MIERCOLES 7 DE JUNIO DE 2000

Ť El plan, similar al de Garwin, que fue rechazado


Propone Putin un escudo nuclear que incluya a la OTAN y la UE

Ť Difícil, hablar de paridad armamenticia entre EU y Rusia

Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 6 de junio Ť Haciendo su juego, en un intento de contraponer a Europa con Estados Unidos, el presidente Vladimir Putin aprovechó su estancia en Italia para volver a insistir en su propuesta de crear un escudo nuclear conjunto, ahora a tres bandas, incorporando a la OTAN y a la Unión Europea.

Aunque Putin no ha hecho del dominio público su plan, más allá de reiterar la tesis de que sólo un sistema común podría evitar un desequilibrio de fuerzas y garantizar ciento por ciento la seguridad de cada uno de los países europeos con la aportación de Estados Unidos, el planteamiento mismo encuentra cierto eco en el viejo continente.

ITALY_RUSSIA_PUTIN La iniciativa rusa cae en el terreno fértil de las reticencias de algunos países de la OTAN respecto de los planes de Washington de instalar un sistema nacional de defensa antimisiles, que protegería de un eventual ataque exclusivamente el territorio de Estados Unidos.

Al mismo tiempo, la propuesta de Putin es irreal porque, según lo que ha trascendido, parte de un principio inadmisible para Estados Unidos: sustituir el excluyente proyecto estadunidense por un escudo común, basado en colocar en territorio de Rusia, argumentando cercanía con los focos potenciales de "nuevas amenazas", rampas de lanzamiento de misiles tácticos que podrían interceptar de inmediato cualquier ataque imprevisible.

El punto más débil de la oferta rusa es que dicho sistema común de misiles tácticos, y no estratégicos que violarían el tratado ABM de 1972, tendría que ser financiado por Estados Unidos. Obviamente sería más barato que el sistema nacional de defensa antimisiles que quiere Estados Unidos, pero el poderoso lobby que lo promueve en Washington busca precisamente lo contrario, sacar la mayor tajada posible.

Palabras más, palabras menos, Rusia está proponiendo algo similar al rechazado plan alternativo que en su momento presentó Richard Garwin, famoso físico especialista en misiles, que considera "mucho más fácil poner una tapadera sobre cualquier país que un paraguas sobre todo el territorio de Estados Unidos". La diferencia es que Garwin sugería instalar el sistema antimisiles en barcos y submarinos, y Rusia ofrece su territorio.

Por otro lado, al reconocer la existencia de "nuevas amenazas", Putin lleva agua al molino de Clinton y corre el riesgo de acabar pronto hablando también de Estados delincuentes. La desafortunada definición parece un invento del mismo lobby que en su tiempo logró incrementar a cifras astronómicas el gasto militar estadunidense para contrarrestar el peligro del Imperio del Mal, que se vino abajo junto con la Unión Soviética.

De suponer que Corea del Norte, Irak, Irán, Libia o cualquier otro país se atreviera a lanzar un misil contra Estados Unidos, incluso al precio de ser borrado del mapa instantes después, sería más justo denominarlos Estados suicidas. Además, que se sepa, ninguno de esos países representa una amenaza directa para Rusia.

Putin asume parcialmente la retórica estadunidense como última carta para evitar que Washington saque adelante su proyecto de escudo nuclear propio. La alteración unilateral del ABM acabaría con el concepto de destrucción mutua asegurada al romper el equilibrio del terror, que establece dicho tratado al dejar a un país atacado capacidad suficiente para destruir al agresor.

La connotación económica del problema

Por ello, de proceder el plan de Estados Unidos, para restablecer el equilibrio Rusia tendría que iniciar una nueva carrera armamentista, que simplemente no está en posibilidades de financiar.

Ya de por sí es difícil hablar de paridad con Estados Unidos. El general Anatoli Sitnikov, director general de armamentos del Ministerio de Defensa ruso, reveló este martes que "Rusia gasta al año un promedio de mil millones de dólares en adquisición de armamentos y Estados Unidos, 93 mil millones de dólares".

Para mantener a un nivel más o menos aceptable la capacidad de defensa rusa, sin incluir la renovación de los misiles estratégicos, las necesidades anuales del ejército y la marina de guerra de Rusia, según Sitnikov, son de 350 tanques, 450 carros de combate para infantería, 600 carros blindados, mil 500 piezas de artillería, 200 aviones y helicópteros y otros equipos por una suma de 16 mil millones de dólares.

"En lo que va de año -señala con preocupación el general- el ejército recibió un solo avión, ni un helicóptero nuevo, y cerca de 30 unidades de carros blindados. Cada vez tenemos menos armamento convencional".

En tanto, el proyecto de presupuesto para 2001 que preparó el gobierno ruso prevé mantener el gasto de defensa al mismo nivel que este año (cerca de 3 mil millones de dólares, en total), cuando tan sólo la primera fase del escudo nuclear estadunidense representaría un gasto de 60 mil millones de dólares.

Esa cantidad costaría instalar los primeros 250 misiles interceptores, lo que hace pensar al general Sitnikov que, en el corto plazo, sería dudosa la eficiencia del escudo nuclear de Washington. "Incluso si tuvieran 500 misiles -reflexiona- en el mejor de los casos derribarían 480 cohetes, pero los otros 20 bastarían para destruir Estados Unidos".

En realidad, y es muy comprensible por sus implicaciones a largo plazo, Rusia se resiste a perder su condición de superpotencia nuclear, que le otorga el actual equilibrio del terror.

Y en ese propósito de tratar de impedir la supremacía de un país por encima de los demás, Rusia puede encontrar, aunque cada uno tenga sus propias razones, aliados en Europa y, desde luego, también en China.