LUNES 5 DE JUNIO DE 2000
Ť Versión libre de la obra de Botho Strauss; fue estrenada el sábado
Siete puertas, un viaje de gran aliento bajo la dirección de Luis de Tavira
Ť El público debe estar dispuesto a convivir medio día con quienes apuestan a crear experiencias
Mónica Mateos Ť Para Luis de Tavira, el teatro debe ser una experiencia de vida, un compromiso sin reticencias, tanto para quienes lo realizan como para el espectador. Con esa idea dirige Siete puertas, de Botho Strauss, puesta en escena que se estrenó el sábado en el Centro de Formación Teatral San Cayetano, ubicado en Capulhuac, estado de México.
El lugar aloja a varias generaciones de estudiantes y maestros para quienes la experiencia teatral es un viaje interminable "alentado por los enigmas".
Ahí se fraguó la obra que ofrece algo más que sus cuatro horas de duración, porque requiere de la disposición del público para convivir medio día con quienes le apuestan a crear experiencias -que no espectáculos- en las cuales se "condensa toda la vida en un instante".
En San Cayetano, la premisa es concebir y construir al teatro como "un instrumento retorcido en el que uno debe soplar con toda el alma para obtener al final, por lo menos, un tenue sonido adecuado. No más, pero nada más que para obtener eso hay que tener un gran aliento".
Así surgen en escena los 11 relatos que conforman el montaje Siete puertas. Se trata de mosaicos que, a manera de caleidoscopio, diseccionan emociones, actitudes, inercias.
Las puertas son la constante. Las entradas y salidas, variables de las que puede aparecer una mujer buscando, obsesiva, al dueño de su edificio o la madre adúltera refugiada en casa de su hija.
Ileana Diéguez explica como bienvenida al espectador que esta versión libre de Luis de Tavira y Stefanie Weiss a la obra del alemán Strauss es "un paisaje de ocasos, de fracturas y anonimatos, son signos de un tiempo demasiado diferente. No hay tampoco una historia, ningún gran relato, ni paradigmáticos personajes. Apenas instantes de vidas cotidianas, momentos intrascendentes que hacen la existencia".
En ese sentido transcurren los 11 periodos, plagados de símbolos y absurdos, de esperanzas y contundencias: "El más sensato cede... No, el más sensato se impone", dice uno de los personajes del cuadro El retorno maléfico.
Son verdades que nacen desde la crisis o la inercia, que pueden lograr momentos jocosos (como en La boda) porque se cruzan umbrales, sin temor, sin expectativas, para desnudar, apenas un instante, las rutinas.
Esa es la propuesta del director: mostrar lo que siempre está presente, "sin heroísmos", para propiciar reflexiones como la que se recrea en El suicida y la nada: "ƑY si fuera cierto que no hay trascendencia, que la eternidad es un fraude?".
Luego de las primeras dos horas, el público comparte un refrigerio con los habitantes del centro de formación teatral. Es tiempo para charlar acerca de las actuaciones, de las puertas móviles que conforman la escenografía diseñada por Philippe Amand, las cuales son el hilo conductor de ese viaje "de gran aliento" a través del teatro de Luis de Tavira.
Escribe Ileana Diéguez: "Treinta y tantos años después del apogeo de los proyectos comunitarios, de las creaciones colectivas y utópicas, hemos consensuado la media light y pareciera que sucumbimos ante el ofrecimiento sobreabundante de eventos sin sentido. Como si viniéramos de una voluntad fatigada o de un exceso de voluntarismo.
"Lo que ahora se ofrece es el resultado de un fatigoso proceso, de esos que implican años y geografías diversas. Es el recorrido de un grupo de estudiantes que en su persistencia por acceder al teatro, hoy, devienen actores y actrices, artesanos, creadores. En su memoria llevan topografías disímiles. Desde las viejas paredes de la Casa del Teatro, los verdes y húmedos campos de Xico, hasta los amplios, noviciales y comunitarios espacios de San Cayetano.
"Es un extenso e intenso recorrido alentado por los enigmas de la teatralidad. Un largo viaje que no finaliza, que alcanza un punto de mutación. Lo que hoy se configura con la solemnidad de la bella apariencia, emerge de una experiencia activada por los impulsos de la magia dionisiaca."
Casi a la medianoche, luego de concluidos los 120 minutos del segundo acto, algunos espectadores se quedan comentando en los largos pasillos del ex convento los aciertos y turbulencias del montaje.
Varios se quedarán a dormir en San Cayetano. Otros se dirigen hacia la salida. Cruzan la puerta, ese umbral hacia "el soplo de una noche que contiene la embriaguez de un largo aliento".
(Para asistir a las funciones de Siete puertas, de Botho Strauss, versión libre de Luis de Tavira y Stefanie Weis, hay que hacer reservaciones en Casa del Teatro a los teléfonos: 5659 5981 y 5659 4238)