MIERCOLES 7 DE JUNIO DE 2000
Ť 35 años de realizar miniaturas de fina factura y valor creativo
Revive Luis Felguérez el mágico arte de hacer muñecos de plomo
Ť Los personajes de la vida política actual, los de mayor demanda entre coleccionistas
"Yo soy un soldado de plomo,
polvo, sol, pobre y hambre, y no existe ninguno que me ama y que me llama..." Fragmento del
Soldadito de Plomo, de Werner.
Juan José Olivares Ť Con más de 35 años de ser cocreador de vida con sus miniaturas de plomo que se vuelven personajes de otro mundo, Luis Felguérez -hermano del escultor Manuel- acepta que luego de fracasar en 18 tiendas de artesanías y arte popular, decidió fabricar algo que no utilizara mucho material, pero si jugara con la fantasía e imaginación. "Después de varias quiebras me tuve que dedicar a la miniatura, algo que siempre me había gustado mucho".
Una tradición del siglo pasado
La tradición de las figuras de plomo se remonta al siglo pasado, y prosperó en países como Alemania, Austria, Inglaterra y España, donde se utilizaban como juguetes, haciendo honor a una tradición castrense con los soldados de plomo. "Ahora lógicamente los que compran las figuras no las quieren como juguetes, sino como piezas para coleccionar. De hecho a mí me surgió el gusto porque en los años cuarenta yo jugaba con soldaditos de plomo. Lo que pasa es que cuando salió el plástico, sustituyó a todo el juguete de plomo, por ser más caro".
Don Luis comenta que son algunos artesanos los que se dedican a modelar -primero en plástilina los moldes en los que se vacía el metal- cualquier clase de personajes, famosos o no.
"Hay unos modelos que son europeos y nada más se copian con técnicas que se realizan aquí, o bien cuando tenemos una idea la vamos desarrollando. Trabajamos el tema de los muertos o cualquier otro, pero lo que últimamente ha tenido más éxito es la línea política."
Dice que cuando se presenta algún hecho social significativo, los creadores de las figurillas de plomo la aprovechan para crear nuevos modelos, lo que les ayuda a actualizarse en este arte y a utilizar su quehacer para, de algún modo, llegar a la crítica social.
Un privilegio para la vista
Y ciertamente estas figurillas, delicadas y a la vez fuertes y resistentes, resultan un deleite para la vista, ya que son de notable factura; hay varios modelos de Carlos Salinas (en Almoloya, en Berlín, etcétera, "es muy fácil de realizar esta figura"), además se puede encontrar a Vicente Fox, Francisco Labastida, Cuauhtémoc Cárdenas y el subcomandante Marcos, entre otros.
Agrega que por lo regular la gente compra las figurillas de plomo como recuerdo o para coleccionar, generalmente la venta es de un muñeco, pero hay producción que es para exportar y entonces sí la transacción es por varias piezas, que son hechas sobre pedido. Además, "tenenos cajitas de barro con historias como la de los inmigrantes, los cazadores de Arizona, que forman parte de una visión crítica de los hechos actuales".
Para Luis Felguérez, la idea de seguir creando vida artificial en pequeño, viene a ser parte de una tradición y reminiscencia, aunque esto sea poco comercial, no obstante, "se requiere de cierta sensibilidad para hacer el trabajo; es difícl vivir de un negocio que produce puras cosas que no sirven para nada (ríe)".
Sin embargo, para quienes nos acercamos a esas pequeñas figuras podemos decir que son de gran utilidad a algunos permitirán recordar su niñez, a otros conocer una tradición, y a algunos más reconocer en la miniatura la fortaleza del plomo.
Don Luis y su familia continúan trabajando en esa fábrica de pequeños sueños, viviendo para diseñar esos objetos que para algunos se han vuelto de culto y admiración, y los cuales pueden conseguirse en Hamburgo 85, en la Zona Rosa.