* Armando Cisneros Sosa *
Chalco o cómo tapar el pozo
LA INUNDACION DE VARIAS COLONIAS del municipio Valle de Chalco-Solidaridad y el cierre de la carretera México-Puebla, causados por la ruptura de un canal de aguas negras, han puesto nuevamente en evidencia el problema de la urbanización de la ciudad de México. Ante las imágenes de miles de damnificados podemos preguntarnos: ƑCómo se planifica la ciudad? ƑCuál es la vulnerabilidad de la población? ƑQué resultados prácticos han tenido las millonarias inversiones en infraestructura en la gran ciudad? ƑCómo se garantiza la seguridad de sus habitantes frente a desastres naturales?
En el panorama de la urbanización en México puede decirse que el caso de Chalco es uno más de los errores del crecimiento anárquico, sin racionalidad técnica ni prevención ecológica. Nacido en plena época neoliberal, producto de un ambicioso programa de expansión de la periferia, Chalco fue promovido hace unos 20 años por las autoridades del estado de México, para quienes el crecimiento urbano desorbitado era una medida inevitable ante la concentración poblacional. La idea era planificar el desorden, adelantarse a lo que era producto de alguna ley natural y crear los espacios necesarios para grandes asentamientos populares. En la práctica lo que se hizo fue "normalizar" la especulación del suelo, dar pie a fraudulentas intervenciones de ejidatarios y diferentes actores locales, incluyendo las autoridades municipales, ofreciendo suelo barato y dando lugar a "ganancias" impensadas. Hoy viven en Chalco-Solidaridad cerca de 300 mil personas y puede decirse que desde el punto de vista financiero el proyecto tuvo éxito. Puede admitirse incluso que muchas familias han tenido acceso a suelo barato y conseguido un patrimonio.
Pero desde una perspectiva urbana global, Chalco, como también sucede en otras partes de la zona metropolitana y en otras ciudades del país, constituye una contradicción severa. Para empezar, siempre se supo, se utilizaron zonas inundables que por ese solo hecho estaban vedadas para toda urbanización. En segundo lugar se eligieron suelos en los que cualquier construcción resulta más cara y difícil. Los primeros drenajes, por ejemplo, fueron inútiles y se dañaron casi de inmediato. Además, la existencia del canal de La Compañía siempre ha constituido una amenaza y las obras de contención, ahora lo vemos, nunca fueron adecuadas. Por supuesto que siempre ha sido necesario el entubamiento del canal, o al menos una protección mucho muy superior a la actual.
Mucho se invirtió en Chalco, especialmente a través de Solidaridad. Se electrificó, se dieron títulos de propiedad y se hicieron otras obras. Pero aun así han quedado serias deficiencias urbanísticas. La primera es la cuestión del drenaje, que es insuficiente y probablemente la zona requiere grandes obras, como en la zona central de la ciudad. En segundo lugar, no se tienen mecanismos de prevención de desastres, a pesar de los organismos y normas que existen desde los años ochenta.
Chalco es claro ejemplo de lo que no se debe hacer en materia de urbanización. Al finalizar los ochenta fue alarmante el grado de abandono urbanístico en que estaba y las obras de Solidaridad algo hicieron por la zona. Sin embargo, para resarcir totalmente los errores cometidos aún falta mucho por hacer, especialmente en materia de infraestructura y protección de desastres. Ahora se ha tenido una muestra del grado de daños que puede sufrir la zona con una lluvia más o menos fuerte. Pero los daños pueden ser mayores y Chalco está aún indefenso.
No es un error abrir extensiones a la población de escasos recursos. Es incluso una necesidad social y una tarea del Estado benefactor hoy tan endeble. Pero lo que no puede repetirse es la urbanización irresponsable en aras del beneficio particular y, lo más grave, poniendo a miles de familias en riesgo de perder todo. Hoy hacen falta nuevas y grandes inversiones en Chalco para impedir desastres como el que ahora se vive. Tal vez ahora se hagan, pero en todo caso sería tapar el pozo después del niño ahogado.