VIERNES 16 DE JUNIO DE 2000

* Astillero *

* Julio Hernández López *

Es de justicia investigar el origen de los dineros que Vicente Fox ha usado para su campaña por la Presidencia. Hay suficientes indicios para justificar tal indagación, entre otros los relacionados con las sospechosas triangulaciones hechas por la empresa de uno de sus hermanos, llamada Vegetales Frescos (mismas iniciales, por cierto, que las del candidato panista a la Presidencia) y, desde luego, los correspondientes a las siempre impugnadas finanzas de los llamados Amigos de Fox, tras de las cuales suele suponerse que hay patrocinadores de la acechante derecha extranjera y nativa.

ƑY el otro presunto implicado?

Pero, tal como lo ha hecho notar el propio Fox, al enterarse de la resolucion parcial tomada por órganos legislativos dominados por priístas para hurgar en el asunto de sus dineros de campaña, tal decisión parece facciosa e injusta si no se extiende cuando menos a otro de los presuntos implicados en ese pecado genérico, como es, obviamente, el aspirante priísta, Francisco Labastida Ochoa, sobre quien se ha mantenido una sostenida y muchas veces bien documentada acusación de contar con el apoyo pleno del aparato gubernamental para sus tareas de proselitismo.

Los riesgos que aparecen tras los supuestos fondos foxistas deben ser disipados por investigaciones oficiales, pues hacen suponer inversiones de capitales extranjeros, sobre todo estadunidenses, que estarían a la espera de la reciprocidad del presunto proximo presidente a la hora de tomar decisiones trascendentales de gobierno. Iguales expectativas tendrían algunos de los financiadores locales, varios de los cuales están apostando a las dos cartas principales, la del PRI y la del PAN.

El círculo Ƒeterno? del fraude

Pero, aun cuando los matices adjudicados a los presuntos patrocinadores secretos de la campaña labastidista exaltan menos los espíritus nacionalistas, no son por ello menos nefastos.

Nadie habla con énfasis de que al sinaloense lo estén financiando intereses extranjeros conjurados para comerse a México en escabeche, ni banqueros siniestros como los que dibujan entre otros Rius y Naranjo (aunque, desde luego, esos intereses, los del capital extranjero y los de los banqueros, concurren entusiastamente a las alforjas priístas). Pero es altamente probable que los tiburones que surcan los mares labastidistas sean de igual o peor peligrosidad.

En apoyo financiero del priísta han concurrido gobernadores y funcionarios públicos que, destinando parte del erario para sacar adelante a su candidato, creen garan- tizarse impunidad plena para esos saqueos coyunturales, electorales, y para los otros muchos que vayan organizando. El fraude electoral, sustentado en el fraude al erario, es un círculo vicioso que busca mantenerse hasta la eternidad. Pero, además de esas evidencias de que el aparato gubernamental está delictivamente volcado a favor del candidato del sistema, subsiste y se afianza la sensación de que capitales oscuros tratan de ganar espacios, posiciones, futuros favores, complicidades.

Poner bajo verdadera investigación tales indicios fuertes, tanto del lado panista como del priísta, podría llevarse más tiempo del que realmente se dispone, pues los comicios están a la vuelta de la esquina y, además, es impensable que a estas alturas pudiera asestarse algún tipo de sanción ju- rídica importante a alguno de los dos candidatos citados.

En ese escenario de creciente confrontacion polarizada, de trapitos al sol colgados al aire, contrasta el caso del PRD, cuyo candidato a presidente, Cárdenas, se ha mantenido firme en la exigencia de que se investiguen por igual los fondos de campaña de todos los candidatos, con un acento especial en los casos de Fox y Labastida.

Mientras tanto, para beneplácito de los mexicanos todos, el gobierno de Clinton ha expresado su confianza en la limpieza de los próximos comicios, ya que considera que la estructura electoral federal permitirá que la contienda del 2 de julio sea la más transparente de cuantas en estas tierras del aguila y el nopal ha habido.

Falsas promesas

El candidato de José María Córdoba a senador por Jalisco, Raymundo Gómez Flores, dice que desde hace dos meses, cuando le entregaron la citada postulación priísta, ha dejado de ser un empresario para convertirse, en realidad, en un político. No cree en las dualidades de empresario-político o político-empresario, asegura el principal accionista de Dina y Minsa, a quien el gobernador panista de aquella entidad, Alberto Cárdenas Jiménez, acusó de haber hecho su fortuna inmoralmente, al amparo de los gobiernos priístas.

Seguramente para demostrar que ya maneja con pericia el instrumental de los políticos, el citado Gómez Flores ya incumplió una promesa muy formal que había hecho. En respuesta a las acusaciones del gobernador Cárdenas, Raymundo había prometido que el martes 13 haría declaraciones a la prensa para "quitarle lo pendejo" al citado mandatario blanquiazul. Llegado el plazo, el hombre que multiplicó extraordinariamente su riqueza durante el salinismo reconoció que iba a fallar a su palabra. Dijo que era humanamente imposible quitarle al gobernador lo que la naturaleza le había asignado.

Por cierto, ha llegado a tal abandono el espíritu corporativo priísta que a pocos les pareció irregular el hecho de que el citado empresario haya asegurado que cooperó eco- nómicamente para la campaña del ahora gobernador panista. Según los estatutos priístas, alguien que hubiese colaborado para una campaña contraria al PRI debería ser sancionado y, desde luego, no podría ser candidato a nada.

El caso Sarmiento

No debe haber duda. El citatorio a Sergio Sarmiento fue un exceso inaceptable que de ninguna manera puede ser callado. Tras el asunto Stanley hay podredumbre suficiente como para generar la guerra de Televisión Azteca contra el gobierno cardenista en general y contra el procurador de Justicia en particular. Pero los excesos cometidos por esa empresa, o las innegables ligas entre el Salinas concesionario de televisión y los Salinas de Gortari, no pueden justificar de ninguna manera acciones como la tomada para hacer declarar a Sarmiento y pretender hurgar en los pormenores de una entrevista con el ex presidente incómodo. El hecho de que el propio Ricardo Salinas Pliego hubiera dicho que debían preguntar a Sarmiento sobre los términos en que se acordó y realizó la entrevista citada, no puede ser usado como presunta justificación. Fue un exceso inaceptable, y así deben asumirlo las propias autoridades. La solidaridad en este caso específico con Sarmiento no puede ser, desde luego, solidaridad con la conducción facciosa de Televisión Azteca, ni con su postura de servicio al foxismo-salinismo, sino simplemente la defensa convencida de un derecho profesional agraviado.

Astillas: Héctor Quispe entrevistó a Diego Armando Maradona para Reforma. El gran futbolista declaró su enorme admiración por El chavo del ocho, personaje de Roberto Gómez Bolaños con el que se identifica plenamente. Además, habló sobre su profunda creencia en Dios, pero no en la jerarquía católica: "No creo en el Papa. Porque yo he vivido en Italia, cerca del Vaticano. Por eso digo que más conozco al Papa; más conozco a la Iglesia; más conozco un montón de cosas que respeto, pero que no estoy de acuerdo como lo estuve antes..."

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