La Jornada sábado 3 de junio de 2000

Jesús Martínez Saldaña
El anacrónico proyecto migratorio del PRI

QUIENES DESEAN MEJORAR LAS condiciones de los mexicanos que emigran a Estados Unidos, no encontrarán noticias esperanzadoras en las propuestas electorales del PRI y su candidato a la Presidencia.

Francisco Labastida derrama lágrimas de cocodrilo al lamentar la violencia que los migrantes indocumentados encuentran al cruzar la frontera y proclama en comerciales y discursos que su gobierno se dedicará a "exportar mercancías, no personas". Sin embargo, en la Plataforma Electoral Federal 2000-2006 del PRI (www.labastida.org.mx) omite, en su apartado sobre los mexicanos en el exterior, referencia alguna a la acelerada militarización de la frontera y a los cientos de mexicanos que en los últimos años han muerto al intentar cruzarla. Lo que el PRI sí hace es expresarse a favor de la exportación masiva de trabajadores mexicanos.

En el citado documento, el PRI propone celebrar con el gobierno estadunidense un convenio de trabajadores migrantes similar al que se estableció hace años con Canadá, añadiendo que "las entidades federativas puedan suscribir convenios migratorios a nivel estatal con los estados de la Unión Americana que requieran de mano de obra mexicana para mercados laborales regionales o sectoriales identificados".

Si el gobierno federal ha demostrado una consistente incompetencia para defender los intereses y derechos de los migrantes mexicanos, Ƒcómo se puede esperar que nuestros gobiernos estatales tengan la capacidad (más la voluntad y el presupuesto) para negociar acuerdos laborales con sus contrapartes estadunidenses y vigilar por el bienestar de sus mujeres y hombres en el exterior?

Es importante destacar que el programa laboral México-Canadá no es la panacea: los participantes perciben ingresos de los más bajos en el mercado laboral canadiense y los trabajadores agrícolas también carecen de derechos laborales, como sindicalizarse. Además, los intereses de los agroindustriales que abogan en Estados Unidos por un nuevo Programa Bracero para satisfacer la demanda de "mercados laborales regionales o sectoriales", intentan que se reduzcan los de por sí modestos derechos y beneficios que otorgan programas de importación de trabajadores agrícolas.

El PRI simula impulsar la democratización al sugerir que la política "hacia los mexicanos en el exterior debe partir de una bien articulada participación de los gobiernos federal, estatales y municipales, así como de las organizaciones de la sociedad civil interesadas en estos temas"; sin embargo, en la práctica lo que menos hacen autoridades priístas que nos gobiernan es escuchar a la población migrante. Un ejemplo: el Ejecutivo federal no ha creado mecanismos institucionales para que los consulados sean responsables ante la ciudadanía migrante. En las discusiones bilaterales el gobierno mexicano nunca ha aceptado que se incluyan representantes de la población migrante. Vamos, ni en las elecciones internas del PRI se ha permitido la participación formal de sus simpatizantes en Estados Unidos.

Este comportamiento del PRI ha sido peor en torno al derecho al voto de los mexicanos en el exterior y junto con el gobierno lo ha combatido sistemáticamente, sin importarles que en 1996 el Congreso de la Unión aprobó unánimemente una reforma electoral para permitirlo; que en 1998, 83 por ciento de los migrantes encuestados por el IFE expresó el deseo de votar; y que los demás partidos respaldaron una reforma en 1999 para instrumentar el ejercicio de este derecho ciudadano.

Labastida, en su papel de secretario de Gobernación, tuvo una participación destacada en negar el derecho al voto a 10 millones 787 mil mexicanos en el exterior. Y aunque el 30 de mayo declaró su "compromiso inquebrantable con la defensa y protección de los mexicanos en Estados Unidos", ni siquiera quiso reunirse con los activistas migrantes que luchamos a favor del voto migrante. Un servidor visitó su casa de campaña en dos ocasiones para solicitarle una reunión. Mientras esperábamos infructuosamente en la calle, pudimos atestiguar que sí se permitía la entrada a personajes repugnantes como un ex gobernador guerrerense.

Las propuestas migratorias del PRI y Labastida son pobres y anacrónicas, no responden adecuadamente al fenómeno de la migración internacional ni reflejan la realidad.

Hay que recordar que la migración masiva al norte se originó en el impacto que las políticas modernizadoras del porfiriato tuvieron en la economía nacional y que, combinadas con la demanda en Estados Unidos por una mano de obra extranjera, propiciaron el flujo de millones de personas. A mediados de siglo el gobierno institucionalizó la emigración al establecer el Programa Bracero con Estados Unidos, creando las condiciones para que 4.5 millones de contratos se otorgaran a trabajadores mexicanos durante el periodo 1942-1964. Desde los ochenta, las crisis económicas y las políticas neoliberales han hecho que la migración aumente y se diversifique, integrando a nuevos sectores y regiones a los procesos migratorios.

Cuando Carlos Salinas de Gortari viajaba a Estados Unidos para promover el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aseguraba ante funcionarios y periodistas estadunidenses que el acuerdo resolvería el problema migratorio: "We want to export goods, not people" (Ƒnecesita traductor, señor Labastida?).

En la actualidad, la migración ha aumentado y se ha vuelto más peligrosa desde la aprobación del TLCAN, y ni gobierno federal ni PRI ni Labastida reconocen su responsabilidad histórica en la creación de una gran y creciente población migrante. Hasta la fecha, no han logrado desarrollar una política acertada que además trate a los migrantes de manera digna.

Alarma aún más que la Plataforma Electoral Federal 2000-2006 soslaye los derechos políticos de los migrantes ya que considera innecesario integrarlos al modelo democrático, que supuestamente estamos desarrollando en México. Por ello, el temor al activismo político de los ciudadanos migrantes es uno de los factores que explican las decisiones, declaraciones y el silencio de funcionarios gubernamentales y priístas.

Las políticas migratorias mexicanas no pueden avanzar sin primero integrar a los ciudadanos migrantes al sistema político mexicano. A diferencia de lo que opina Labastida, también es necesario defender los derechos de los migrantes mexicanos en territorio mexicano. Los proyectos democratizadores no pueden dejar fuera a los migrantes, como siguen haciendo el PRI y su candidato. Falta ver si Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox, quienes de manera distinta han apoyado el derecho al voto de los mexicanos en el extranjero y la renegociación del TLCAN, pueden desarrollar una propuesta migratoria bien elaborada e integral.

Una buena propuesta debe tener como eje principal la defensa de los derechos políticos de los mexicanos migrantes e incluir las opiniones de las mujeres y hombres migrantes. Lamentablemente, a un mes de la elección presidencial, los migrantes seguimos esperando.

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