José Blanco
Desconcierto y alternancia
Según el "sondeo de sondeos", o promedio de los sondeos (véase por ejemplo el realizado por Cidac), el foxista "voto útil" se tambalea: Fox llega a la recta final debajo de Labastida y con tendencia a la baja. Pero también según los sondeos, el segmento de los indecisos šha aumentado! desde el "martes negro" en que el guanajuatense mostró una faceta que parece haber dado origen a ese aumento de indecisos, a su propia tendencia actual a la baja y a la tendencia al alza de Cárdenas.
Lo ocurrido desde ese martes significa que una buena parte de quienes decidieron retirarle su voto y su confianza al señor de las botas, no decidió aún entregárselo a otro candidato.
No hay duda: esos ciudadanos que hoy siguen desconcertados sin saber qué van a hacer frente a las urnas, decidirán la elección presidencial. Altamente paradójico para la mayoría, que ya decidió lo que hará el 2 de julio y, podemos suponer, sabe por qué tomó la decisión que ya tomó. Pero si el grupo de los indecisos finalmente se distribuyera de manera análoga a los decididos, el candidato oficial ganará la contienda.
No hay elementos para saber si la parte de los indecisos tendrá esa distribución, pero al menos en relación con lo ocurrido el "martes negro" puede decirse que no es difícil que las tendencias se conserven. El desencuentro de Fox con una parte de sus votantes, que lo abandonaron, no parece ser un mero tropezón. De serlo, ya habría sido absorbido.
Un triunfo priísta en las condiciones descritas habrá sido decidido en el margen, por el voto de "la continuidad por la continuidad", derrotando al voto de "la alternancia por la alternancia".
Dice la propaganda foxista que esta elección es un plebiscito sobre la continuidad o el "cambio". No es verdad: bajo las condiciones anteriores y dada la cercana proximidad de las proporciones de votantes entre Fox y Labastida, sería tal plebiscito, pero sólo en el margen. No en el grueso de la elección que, entre otras cosas, incluye al voto duro del PRI y del PAN respectivamente.
Es verdad que la experiencia de la alternancia, en el nivel presidencial fortalecería la incipiente democracia mexicana (en los niveles de gobiernos estatales y municipales, y en los Congresos, la alternancia es una realidad desde hace algún tiempo). Pero la alternancia que Los Amigos de Fox nos propone es el "cambio" de personas. Al mismo tiempo, la persona que nos propone tiene unas convicciones distintas a las de la mayoría de los ciudadanos mexicanos. Hablo de sus convicciones reales, no de las que fue comprando a sus asesores en las últimas semanas y que expresa de manera inconsistente consigo mismo el candidato panista. Es de esta realidad de la que ha surgido la definición correcta de que Fox representa "la alternancia por la alternancia", lo cual no tiene sentido real profundo; sólo apariencia de alternancia, fuegos de artificio, mentiras, y posiciones más conservadoras aún que las que pueden ser halladas en el PRI.
En tales condiciones, el único voto útil para cada cual es votar por el candidato que le dé más confianza; aquél cuyas propuestas le satisfagan en mayor medida.
Si un número menor de los hartos del PRI vota "la alternancia por la alternancia", Fox no ganará, sino Labastida; y el resto de los partidos opositores ocupará un espacio político de representación mayor. La estructura porcentual de la representación política, en ese caso, puede estar más ajustada a la pluralidad social real.
El PAN y el PRD, en ese escenario, tendrán que aceptar que un mero asalto al poder es extraordinariamente difícil, y que es indispensable insertarse realmente en la sociedad y convencer de sus programas a la mayoría en el largo plazo; de ese modo, encumbrarse en el poder político sería una expresión natural de los deseos de la mayoría de la sociedad.
Por otra parte, esa estructura porcentual de la representación política, en la hipótesis descrita, representaría, para el PRI, un arduo problema de gobernabilidad. Dado el raquitismo de nuestra cultura democrática, no es remoto que las oposiciones al PRI (PAN, Amigos de Fox y PRD), de manera distinta, armaran un gran aquelarre a partir del día 3 de julio, durante varias semanas, antes de comenzar a negociar, por necesidad, el programa de gobierno, acaso la composición del régimen, los acuerdos en el Congreso.