LUNES 5 DE JUNIO DE 2000
* León Bendesky *
Desempleo
El desempleo se convirtió en la mejor noticia económica. Las cifras del Departamento del Trabajo de Estados Unidos dadas a conocer al final de la semana pasada, indicaron que la tasa de desempleo fue 4.1 por ciento frente a la que se había estimado de 3.9 por ciento. Esto bastó para que los mercados de acciones mostraran nuevamente su euforia. Así, el Nasdaq, que es el índice que mide los precios de las acciones de empresas llamadas tecnológicas y que se asocian con eso que se conoce como la "nueva economía", subió 6.44 por ciento el viernes y el Dow Jones --índice que mide el precio de las principales acciones del mercado-- creció 1.34 por ciento ese mismo día.
En el mes de mayo, y según los datos oficiales, se perdieron en ese país 116 mil empleos en lo que constituye la caída más grande en los últimos ocho años. Esta reducción de las plazas de trabajo afectó especialmente a la población negra e hispana y se dio al mismo tiempo que se frenaron los aumentos salariales que se habían registrado en los meses recientes. Esto sería una señal de que la economía estadunidense se estaría desacelerando, tal y como ha sido la intención de las autoridades monetarias de la Reserva Federal (Fed) durante los últimos meses. El diagnóstico es que la economía crece demasiado aprisa y se emplea mayor número de personas; un mercado laboral muy apretado hace subir los salarios y con ello los precios. El objetivo principal de las autoridades monetarias es bajar la inflación y para contrarrestar la presión salarial sobre los precios se elevan las tasas de interés para hacer más caro el crédito a la producción y al consumo, lo que desalienta la contratación de más trabajadores. Este es el círculo lúgubre que define la lógica de los mercados. Mucho bienestar es insostenible.
La Fed ha aumentado en varias ocasiones las tasas de interés sobre el dinero que presta a los bancos comerciales. La tasa de corto plazo de los fondos federales llegó a 6.5 por ciento el 17 de mayo, siendo la más elevada desde enero de 1991; la tasa de redescuento es 6 por ciento y la tasa a la que los bancos prestan a las empresas más pequeñas es 9 por ciento. Pero los datos del desempleo indican que estos aumentos podrían haber llegado a su fin y, con ellos, las presiones inflacionarias. A partir de estos hechos conviene pensar cuál es la capacidad de ajuste que tienen los mercados y cómo se requiere de la intervención en su libre funcionamiento.
Es curioso que la medida de inflación se aplica solamente a los precios de los bienes que se consumen y aquéllos que componen los insumos de los productores, pero no se consideren los precios de las acciones. Es en los mercados de acciones en los que la propia Fed ha señalado que se han sobrevaluado los precios con respecto a las utilidades esperadas de las empresas, eso es inflación y expresa una amplia actividad especulativa. El caso es si las mayores tasas de interés han cumplido su misión de desalentar la inflación, y si con ello se puede mantener la tasa de crecimiento esperado de la producción. Lo que se busca es un "aterrizaje suave" del mercado que evite un ajuste fuerte y provoque una recesión. Aún es pronto para cantar victoria y el regocijo bursátil es señal de que las condiciones básicas que se quieren combatir están vigentes y ello puede crear una nueva etapa de inestabilidad.
La economía de mercado funciona con ciclos recurrentes en los que la expansión se alienta por medio de la creciente inversión, el aumento de las utilidades de las empresas y la generación de mayor empleo. Esa fase culmina una vez que se agota la fuerza creada por la inversión y se inicia la fase recesiva que persiste hasta que se renuevan las fuerzas de ascenso. En eso consiste la operación de los mercados. Eso no significa que los ciclos terminen en crisis, pero indica que la expansión no es indefinida. La actual fase de crecimiento en Estados Unidos lleva ya ocho años y el hecho que se requiera de altas tasas de interés y de un mayor desempleo para alcanzar un cierto ajuste, muestra cómo se pagan los costos del mismo e indica que la expansión está en su etapa de agotamiento.
El crecimiento de la economía mexicana está asociado estrechamente con el dinamismo de la producción y del consumo en Estados Unidos. La manera en que se alcance allá el ajuste es un dato esencial para la política económica.
Concentrar la expansión en el sector exportador no será suficiente para mantener la recuperación de largo plazo en México y ello pone en evidencia las grandes lagunas en el modo en que operan los mercados y se desarrolla la actividad económica. La expectativa de mantener altas tasas de crecimiento con cada vez menor inflación no son sostenibles en un escenario como el que se está anunciando. El cambio de gobierno ocurrirá en un entorno en el que los ajustes que se han hecho, y que tienen un alto grado de cosmética, pueden no sostenerse y las correcciones que será necesario hacer van a ocurrir tarde y con mayores costos. En este terreno hay una responsabilidad de esta administración a la que le importa entregar buenas cartas el primero de diciembre y quien encabece el próximo gobierno. El ajuste de la economía puede ser bastante grande, así como también las expectativas que se han ido creando.