VIERNES 16 DE JUNIO DE 2000
* Se rindió homenaje a quien descifró el misterio de la escritura maya
Lo creado por una mente humana puede ser resuelto por otra, decía Knórosov
* Con la realización de un video y la publicación del Compendio Xcaret, se reivindica al lingüista
* Sus aportaciones son ''insuperables'', sin embargo el investigador ruso murió en el abandono
Miryam Audiffred * Hubo una vez un secreto que se volvió piedra y cerámica. Era el misterio de la escritura maya inscrita en estelas, dinteles, vasijas y códices; el enigma de una sabiduría considerada ''indescifrable" hasta que, un día, el ruso Yuri Valentinovich Knórosov se obsesionó por comprenderla.
''Lo que fue creado por una mente humana puede ser resuelto por otra", comentó una y mil veces este lingüista que la noche del miércoles fue homenajeado en el Museo Nacional de Antropología por los académicos e investigadores Enrique Florescano, Teresa Franco ųtambién titular del Instituto Nacional de Antropología e Historiaų Eduardo Herrera, Tiahoga Ruge y el rector de la Universidad de Quintana Roo, Efraín Villanueva.
Escritura fonética y silábica
A más de un año de su deceso ųocurrido el 30 de marzo de 1999ų, Knórosov fue reconocido como el hombre que abrió las puertas al conocimiento profundo de la cultura maya mediante ''uno de los mayores logros intelectuales del siglo XX": descubrir que la escritura de este pueblo era fonética y silábica.
Lejos de lo que pudiera imaginarse, este hombre nacido en Járkov, Ucrania, en 1922 llegó a tal hallazgo sumergido en una pequeña oficina del Instituto Etnográfico de Leningrado y sin haber viajado nunca a México o Centroamérica.
Sin embargo la situación política de la época ųen plena guerra fría su figura representaba al comunismo políticoų y el rechazo del arqueólogo inglés Eric Thomson ųquien para entonces había tomado el liderazgo de los estudios encaminados al desciframiento de la escritura mayaų fueron suficientes para condenarlo al desconocimiento casi total que, ahora, llega a su fin gracias a la realización de un video que permite conocer a plenitud la vida y obra del investigador y a la publicación del Compendio Xcaret, cuyos tres tomos reúnen el método de lectura ideado por Knórosov, el catálogo de signos mayas y las transcripciones que el lingüista hizo de los códices Dresde, Madrid y París.
La última hipótesis
Además de abordar el trabajo efectuado por el autor de La escritura de los antiguos mayas (1963), el video Knórosov. El desciframiento de la escritura maya, elaborado por Eduardo Herrera y Tiahoga Ruge, en el contexto del proyecto Videoteca Universal CNCA pone al descubierto la última hipótesis del investigador ruso.
De acuerdo con Herrera, Knórosov pensaba que el origen de las civilizaciones de Mesoamérica se encuentra en un lugar llamado Las Siete Cuevas, sitio que nada tiene de imaginario o mitológico, pues está ubicado ųsegún sus estudiosų en lo que actualmente es la frontera de Nuevo México, Utah y Colorado, en Estados Unidos.
En 1997 el investigador ruso tuvo la oportunidad de visitar este lugar y de pisar México, país al que conoció cuando siendo muy joven leyó un artículo del investigador alemán Paul Schellhas, que lo introdujo súbitamente a un universo del que sólo podría separarse al morir.
Lucha por hacer factible lo imposible
Se sabe que el lingüista Knósovov tenía 21 años cuando encontró la Relación de las cosas de Yucatán, escrita por Diego de Landa en el siglo XVI, y se enfrentó por primera vez a los códices mayas reproducidos por los hermanos Antonio y Carlos Villacorta. El mundo padecía los delirios de la Segunda Guerra Mundial y él había sido llamado al frente de guerra. Participaba en la toma de Berlín, cuando descubrió que el ejército ruso estaba vaciando la gran Biblioteca Nacional de la capital alemana y que los libros eran empacados en cajas para su traslado. Al acercarse encontró los ejemplares de De Landa y los Villacorta y comenzó su lucha por hacer factible lo imposible.
Yuri Valentinovich Knórosov encontró la clave que había sido buscada desde que fray Diego de Landa pisó el nuevo continente en 1547 y se vio obligado a quemar una gran cantidad de códices mayas debido a que las autoridades eclesiásticas consideraban una ''superstición y falsedad del demonio" todo lo relacionado con el mundo indígena.
A miles de kilómetros de distancia aprendió español y trabajó en silencio con la compañía que pueden brindar un gato, un cigarrillo y una botella de vodka. Si bien sus aportaciones son ''insuperables", Knórosov murió solo ųa causa de un derrame cerebral y una neumonía que contrajo al permanecer varios días en un pasillo heladoų y fue enterrado en un antiguo basurero de San Petersburgo. Seguramente, el lingüista está a la espera de que el tiempo confirme su última hipótesis.