MARTES 20 DE JUNIO DE 2000
* Vilma Fuentes *
Le Marché de la poésie
"El Mercado de la poesía'' se inauguró el pasado 14 de junio en París. Sea simple, erótico, reflexivo, vago o espiritual, Ƒquién no se ha conmovido al menos una vez en su vida al leer o escuchar un verso ? A fin de cuentas, no se necesita saber leer para escuchar un poema. La escritura alcanza ahí su más alta expresión ųtan raraų cuando es auténtica. Y la autenticidad es de las armas la más criminal: la más transgresiva. El transgredido, sin por ello morir, no es el mismo después.
Porque de la misma manera en que resuena el eco de los campanazos en el caracol de los oídos tiempo después de que la campana guarda silencio, quien se ha dado el tiempo vacante de escuchar una o dos líneas de un poema no dejará de oír su eco el resto de sus noches para aliviar el insomnio, en sueños, al despertarse, en medio de una reunión tumultuosa, al filo de un olvido.
Delante de la luz cantan los pájaros...
Dejad que el viento hable,
ése es el paraíso.
Abril es el mes más cruel,
engendra lilas de la tierra muerta,
cosecha memorias y anhelos...
A veces un hombre y una mujer se
quieren (...)
Todo se hace en silencio
Como se hace la luz dentro del ojo...
Anda putilla del rubor helado,
anda, vámonos al Diablo
Cenizas serán, mas tendrán sentido,
Polvo seré mas, polvo enamorado.
Destellos inconsumibles que atraviesan la lengua y los tiempos como viaja la luz en su infinito derrotero.
Acaso por ello la excitación de Belphé y Azimuth, quienes hallan un buen pretexto para irse de pinta a pesar de las amenazas de Chronos, su viejo profesor. Pero ellos me alegan que hacen estrellas y poemas. ƑQué responderles?
En efecto, frente a la monumental iglesia de Saint-Sulpice, en la hermosa plaza que lleva el mismo nombre, tiene lugar desde hace casi 20 años el Marché de la Poésie, gracias a la iniciativa de Jean-Michel Place, editor y animador cultural.
A diferencia del gigantismo que caracteriza los Salones del Libro de Frankfurt, París y otras metrópolis, donde escritores, editores, periodistas y políticos se cruzan sin saludarse, ocultando las miradas de reojo con que calculan la importancia de uno y otro, donde el lucro prevalece muchas veces sobre cualquier tentativa literaria auténtica, y el público se extravía entre el exceso de la producción ųcuyos efectos son más nocivos que los de cualquier tipo de censuraų, sin poder saber qué busca, el Marché de la Poésie posee el encanto de lo familiar y lo accesible, la ligereza y lo fugitivo.
Nombre modesto, el de ''mercado'', pero que alude a la calidad artesanal ųy artísticaų de la poesía frente a la industria editorial.
Para el público, formado por conocedores y apasionados de poesía, la visita al Marché representa un paseo veraniego que ofrece el retorno al descubrimiento y al asombro de la infancia.
Los volúmenes pueden hojearse con tranquilidad, discutirse con el editor, relajado y sin prisas, de uno a otro de los stands de madera como los de una feria de pueblo. El lector, maravillado, duda entre uno, dos, tres libros y, gracias o a pesar de las posibilidades de su bolsillo, termina por comprar cuatro.
Alrededor de la fuente, se abren las callejuelas entre los puestos en enfilada. En uno de ellos encuentro a Milagros Palma, quien dirige desde hace once años la editorial Indigo-Côté-femmes. Su labor admirable ha dado a conocer en Francia más de 200 poetas, novelistas, cuentistas y ensayista de América Latina, sin por ello excluir de su catálogo autores de otros continentes interesados en temas cercanos a los nuestros.
Durante esta semana del Marché, Indigo presenta, en edición bilingüe cinco libros de poemas. Dos argentinos, El arbol de abril, de Vivian Lofiego, y la Primera Antología, de Olga Orozco; un cubano: Declaración pública de amor, de Soledad Cruz; un chileno: Poemas de amor a una desaparecida, de Pablo Poblete; y un peruano: Libro divino del desdeño, de Julio Heredia.
Presenta además dos novelas, una de Alice Eléonie sobre las dos religiosas desaparecidas en Argentina y otra de la misma Milagros Palma, Así es la vida y, para finalizar, edita El Directorio de escritores latinoamericanos en Francia.
Antes de acceder al stand de las ediciones de La Délirante, donde encuentro a Fréderic Magne, el magnífico traductor de Sor Juana Inés de la Cruz y de algunos poemas de Octavio Paz, caigo en el gentío que se precipita alrededor de un puesto que ofrece... guías para hacerse publicar.
Las actividades son múltiples y variadas durante las horas y los días de la semana. Si a cada esquina puede oírse un poeta improvisado en orador, sobre un estrado junto a la fuente, el público puede sentarse a escuchar poetas conocidos, seleccionados por los organizadores del Marché, así como a cantantes y actores. Existe también la posibilidad, más modesta, de inscribirse en el restorán para leer sus propios poemas en un micrófono, si se es capaz de enfrentar las pláticas y el ruido de platos y cubiertos. Pero la auténtica poesía pasa a través de todo: sentados a una mesa, con una editora, Jacques Bellefroid interrumpe de pronto la conversación para escuchar unos versos, diciéndonos: ''Ah, ahí hay algo...''
En efecto, a pesar del ruiderazo, la traducción al francés de un poema de Rilke se abre paso, resplandeciente.
Como se ve, el tiempo, en apariencia perdido, de alguna manera termina por ganarse.