La Jornada lunes 12 de junio de 2000

Carlos Fazio
Fox y la izquierda

Un grupo de intelectuales y dirigentes que se reclaman de izquierda han levantado la imagen de Vicente Fox como la alternativa del cambio en México. Han planteado los comicios del 2 de julio como un referéndum entre el cambio y el no cambio: Fox o que siga el PRI. Han dicho que una elección no es un concurso de belleza entre candidatos, plataformas o principios. Su programa se resume en cinco letras: ganar.

ƑPor qué la izquierda debería votar por un fundamentalista de derecha como Fox? Porque es el único que puede derrotar a Francisco Labastida.

No hay argumentos, puro pragmatismo. En nuestro mundo mediático, el debate de ideas se ha convertido en un simulacro. Vivimos bajo la hegemonía de la racionalidad instrumental. La pertinencia de la transformación radical de la sociedad, el cuestionamiento del poder y las jerarquías, las formas de organización social, el proyecto de nación yacen en el basurero de la historia. ƑQué es una sociedad justa? La dictadura del pensamiento único uniformó las ideas. Se discute sobre lo adjetivo, no sobre la sustancia de las cosas. El italiano Vattimo dice que la racionalidad de fines ha desaparecido. La única pregunta es cómo adaptarnos al orden establecido. Un orden "natural". La modificación de lo existente se presenta como impensable. Lo único que hay que discutir es cómo edulcorarlo o mejorarlo.

Se vive la realidad como una práctica adaptativa absorbida por el pragmatismo. La palabra confrontación se ha convertido en sinónimo de pecado. Hablo de la confrontación de ideas, de programas. ƑQué diferencia al PAN del PRI? No el proyecto de país. El PRI es más corrupto, sí, pero el PAN ha sido su cómplice. El PAN ha sido más democrático desde la oposición, pero la intolerancia de Fox y sus inconsistencias pueden conducirlo rápido hacia un autoritarismo de nuevo tipo. Fox es la atenuación de 71 años de gobiernos de partido de Estado. La respuesta ligth a una crisis estructural profunda: un vendedor eficaz para la tiranía del mercado, un buen actor para la sociedad del espectáculo, de la representación, de las máscaras, pero no es la respuesta para el cambio profundo que el país requiere.

Dos palabras sobre la izquierda y el voto útil. Desde la óptica de la racionalidad dominante, la polémica de ideas es improductiva, no tiene utilidad. Bien, Ƒpero qué es, por ejemplo, ser de izquierda hoy? ƑQué es la izquierda? ƑQué la diferencia de la derecha? El mundo está lleno de socialistas que actúan como la mano izquierda de la derecha. México también.

El revisionismo y el travestismo político están de moda. Muchos se asumen como la "izquierda moderna", la "verdadera", la que viene a remplazar a la izquierda autoritaria, caudillista, mesiánica. Pero estos izquierdistas modernos son patéticos: cobran en Bucareli y solapan asesinos en casa y en la UNESCO.

Nadie, hoy, quiere confesarse "de derecha". No es elegante. Un hecho incontrastable que define quién es y quién no es de izquierda, es el actual genocidio económico. Un genocidio que en México tiene nombres concretos y víctimas contables: Fobaproa, anatocismo, militarización, Acteal, Aguas Blancas, derechos humanos... 68 millones de pobres. No es de izquierda creer que tiene sentido seguir progresando con ese "progreso" que sigue ahondando las diferencias. No alcanza con proclamar estar a favor de los "jodidos", reivindicar a Rosario Ibarra y su lucha por los desaparecidos, al 68. Eso suena a demagogia. Es de izquierda quien se rebela y no acepta el orden injusto establecido. Quien está convencido de que es posible cambiar esas cosas y lucha por ello. Quien siente pasión por la justicia y una indignación ética ante las tropelías de los poderes fácticos. Es conmoverse por el caso Gelman, por las muertas de Ciudad Juárez y por la niña-madre Paulina. Ser de izquierda es también una actitud de vida; requiere de una cierta "inteligencia sintiente", emocional. No significa hablar de los pobres. Es una cuestión de dolores y olores. De hambre. De no saber leer cuál es la próxima estación del metro. Es un asunto de poder, de valer, de dignidad. Ser de izquierda es ser solidario con los campesinos de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, con los estudiantes de la UNAM y El Mexe, con los maestros, con la huelga de sobrecargos de Aeroméxico.

El debate intelectual ha caído en la indiferencia, en la grisura. El intelectual es una especie en extinción. En México, la labor intelectual está encriptada en un ámbito institucionalizado, hiperjerarquizado. Los intelectuales viven a la sombra del Príncipe; se perdió la independencia crítica. En nombre de la razón de Estado se dedican a crear condiciones de gobernabilidad o para la estabilidad del sistema. Son los intelectuales del mercado total. Enterraron la utopía. Pero una izquierda que no incluya la utopía no es izquierda. Utopía como crítica o negación; como búsqueda de alternativas, constructiva. La izquierda como transformadora de la historia. Que vincule la ética con la política. Que sienta una pasión insobornable por la justicia y por la redención de los excluidos de la globalización imperial. Etica, política, utopía. El cambio en México requiere que la izquierda no se centre; que no se foxilice. La alternancia es cuestión de tiempo.