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México, D.F. viernes 16 de junio de 2000
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Editorial

CARTAGENA: AGENDA INCOMPLETA

SOL En la cumbre presidencial del Grupo de Río, que comenzó ayer en Cartagena de Indias, Colombia, y que debe culminar hoy, los quebrantos financieros de la globalidad, así como los posibles mecanismos para prevenirlos, ocupan un lugar central.

Está previsto, por ejemplo, que en el encuentro se dé luz verde a la constitución del Fondo Monetario Latinoamericano, un instrumento regional multilateral que podría salir en auxilio de economías nacionales en crisis, y operar con mayor flexibilidad y comprensión que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En días recientes, los cancilleres de los gobiernos participantes han venido explorando, además de mecanismos de asistencia económica, posibles vías para que los países de la región puedan tener mayor peso en los foros financieros mundiales, cuyas decisiones no suelen tener en cuenta a nuestras naciones, pero las afectan, en cambio, en forma severa.

Adicionalmente, se ha informado que Colombia, México y Venezuela estudian la reactivación del Grupo de los Tres para impulsar un mayor dinamismo en sus relaciones económicas y comerciales.

En lo que se refiere, pues, a aspectos financieros y de integración regional, la agenda del encuentro en el puerto colombiano resulta encomiable y auspiciosa. En materias sociales y políticas, en cambio, la reunión cumbre será un mero ejercicio de simulación. A la vista del reciente informe de Amnistía Internacional sobre la terrible situación de los derechos humanos en varias de las naciones participantes -el nuestro y el anfitrión, en primer lugar-, el propósito colombiano de robustecer, en el encuentro, "el Sistema Interamericano de Derechos Humanos" parece una intención meramente declarativa. En efecto, en tanto no exista una perceptible voluntad política de todos y cada uno de los gobiernos latinoamericanos por respetar tales garantías y sancionar a los responsables de sus violaciones, no es fácil imaginar cómo podría fortalecerse, de manera multilateral, la vigencia de las garantías individuales básicas. Basta con observar la escasa atención que los gobernantes del área suelen otorgar a las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para comprobar la nula viabilidad del propósito colombiano.

Finalmente, en lo tocante al tema de la defensa y consolidación de los sistemas democráticos, punto en el que Colombia introdujo también una iniciativa de creación de mecanismos multinacionales, la reunión de Cartagena reviste un carácter marcadamente hipócrita, toda vez que en ella participa nada menos que Alberto Fujimori, para quien la invitación al encuentro significó un implícito espaldarazo por parte de sus homólogos latinoamericanos. Y ocurre que el mandatario peruano ha violentado de manera flagrante, en dos ocasiones, la institucionalidad política y la división de poderes, sin que ningún gobierno de la región se diera por enterado.


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