La Jornada miércoles 31 de mayo de 2000

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

El perdedor del debate de ayer fue Andrés Manuel López Obrador. No fue el peor de los comparecientes, pero su desempeño tampoco fue el mejor posible.

Para su fortuna, es probable que tampoco haya habido anoche ningún triunfador. De hecho, el único que pudo haber salido ayer de Multivisión con una previsible ganancia sería el ex perredista Alejandro Ordorica, quien decidió (al estilo Porfirio Muñoz Ledo respecto de Vicente Fox) dejar la efímera nave de paso llamada PARM para ahora apoyar a Andrés Manuel y aspirar a un mejor futuro laboral.

Todos contra Andrés Manuel

De entrada, puede suponerse que el desempeño polemizador de López Obrador no pone en riesgo el trabajo de base que ha realizado durante meses en la capital del país, ni hace peligrar las expectativas de triunfo que todos le reconocen, comenzando por sus adversarios de ayer, quienes centraron sus baterías abiertamente contra el puntero de la contienda.

Sin embargo, las encuestas serias de opinión que se hagan, y que se irán conociendo, permitirán tener una idea aproximada del impacto que este tropiezo del tabasqueño pudiera tener en su popularidad y en la intención de voto que hasta ahora parece estar tan ampliamente a su favor. Podría ser, como confiaban ayer mismo algunos seguidores de Andrés Manuel, que el traspiés no fuese trascendente (hubo quien recordó la escasa penetración que habría de tener el citado debate televisivo), y que los números gruesos de las tendencias de voto se mantengan más o menos iguales.

Pero, probablemente, el PRI habrá de aprovechar la oportunidad para intentar colocarse, así sea con simulaciones demoscópicas, en cierta situación de repunte. El PAN difícilmente podría intentar alguna recuperación artificial, pues por más artificios que se hicieran no parece haber en su candidato el ánimo victorioso que se requiere para bien montar una embestida de ese talante.

La forma y el contenido

Son tantos los temores que tienen los candidatos de que ciertos factores externos manipulen los debates, que se han convertido en rehenes de formatos acartonados, insuficientes, restrictivos. El encuentro de ayer mostró en paños menores a los cinco aspirantes a gobernar el Distrito Federal. Se dedicaron a correr a todo galope por la pantalla televisiva, soltando frases demagógicas, lugares comunes, buenos deseos, descalificaciones poco trascendentes y verbo- sidad circunstancial. No hubo planteamientos profundos, propuestas importantes ni pronunciamientos trascendentes. En términos generales, fue como si hubiesen trasladado sus rutinas de campaña al formato de una comparecencia de televisión. Ni siquiera ocuparon una hora en sus alegatos.

Los puntos de controversia

Jesús Silva Herzog quiso entrampar a López Obrador en el recuerdo de su pasado de activista. Pretendió engarzar los actos de protesta que encabezó en la ciudad de México para caracterizarlo como parte de los problemas graves que hoy se viven en esta capital. A su vez, fue atrapado por el perredista en su pasado burocrático, en su afición a mantenerse al amparo del presupuesto, en sus servicios al salinismo, y en su jubilación al estilo Gurría.

Santiago Creel quiso aparecer como el Robin Hood blanquiazul. Acusó a los perredistas de no luchar primordialmente por los pobres, sino de estar favoreciendo "primero a los banqueros" pues, según su enrevesado criterio, el gobierno capitalino no ha usado el dinero público en obras populares, sino que lo mantiene depositado "en los bancos". En contrapartida, López Obrador le recordó que antes el dinero no se quedaba en las cuentas bancarias, sino que se lo robaban, como sucedió durante el gobierno de Oscar Espinosa, cuando el contralor fue "un destacado panista".

López Obrador repitió propuestas que ya ha hecho a lo largo de su campaña. Pero no vio hacia el frente, como virtual ganador, sino que se reinstaló en el pasado, como contendiente en busca de peleas y revanchas. En ese camino iba, en todo caso, ganando, hasta que se tropezó con la piedra que el sistema ha creado justamente para entorpecer la marcha del PRD.

La flor envenenada

Tere Vale llevó, al estilo Gilberto Rincón Gallardo, el discurso más propositivo y mejor armado. Se dirigió, además, a un público bien seleccionado: las mujeres. A ellas se dirigió, y a describir sus luchas y sus carencias se dedicó. Como en el caso de Rincón Gallardo, y de su partido, el de la Democracia Social, las palabras bien escritas podrían ganar aplausos si se hiciera a un lado el hecho de que ese partido y esas candidaturas han sido creadas para oponerlas a la izquierda cardenista, y que tras ellos están los intereses de los grupos de intelectuales del salinismo y del zedillismo que ahora asesoran a Francisco Labastida, y de ex militantes de partidos de izquierda que, ya del lado oficial, buscan crearse una opción partidista cuyos trueques sean mejor pagados si a sus mercancías les dotan de barnices de intelectualidad progresista y de izquierda manejable y bien portada.

Pero, cuando Andrés Manuel criticaba a Silva Herzog por haberse mantenido siempre fiel al lema histórico de vivir en el presupuesto para no vivir en el error, se metió en un pasaje incómodo. Tere Vale, en su turno, advirtió que ella nunca había vivido del presupuesto. En su oportunidad, el tabasqueño quiso recordar, en medio de una frase desafortunada, que Vale es esposa de Miguel González Avelar, el militante priísta que fue secretario de Educación durante el gobierno de Miguel de la Madrid. Antes de asestar ese golpe cierto pero innecesario, López Obrador se enredó tratando de conciliar una visión anticuada del respeto a ultranza a las damas (a las que, según esa cantaleta, no se les debe tocar ni con el pétalo de una rosa) e hizo sentir que no criticaba a fondo a una mujer, que es su adversaria política, sólo por su condición de género.

Total que, ayer, los candidatos más felices podrían ser, en ese orden, Ordorica, por su promisoria declinación, y Rincón Gallardo, por el amplio tiempo que pudo tener en el programa de Adal Ramones. Ni modo. Es que la política es, ya, Otro rollo.

šCarterooooo!

Todos los días llega un buen número de correos electrónicos a esta columna, pero en las semanas recientes se ha incrementado el volumen de tales envíos. Tanto los debates entre candidatos, y sus prolegómenos, como el tema del voto útil, han aumentado la vocación polemizadora de los lectores. De manera intencional se han escogido algunas muestras que van en contra de lo publicado bajo la firma de este te- cleador. Por ejemplo, el ingeniero Fernando Alvarez considera una gran incongruencia de Astillero apreciar las encuestas de opinión cuando favorecen a López Obrador y desdeñarlas cuando perjudican a Cuauhtémoc Cárdenas. Dice, además, que Santiago Creel no tiene por qué declinar a favor de Andrés Manuel pues éste lleva una gran ventaja, porque en el DF ya se vive la alternancia, y porque el PRI ya no tiene los recursos de antaño para distorsionar los procesos democráticos. Cierra su carta Alvarez advirtiendo que Cárdenas y sus seguidores (entre los cuales considera a este redactor) serán los responsables históricos de seis años más de priísmo... Desde Washington, un persistente lector de Astillero, Miguel Almeyda, reitera su convicción de que este columnista es un simple tecleador al servicio del PRD y de Cárdenas.

Astillas: Ya había dado avisos, pero ayer comenzó a arrojar lava el volcán de las siglas de la iniciativa privada. La Concanaco decidió separarse del Consejo Coordinador Empresarial, a causa de la imposición del salinista Claudio X. González como nuevo dirigente de este órgano... A propósito de dublines, Sandra Fuentes Berain confirmó ayer la percepción de que está en lugar preferente en la lista de aspirantes a la cancillería en caso de que Labastida gane la Presidencia, a quien organizó ayer un foro para hablar sobre los migrantes mexicanos y sus sufrires en Estados Unidos... Fox les prometió a crédulos ex militantes de izquierda que cumplirá con todo un catálogo de compromisos de corte liberal...

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