Enrique Calderón
Cárdenas y Fox: la batalla final
TAL COMO HA SUCEDIDO YA EN otras ocasiones, los hechos parecen estar dando la razón a Cárdenas, ahora en el sentido de que conforme se acerca el final del proceso electoral, la batalla decisiva se dará entre Vicente Fox y el propio Cárdenas; o quizás más bien, entre los modelos de país que ambos representan.
Después del inicio espectacular de su campaña, al mejor estilo priísta y de pregonar la existencia de un nuevo PRI como respuesta a las demandas generalizadas de cambio, Francisco Labastida es hoy un candidato derrotado y venido a menos. Repetidor de burlas que otros le hacen y generador de ofertas ramplonas, Labastida, con su equipo de asesores, saben que están ya en franca desventaja ante Fox, en al menos 22 entidades de la República, y con Cárdenas en otras siete. Peor aún, se saben a la baja, con una ventaja sobre Cárdenas de a lo más dos millones y medio de votos, que se reduce día con día ante el empuje y la solidez del candidato del PRD; el último baluarte que les queda, el Progresa con todos sus mecanismos de cooptación y compra masiva de votos, se ve hoy sitiado ante el embate de las organizaciones sociales y de las propias fuerzas del PRD; el Progresa le significa hoy al PRI, poco más de tres millones de votos, perfectamente ubicados e identificados. Su neutralización les llevaría de una situación de derrota irremisible a otra de desastre.
Ciertamente, la derrota no es de Labastida, esto se vio con claridad en el debate, la derrota es del sistema que él representa; ningún personaje del PRI, por bueno que fuera, hubiera podido convencer al auditorio de su voluntad para luchar contra la corrupción. Cuando allí se dijo, y se dijo bien, que corrupción es PRI, y PRI es corrupción, la única pregunta que quedaba en el aíre era cuánto tiempo más podría Labastida sostenerse, antes de su colapso.
Los priístas se enfrentan hoy a la nueva realidad, incapaces de aceptarla, pero también sin saber qué hacer. Todos los días conocemos de oficinas públicas donde los altos jefes buscan comprometer a sus colaboradores para que cada uno se responsabilice de l0 votos para el PRI, sin atreverse a preguntarles antes si ellos simpatizan con ese partido. A algunos distinguidos miembros de su cúpula se les oye decir que ellos estarían dispuestos a votar por Cárdenas, pero nunca por Fox, minimizando el hecho de que fueron su partido y los sucesivos gobiernos de Salinas-Zedillo, los que golpearon sin tregua ni límite a Cárdenas y que al hacerlo, le abrieron el espacio y el camino a Fox, al permitirle presentarse como la opción real y única de cambio; cambio que por lo demás es lo que la sociedad demanda.
El grupo de asesores de Fox sabe todo esto, sabe que la campaña exitosa de su candidato ha sido posible sólo porque el sistema los dejó en paz el tiempo suficiente, en su obsesión de golpear y aniquilar a Cárdenas y el PRD. Ellos saben también, como Cárdenas, que la lucha final se dará entre ambos. De allí su afán por buscar un pacto a veces y de golpear a Cárdenas en otras.
A través de encuestas recientes no partidizadas, es posible observar una clara ventaja de Fox sobre Labastida, sustentada en el hartazgo de la gente hacia todo lo que el PRI representa; sus preferencias y su posible voto por Fox, están determinados por su deseo de sacar al PRI del gobierno de una vez por todas, sin embargo, Ƒcómo se inclinarían los votos de esos ciudadanos ante un cambio de escenario? Ante la posibilidad de escoger entre dos modelos, el de Cárdenas o el de Fox, y ya no con la decisión primitiva de correr o no al PRI.
Esta es la batalla que se perfila, cuyo resultado final desconozco, una duda importante reside en el comportamiento final del PRI y de sus cuadros. ƑEstarán aferrados a su derrota? ƑO estarán (de acuerdo a sus intenciones anunciadas) dando sus votos a Cárdenas, en un acto de contrición y de reconocimiento del daño que hicieron al combatirlo, y no tanto a él, como al país y a su futuro?