DOMINGO 11 DE JUNIO DE 2000

Ť La semana en Estados Unidos

Ť Encarnizada, la lucha entre Al Gore y Bush por el centro vital
Ť Mínimas, las diferencias políticas entre ambos presidenciables
Ť El gobernador de Texas usa estrategias de campaña de Clinton

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 10 de junio Ť Todas las encuestas de opinión señalan que la competencia entre Al Gore y George W. Bush para la presidencia de Estados Unidos se ha cerrado aún más; también señalan que la mayoría del electorado está prestando poca o nula atención a las campañas presidenciales que culminarán en las elecciones de noviembre próximo.

Y para los que sí están interesados en el ámbito político, es cada día más y más difícil distinguir entre los dos principales candidatos a la Casa Blanca.

El llamado centro vital, o radical, es el terreno que se intenta conquistar, y mientras Gore continúa celebrando los logros de Bill Clinton durante los últimos ocho años --en gran medida obtenidos al robar temas que son tradicionalmente republicanos--, Bush utiliza, y de forma muy efectiva, la misma maniobra: ocupar el terreno de los temas tradicionalmente demócratas para ganárselos a Gore.

El resultado: con cada día que pasa es menos fácil detectar las diferencias de fondo entre las propuestas y afirmaciones políticas del candidato presidencial demócrata y del republicano.

El republicano Bush, gobernador de Texas, durante los últimos dos meses ha ingresado al territorio de temas tradicionalmente monopolizados por los demócratas: educación, seguro social, medio ambiente y vivienda, entre otros.

Utilizando la maniobra del presidente Bill Clinton en sus campañas de 1992 y 1996, cuando logró arrebatarle a los republicanos temas como la reforma del Estado asistencial (welfare), defensa de la pena de muerte, y una política fiscal de presupuesto balanceado, Bush está proponiendo reformas en rubros demócratas.

Por ejemplo, Bush promueve la idea de que todo estudiante que llegue al tercero de primaria debe saber leer y ofrece promover miles de millones de dólares para lograrlo. En 1996 Clinton propuso lo mismo y prometió miles de millones para lograrlo.

Hace unas semanas, Bush anunció una iniciativa para limpiar abandonados sitios industriales contaminados; durante su campaña de 1996, Clinton visitó esos sitios en otro estado y propuso casi lo mismo.

Avance republicano

La estrategia está funcionando y la semana pasada varias encuestas indicaron que Bush superaba a Gore por entre seis y 10 puntos en la preferencia electoral.

Bush logró enfrentarse a Gore, campeón de asuntos ambientales y de educación, en su propio terreno y ponerlo a la defensiva.

Hasta en el rubro del armamento nuclear --supuestamente uno en el que Gore ha trabajado mucho--, Bush propuso una reducción sustancial del armamento nuclear estadunidense, dejando a Gore, como en los otros casos, criticando las "propuestas riesgosas" avanzadas por su contrincante pero sin lograr avanzar las suyas.

Esta semana, Gore lanza una contraofensiva que, según sus asesores, logrará nulificar los avances de Bush.

Se anunció una "gira de progreso y prosperidad" con la intención de enfocar al electorado en la idea de que Gore comparte el crédito junto con el mandatario Bill Clinton del auge económico más amplio de la historia moderna del país.

También dará a conocer una serie de propuestas económicas sobre cómo manejar efectivamente el superávit del presupuesto federal estadunidense.

Pero el vicepresidente de Estados Unidos enfrenta un problema grave: las encuestas indican que la preocupación del electorado no es por cuál de los dos principales candidatos es la mejor opción para manejar el auge económico.

Sin embargo, los analistas políticos insisten en que Al Gore tiene una ventaja decisiva sobre su retador: los ocupantes de la Casa Blanca casi siempre ganan la elección cuando la economía está en auge, y los pronosticadores académicos, los más acertados en los últimos años, recuerda The Economist, señalan que el vicepresidente ga- nará en noviembre próximo.

Mientras tanto, Bush continúa con su estrategia para ocupar ese llamado centro vital de la política estadunidense. No cesa de repetir que ganó 50 por ciento del electorado latino y 25 por ciento del negro en su última campaña como gobernador de Texas.

Después de maniobrar peligrosamente durante las elecciones primarias en las aguas de la extrema derecha de su partido, Bush se ha movido rápidamente al centro sin, hasta ahora, perder a los sectores claves más conservadores.

Grietas en la unidad demócrata

Por el momento, el Partido Republicano parece estar más unido políticamente que en muchos años, lo que sucede enfrente.

El Partido Demócrata parece mantener una unidad más precaria, y esto fue notable durante el debate para otorgarle a China un trato comercial normalizado que dividió al partido: las bases claves del sector sindical se desalentaron con la promoción de Clinton y su vicepresidente de la iniciativa comercial con China.

De hecho, un grupo de 65 legisladores demócratas --conocido como Nueva Coalición Demócrata-- pro empresariales y campeones de los sectores de alta tecnología, votó a favor del asunto de China y parece tener más en común con Bush que con su propio candidato.

Sin embargo, todo esto no ha despertado el interés de la mayoría del electorado. Por cierto, incluso si hubiera más atención pública sobre el futuro de este ejercicio democrático, ocupar el centro vital parece sólo lograr que esta gran contienda sea entre dos candidatos muy parecidos en sus propuestas políticas.

Si esa impresión se mantiene hasta el otoño, la gran decisión ante las urnas podría reducirse a sólo cuál cae mejor.

De nuevo, la gran oferta de la alternancia en el poder estadunidense no resulta en una decisión entre diversas y múltiples opciones. Por lo tanto, a unos meses del gran evento político de cada cuatro años, todo cambia y todo sigue igual.