VIERNES 2 DE JUNIO DE 2000

 


* Vilma Fuentes *

Viudas y edades del arte

La asistencia de Jerry Jishia, a sus 99 años, a la inauguración de la última exposición de Roberto Matta en la galería Claude Bernard en París, invalida y da cuerpo a una frase, encarnada y desencarnada al mismo tiempo, que Charles de Gaulle tomó prestada a Chateaubriand para sus Memorias: ''La vejez es un naufragio''.

La viuda de Jishia, un pintor célebre en los años veinte, acaparó la atención de camarógrafos, fotógrafos y público desde su aparición en la esquina de la calle de Beaux-Arts, cerrada a los automóviles a causa de la exposición ųy de la presencia del ministro del Interior, Jean-Pierre Chevènement.

''Una viuda'' dicen los marchantes de arte cuando hablan incluso de la esposa de un pintor en vida. Pero la auténtica viuda de Jishia es un espectáculo que, si evoca las calaveras de Posada, es también un desafío a la muerte. Extravagante fanática de la moda desde su lejana juventud, musa de pintores y modistos, la señora Jishia se presentó con un vestido que sólo una top-model se atrevería a ponerse: escotado hasta la cintura por detrás, dejando así ver las vértebras de su columna encorvada en un ángulo de más de 45 grados. Un excéntrico sombrero incrustado en el cráneo pero que se abría como un florero en su cima. Una fila de anillos de diamantes, dispuestos en forma de escalera en los dedos de su mano izquierda... Y una coquetería sin arrugas que no desmiente la vivacidad de sus ojos mientras, ya en el interior de la galería, se dejaba fotografiar cruzando y descruzando las piernas vacilantes.

Por su parte Roberto Matta, algo más joven (nació en 1911) y más discreto, permaneció escondido a las miradas en una pieza especial. Pero sus hermosísimas telas, ajenas a la edad de los hombres, parecían evocar el enigma que representa la duración de la obra de arte frente a la de la efímera vida de su creador. Las raras obras que sobreviven y permanecen, inmunes a los atentados de la vejez, al condensar en ellas su tiempo, le escapan. Así, la pintura de Matta, original y renovadora ųincluso en el caso de sus últimos cuadros, en algunos de los cuales se percibe un ligero temblor en el trazo, pero de inmediato identificables por quienes han visto algunas de sus telas anterioresų, escapa a la edad de su creador.

La misma pregunta me cruza por la mente cuando, algunos días después, en el Centro Cultural de México en París, miro la exposición colectiva Cuando los impuestos se vuelven un regalo para el espíritu. ƑCuáles de los óleos, acrílicos, grabados, esculturas y otras piezas sobrevivirán a sus 34 creadores ? ƑY por cuántos años ? Para evitar caer en un dudoso juego adivinatorio ųcuyas respuestas, de todos modos, no podrán ser verificadas en nuestras breves vidasų, simplifico el enigma y, sin creer más en mi opinión que en la de otros, me pregunto cuáles de las obras expuestas no pueden haber sido creadas sino por una mano única. Reconocibles enseguida, evocadoras del nombre de su autor. Tal es el Tamayo, Venus fotogénica, de 1935, donde se reconoce al pintor oaxaqueño, aunque todavía bajo la influencia de Braque, pero donde ya aparece, diáfano, el contraste entre transparencia y opacidad que distinguirá su obra de otra cualquiera. Igual el Gironella, expuesto en la vitrina del Centro, en merecido homenaje al artista desaparecido el año pasado. Lo mismo los claroscuros y los movimientos del dibujo de José Luis Cuevas, donde surgen como una epifanía esos seres alejados entre ellos y que en vano intentan acercarse unos a otros.

No puedo hablar de cada uno de los cuadros. ƑQué más quisiera sino escribir sobre Chávez Morado, Ricardo Martínez, Francisco Zúñiga, Pedro Cervantes y otros? Así como del libro presentado por José García Ocejo, de su brillante colorido tan mexicano, en la Maison de l'Amérique Latine? Como, por otros motivos, tampoco podría hablar de las obras de los artistas más jóvenes.

La creación, la verdadera, se abre su propio camino a través de las generaciones, nos explica Marcel Proust al final de En busca del tiempo perdido, puesto que si es auténticamente novedosa no puede sino desconcertar a su nacimiento.

 

Posdata: Me informaron que un artículo publicado en Le Monde, reproducido en parte por Reforma, criticó duramente la exposición Soleils Mexicains. Cabe señalar que no se trata sino de la opinión de un crítico que impugna la organización temática, pero reconoce el esplendor de las obras expuestas. Esplendor más duradero que esta polémica entre supuestos expertos. El resto de la crítica aparecida en Francia ha sido enteramente halagadora para la exposición mexicana que tiene lugar en el Petit Palais.