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México, D.F. domingo 11 de junio de 2000
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Editorial

LA MUERTE DE UN RAS Y UNA INCOGNITA

SOL El ras (presidente) de Siria, Hafez Assad, era mucho más de lo que su título sugiere. En efecto, había subido al poder tras derrotar al ala izquierda de su partido, el Baas, partido trasnacional árabe nacionalista-socialista creado por un sirio, Michel Aflak, en los comienzos de la lucha por la independencia de los países árabes. Desde el Septiembre Negro de hace 30 años (la matanza masiva de palestinos por el entonces rey Hussein de Jordania, otro hombre de hierro muerto recientemente), había dirigido con puño de acero su país, aplastando sublevaciones como la de Homs o múltiples intentos de golpes de Estado. Había guerreado contra Israel y controlado el Líbano enviando decenas de miles de soldados sirios al valle de la Bekaa para presionar a Tel Aviv y obtener la devolución de las estratégicas alturas del Golán, situadas a pocos kilómetros de Damasco, y que se yerguen sobre los territorios sirio e israelí. Y había hecho la vida imposible a Yasser Arafat y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y, ahora, a la Autoridad Nacional Palestina, financiando y apoyando militar y políticamente a las organizaciones palestinas más radicales e incluso terroristas, hostiles a la negociación con Israel.

Desde siempre, además, disputaba con sus hermanos-enemigos del Baas iraquí y con Saddam Hussein, el control de ese partido panárabe y, en nombre de Siria, litigaba con Irak y con Turquía (aliada de Israel) por el control del agua de los ríos Tigris y Eufrates, que nacen en la península de Anatolia y corren por Siria hacia Irak para desembocar en el Golfo Arábigo.

Este enfermo crónico había logrado eliminar a sus delfines y opositores y controlar totalmente el poder del Estado a través de un estrecho clan, como él perteneciente a la minoría étnico-religiosa alahuita (mientras la inmensa mayoría del país es sunnita o incluso chiíta). De este modo concentraba en sus fuertes manos demasiadas cuestiones, todas ellas de enorme importancia. Su muerte deja hoy en el poder a su hijo -hubo que cambiar a última hora la Constitución para permitir que éste, un coronel y oculista, llegase a la presidencia a pesar de tener sólo 35 años- y abre una fase llena de tremendas incógnitas.

La primera de éstas es de orden interno, pues habrá que ver si quienes apoyan al joven Bashar lo temen o lo respetan como a su padre Hafez, cosa que será muy importante para su duración en el cargo y su propia seguridad física. La segunda, muy ligada con ésta, es regional: Israel acaba de retirarse del sur del Líbano, donde todavía están las tropas sirias. ƑEl gobierno de Beirut, muy ligado a Damasco, buscará librarse del abrazo del oso alahuita? ƑLos grupos palestinos radicales financiados por Siria mantendrán la misma dependencia de Bashar Assad si éste intenta, para afirmarse en el gobierno, una distensión con Israel y un acercamiento con la OLP? ƑEl gobierno israelí, en plena crisis, podrá controlar a la derecha, que creerá llegado el momento de romper las negociaciones sobre la devolución del Golán, inclusive a costa de una pelea con Estados Unidos? ƑLa derecha israelí no encontrará en la crisis siria un argumento para aumentar su intransigencia antipalestina y forzar la situación al extremo, buscando incluso que la resistencia popular en los territorios ocupados quite bases al gobierno de Yasser Arafat e impida la creación del anunciado Estado palestino? ƑAprovechará Turquía, apoyada por Washington y aliada militar de Israel, para presionar aún más a Damasco? ƑAprovechará Bagdad para hacer lo mismo? ƑQué pasará en el Baas y con el Baas, presente en todo el Norte de Africa, además de en Yemen y en Irak?

Lo cierto es que el dictador militar Hafez Assad era también un factor de contención de fuerzas que su muerte amenaza desatar y que su figura importante deja un gran vacío que desestabiliza todo el panorama medioriental y todo el mundo árabe. Lo cual es muy preocupante.


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