JUEVES 8 DE JUNIO DE 2000
* Juan Moreno Pérez *
El rescate de Serfin/ II
Además de los 100 mil 84 millones de pesos en que se valuaron los cuatro pagarés en poder de Serfin a principios de abril, el valor actualizado de los diferentes apoyos que recibió ese banco desde 1996, de parte del Fobaproa y del IPAB, se calcula en 72 mil 303 millones de pesos. Sumados los dos conceptos, se calculó el costo total del rescate de Serfin en 172 mil 387 millones de pesos.
Los apoyos en efectivo de Fobaproa a Serfin empezaron a mediados de 1996, cuando ese banco fue intervenido de facto, simulando hasta julio de 1999 que seguía funcionando sin grandes problemas. Pero el hecho más grave, que explica en buena medida el enorme costo fiscal en que finalmente se incurrió, fue que además se simuló que el banco estaba siendo capitalizado por el "grupo de control", encabezado por Adrián Sada, también principal accionista del grupo Vitro.
En junio de 1996 se anunció que el citado "grupo de control" había realizado una inversión en acciones por 360 millones de dólares (2 mil 700 millones de pesos), usando los recursos existentes en tres fideicomisos de ING Bank (México) y proporcionados por la sucursal de ese banco extranjero en Dublín, Irlanda. Así, se aparentó que los principales accionistas estaban capitalizando el banco, fondeándose en el extranjero.
Pero el ING Bank de Dublín había obtenido los recursos de un fondo denominado Eagle Trust, constituido en la sucursal Jersey de ese banco. El citado fondo fue creado con recursos proporcionados por el Banco Obrero, intervenido por las autoridades desde noviembre de 1994. Es decir, quien había capitalizado a Serfin era el Fobaproa, con fondos públicos, pero aparentando una inversión privada con fondos provenientes del exterior. El cruce de operaciones sólo incrementó el costo del rescate.
En julio de 1996 se anunció que una emisión de obligaciones de Serfin, por 290 millones de dólares, había sido adquirida por JP Morgan. La realidad fue que Fobaproa ofreció a esa firma extranjera una elevada tasa de interés, de Libor más 2.25 puntos, además de una "comisión de éxito", si lograba vender algún título a inversionistas extranjeros. JP Morgan mantuvo esas obligaciones hasta octubre de 1997, cuando las volvió a vender a Fobaproa en 319 millones de dólares, obteniendo una utilidad de 29 millones de dólares, sin haber logrado colocar nada.
Fobaproa sustituyó esos títulos por acciones equivalentes a 19.9 por ciento del capital de Serfin y las vendió al Hong Kong Shangai Bank (HSBC), a cambio de títulos de deuda externa del gobierno mexicano por un valor nominal de 174 millones de dólares. Como esos papeles (bonos Brady) se operaban con descuentos de alrededor de 60 por ciento, HSBC en realidad sólo pagó 104.4 millones de dólares por unos papeles que Fobaproa había comprado a JP Morgan en 319 millones de dólares, cargando al erario la pérdida resultante.
Además, el SHBC exigió una serie de condiciones leoninas al Fobaproa para quedarse con 19.9 por ciento de las acciones de Serfin. Entre esas condiciones estuvo una "protección" al valor de su inversión, consistente en que bajo cualquier circunstancia todos los accionistas podían perder su inversión, menos los extranjeros, ya que Fobaproa los compensaría.
Durante 1996 Fobaproa adquirió de Serfin una serie de "activos" improductivos, como créditos hipotecarios denominados "meseta"; un crédito otorgado al fideicomiso que construyó la central termoeléctrica de Topolobampo; una cartera de valores; y títulos de deuda soberana. Esas operaciones, junto con la inversión simulada mediante el ING Bank, alcanzan un valor, a abril de 2000, de 16 mil 472 millones de pesos.
En 1997, los apoyos consistieron en "compra" de créditos carreteros; el pago en efectivo de parte de la cartera de créditos hipotecarios incluida en el llamado Tramo III; la operación citada con JP Morgan y HSBC; y la adquisición de acciones y obligaciones. Las operaciones descritas tuvieron un costo, a valor actual, estimado en 22 mil 751 millones de pesos. En 1998, Fobaproa adquirió un paquete de acciones que se había ofrecido a JP Morgan y que finalmente no tomó. Ese gasto ascendió a 580 millones de pesos, 730 de ahora.
En 1999, el IPAB decidió utilizar los "activos" disponibles para capitalizar a Serfin. Así, tomó 8 mil 188 millones de pesos de las "chequeras" correspondientes a lo que se había podido recuperar de los créditos amparados por los pagarés emitidos por Fobaproa. También decidió utilizar 11 mil 326 millones de pesos de las reservas que había constituido Serfin para enfrentar la participación en pérdidas pactada. Además, el IPAB compró a Serfin acciones de Cintra por 516 millones de pesos. El costo actual de esas operaciones asciende a 21 mil 423 millones de pesos.
Para concluir el "saneamiento" de Serfin y ponerlo en condiciones de venta, el IPAB decidió constituir reservas por 4 mil 950 millones de pesos y adquirir activos "grises", es decir, con valor comercial de cero, por 5 mil 618 millones de pesos. Las dos operaciones se realizaron con recursos presupuestales, en enero del presente año, y representan un costo de 10 mil 927 millones de pesos a la fecha en que se vendió Serfin.
En conclusión, la estimación de que el costo del rescate de Serfin asciende a 172 mil millones de pesos, aunque no es exacta ni perfecta, parece bastante sólida, ya que está calculada tomando como base la documentación disponible. Lo que originó ese enorme costo, así como sus verdaderos beneficiarios, es algo que debería ser aclarado e investigado por las autoridades, para evitar que algo así vuelva a repetirse.