento se sigue llevando mucho tiempo.

Contrario a lo que difunde el gobierno ųaseguraų, ahora la Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG) es una "supersercretaría" que se auxilia de "ocho pequeñas secretarías".

Como muestra de la lentitud de esas dependencias, relata la historia de una maestra del poblado celayense de San Isidro de la Concepción: "En septiembre, la Unidad Municipal de Educación envió a la profesora para que diera clases en un salón anexo al atrio del templo. Con esfuerzos, la maestra juntó a los alumnos casa por casa. Ahora, la gente le dice que su escuela no vale porque hay terreno pero no hay un aula apropiada, además de que la televisión apenas se la entregaron hace quince días".

De cartón y palos

Desde hace una década, en las orillas de la ciudad de Celaya han comenzado a aparecer precarias colonias en antiguos basureros o en terrenos irregulares, como sucede con la Luis Donaldo Colosio que, según cuentan los vecinos, se formó en 1995.

Por la mañana, en sus terregosas veredas sin pavimentar, cinco niños escuálidos y sucios juguetean mientras se animan a entrar al kínder o a la primaria del barrio.

La maestra Rosario Cuevas se arma de paciencia cuando observa a sus pupilos perdiendo el tiempo: "No los presiono mucho, porque a veces se me quedan dormidos de hambre; además, el salón no los anima mucho a estudiar".

Y es que en la colonia, los hijos de 150 familias necesitan educación, pero la escuela más cercana se encuentra a una distancia de tres kilómetros y a cinco pesos de pasajes diarios. Así que los padres "se las ingeniaron" y consiguieron que un vecino prestara un terreno para habilitar temporalmente la escuela.

A punto de despegarse de la puerta, un cartel por la defensa de los derechos de los niños y las niñas, contrasta con lo que hay adentro del aula de preescolar: techo de cartón, muros de maderas podridas recubiertas con periódicos, material didáctico hecho con latas de Coca Cola pintadas de colores, sillitas desvencijadas (regalo de una preprimaria vecina) y una nube gris que se desprende del piso de tierra.

"Estamos en la zona olvidada", concluye Remedios, madre de familia molesta porque sólo a "periodicazos" consiguieron que la unidad municipal de educación les construyera un aula de concreto. Sin embargo, hasta la mañana del pasado día 18 no podía ser ocuparda por los infantes debido a que las autoridades aún no la entregaban ni habían resuelto problemas "ya menores": como eran los baños y pupitres.

La Luz o La Penumbra

En tiempos electorales, el responsable de la Telesecundaria 790 del pueblo de La Luz, el profesor José Guerrero aprovecha el tiempo y siempre que un candidato del partido "del color que sea" visita Salamanca les pide ayuda para que su plantel sea dotado de energía eléctrica.

Y es que el profe Pepe está desesperado porque han pasado dos ciclos escolares y "aún no tenemos corriente eléctrica". Cuando los vecinos se burlaban diciendo que el colmo del pueblo de La Luz era que su telesecundaria no tiene electricidad, la presidenta de la asociación de padres de familia, la señora Abelina Escoto, sonreía. Eso era antes. "Ahora me enojo porque ya pasó mucho tiempo", comenta en tono de queja.

Para los 54 alumnos, la diferencia entre la penumbra y la luz o entre usar o no la televisión sólo depende de 70 mil pesos, cantidad "que para nosotros es imposible de juntar, pero que para el gobierno es fácil de conseguir", refiere el mentor, cuando explica que sólo necesitan uno o dos postes para hacer llegar a la telesecundaria el suministro de energía eléctrica.

ƑY los alumnos?

Jorge, de 13 años, no se siente menos que sus compañeros de otras telesecundarias "normales". Se ha acosumbrado a aprovechar la luz del día y a no depender de los programas televisivos. Hasta hace un año ųcuentaų los de primero y segundo grados trabajabámos en la Casa Ejidal y tampoco recibíamos bien la señal de televisión, así que "da igual". El caso ųconfiesaų es obtener el certificado de secundaria y "conseguir un mejor empleo en vez de empezar desde zorrita, recogiendo basura en la fábrica".