JUEVES 8 DE JUNIO DE 2000

La paz que espera, saldos del zedillismo

 

* Magdalena Gómez *

Los próximos días 9 y 10 de junio se realizará el Encuentro Nacional de la Sociedad Civil para reafirmar que se quiere la paz. A seis años de zedillismo nos encontramos con un balance plagado de dobles discursos y de hechos ominosos, entre los que destacan la masacre de Acteal, la matanza de El Bosque en Chiapas, la masacre de Aguas Blancas en Guerrero, el incumplimiento de los acuerdos de San Andrés, el rechazo a la propuesta de la Cocopa, la masiva militarización, el apoyo a grupos paramilitares.

El EZLN en enero de 1994 tuvo la virtud de plantarse frente al Estado a riesgo de la vida de sus integrantes para irrumpir ante la nación entera con el mensaje reivindicatorio de los pueblos indígenas. Logró con ello la atención de sectores nacionales e internacionales que jamás habían pensado que existe en nuestro país un rezago, una deuda histórica con estos pueblos.

Este parteaguas coincidió con el momento en que el poder se disponía a festejar el ingreso de nuestro país al umbral de "los países desarrollados", ocultando que para ello dejaba detrás de sí a los sectores sociales que están en la raíz misma de sus orígenes como nación.

A ese mérito indudable del EZLN correspondieron amplios sectores de la sociedad conscientes y democráticos, colocándose en medio del campo de batalla para demandar el cese al fuego y la vía del diálogo para lograr una paz con justicia y dignidad. Fue su movilización de tal magnitud que logró hacerse oír por el poder y éste decretó el cese al fuego a doce días de iniciado, a lo que el EZLN respondió con la misma postura.

En estos seis años el poder encabezado por Ernesto Zedillo se fue encegueciendo a medida que tenía evidencias de que este movimiento por la paz es nacional y que no se resuelve con las estratagemas que en el pasado le han sido tan útiles al régimen. Es un movimiento que no ha permitido margen alguno de cooptación y que ha resistido las maniobras clientelares que lucran con las necesidades básicas de los pueblos y sus comunidades, incluso ha resistido el cerco militar cada vez más estrecho. ƑCuál prueba nos hace falta a los mexicanos sobre la congruencia política del EZLN que no ha reanudado el fuego desde enero de 1994?

ƑCuál es el costo que no quiso pagar el gobierno zedillista para alcanzar la paz? No quiso cumplir unos acuerdos firmados por sus representantes en febrero de 1996; no quiso impulsar una reforma constitucional que reflejara en nuestro derecho lo que la realidad expresa: la pluriculturalidad de unos pueblos que demandan autonomía no como retórica o discurso, sino como posibilidades concretas de poder de decisión sobre sus asuntos fundamentales.

En estos años se ha debatido en nuestro país sobre el tema indígena mucho más de lo que se hiciera cuando en el siglo XIX se proclamó la necesidad de una nación que cerrara filas frente a la agresión extranjera, aun a costa de su diversidad interna. Liberales decimonónicos y neoliberales han salido al respaldo del régimen priísta que se ha cerrado al cambio más profundo que podía haberse planteado en el umbral del nuevo siglo: pensar a la nación desde su pluriculturalidad, organizarse de manera que se favorezca su respeto, combatir la ignorancia nacional y la discriminación frente a los pueblos indígenas y proponer su autonomía como mecanismo para su reconstitución paulatina.

La reacción del zedillismo fue montar una agresiva campaña nacional contra el EZLN y los pueblos indígenas. Ante el reto de fortalecer la soberanía con respeto a la autonomía de sus diversos pueblos, se inventó el fantasma de la balcanización; pretendiendo ignorar que precisamente los pueblos han demandado pertenecer al orden jurídico fundamental se les acusó de pretender su desintegración.

Con ayuda de los recursos públicos, el Ejecutivo federal ha movido a los medios de comunicación que responden a sus intereses, mientras ha sido claro cuáles medios y cuáles mexicanos y mexicanas se han comprometido en la apuesta por la paz y la pluriculturalidad, por un México que deje atrás la esquizofrenia de que una cosa dice su Constitución y otra es la que sucede en la realidad.

Junto a su negativa para cumplir lo firmado en San Andrés, el régimen ha ampliado la presencia militar no sólo en Chiapas, sino en diversas regiones del país y ha creado cuerpos militares vestidos de civil como la Policía Federal Preventiva en un esquema que anuncia el control militar de los movimientos sociales.

Hoy que estamos a unos días de las elecciones nos reuniremos en el Encuentro Nacional de la Sociedad Civil para reafirmar nuestra vocación pacifista frente al clima que se vive en Chiapas en estos días y que se percibe como una amenaza frente a la paz y a la transición democrática.

El régimen priísta sabe muy bien que ante su muy probable derrota electoral le queda la carta de la desestabilización y el voto del miedo. Este encuentro de la sociedad civil busca colocarse como hace seis años en medio de las fuerzas retrógradas y del lado de la democracia, la paz y la legalidad. *