SABADO 17 DE JUNIO DE 2000
Ť Dictará la ponencia Del segundo sexo a la tercera mujer en la Uia
Lipovetsky sacudirá a los que niegan la posibilidad de capturar el espíritu actual
Ť Ofrecerá el lunes un diálogo académico acerca de su libro El crepúsculo del deber
Ť El filósofo francés viajará a Monterrey para explorar algunos temas incómodos
Miryam Audiffred Ť El filósofo francés Gilles Lipovetsky está en México y, como siempre, sacudirá las ideas de los que niegan la posibilidad de capturar el espíritu contemporáneo. Llega con la polémica bajo el brazo y dispuesto a calentar los ánimos por medio de la conferencia Del segundo sexo a la tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino, que ofrecerá el próximo martes en la Universidad Iberoamericana (Uia) -a las 18:00 horas- después de realizar --e1 lunes 19, a las 16:00 horas- un diálogo académico en torno de su libro El crepúsculo del deber. Después, viajará a Monterrey para convertir la Cineteca y la Escuela de Comercio de esta ciudad en los escenarios idóneos para explorar algunos temas incómodos de la actualidad.
Gurú de la posmodernidad
Considerado ''una de las grandes estrellas del pensamiento europeo", este hombre nacido en Millau, en 1944, propuso una de las tesis más explosivas de las últimas dos décadas: la libertad de hombres y mujeres se construye a partir de roles diferentes.
''El advenimiento de la mujer sujeto no significa aniquilación de los mecanismos de diferenciación social de los sexos", asegura Lipovetsky en su obra más reciente, La tercera mujer, texto que el año pasado fue publicado en español por Editorial Anagrama y hoy va en su tercera edición a pesar de la furia de los grupos feministas más radicales de Europa y América, los que a lo largo y ancho de estos continentes hacen pública su inconformidad por la difusión de un libro que -aseguran- va a contracorriente de una lucha consolidada en los años sesenta.
Y es que para este ''gurú de la posmodernidad" hay normas y valores sociales que no se han extinguido, no obstante la labor de mujeres como Simone de Beauvoir y de las revelaciones contenidas en El segundo sexo (1949).
Al respecto, el filósofo francés escribe que persiste la desigualdad. ''Mientras numerosos lugares y atribuciones sociales desaparecen, todo un conjunto de funciones tradicionales perduran y ello no tanto por inercia histórica como por su posibilidad de concordar con los nuevos referentes de la autonomía individual".
Si bien no cabe duda de que ninguna conmoción social de esta época ha sido ''tan profunda, tan rápida y tan preñada de futuro" como la emancipación femenina, el pensador deja claro que la modernidad no trabaja para hacer ''tabla rasa'' de la división sexual de las normas. ''En realidad -concluye- los tiempos modernos se están reconciliando con el pasado, haciendo que la alteridad masculino/femenino no resulte en absoluto invalidada por el curso de la igualdad".
Ni silencio ni anonimato
Más allá de la controversia generada por La tercera mujer, Gilles Lipovetsky es un frío observador capaz de captar los detalles y describirlos con una habilidad digna de ser comparada con la del escritor Tom Wolfe.
Sus obras La era del vacío, El imperio de lo efímero y El crepúsculo del deber lo han convertido en un autor de lectura obligada. Es más, podría decirse que El imperio de lo efímero (1987) es un libro tan importante como El hombre unidimensional, de Marcuse, y El Antiedipo, escrito por Deleuze y Guattari.
En esta obra, el también profesor de la Universidad de Grenoble analiza el universo de la moda para concluir que ésta no es sólo un lujo estético y periférico de la vida colectiva, pues se ha convertido en el elemento central de un proceso social que gobierna la producción y el consumo de la publicidad, la ideología y la cultura.
En su opinión, la humanidad ha entrado en una segunda fase de la vida secular de las democracias, organizadas cada vez más por la seducción, lo efímero y la diferenciación marginal.
''Lejos de las inquietudes que pueda suscitar una sociedad abocada a la obsolescencia de la cosas y del sentido, la moda aparece paradójicamente como un instrumento de consolidación de las sociedades liberales y como un vehículo inédito de la dinámica modernizadora."
Basta leer estos renglones para imaginar que las tesis de Lipovetsky no conocen el silencio o el anonimato. De hecho, sus palabras nunca han podido desprenderse del aplauso y el cuestionamiento porque quien -como él- defiende el individualismo hedonista de los habitantes de las sociedades desarrolladas, está a kilómetros de distancia de la puerta de acceso al universo de ''las buenas conciencias".