MIERCOLES 21 DE JUNIO DE 2000

* Se inauguró muestra del creador mexicano en el Reina Sofía de Madrid


Europa por fin descubre a Francisco Toledo, dice Lampert

* Me habría gustado llevarla a París y Nueva York, confiesa la curadora de la exposición

* Es un logro reunir estas obras del ''más grande artista vivo de México'', asevera

Patricia Landino, especial para La Jornada, Madrid, 20 de junio * El Lagarto que muerde a la muerte, el Cangrejo en su petate o el Venado con zapatos, extraídos de la selva oaxaqueña por Francisco Toledo, se presentan a partir de hoy en el Museo Nacional de Arte Centro Reina Sofía de Madrid, en una exposición que reúne 94 cuadros, objetos, grabados, esculturas y fotografías del artista juchiteco.

Es la primera vez que una muestra tan amplia de Toledo viaja a Europa, donde es relativamente desconocido. Casi es un ''extraño", dijo a La Jornada Catherine Lampert, quien seleccionó la obra que se expuso recientemente en la Whitechapel de Londres y que hoy se presenta aquí.

Lampert, curadora de la galería londinense, quedó sorprendida con el arte y
la ''universalidad" de la obra del creador oaxaqueño, con la que tuvo un primer contacto en 1996 durante un viaje que efectuó a México. Comentó que desde entonces, a pesar de la reticencia del autor, se dedicó a reunir parte de su obra, en su mayoría perteneciente a coleccionistas privados, para mostrarla en Europa. Tanto en Madrid como en Londres, el trabajo del pintor mexicano, desconocido sobre todo para generaciones más jóvenes, ha causado honda impresión.

La selección realizada por Lampert abarca piezas creadas por Toledo entre 1960 y 1999, en las que utiliza una gran variedad de técnicas. Además de óleo sobre lienzo y papel, gouache, aguatinta, acuarela o litografía, inspiradas en paisajes, historias o arquitectura propias de Oaxaca; se muestran esculturas, piezas de superficies en relieve, con material granulado, dibujos sobre cera, hoja de oro sobre papel y madera, o bien cáscaras de pistache sobre papel.

Destacan, entre otras, las esculturas Venado con zapatos (1970), realizada en bronce pintado y cubierto con plata y hoja de oro, o la Mujer toro (1985), hecha de cera policromada, así como las conchas de tortuga revestidas con cera, madera, piedra o pintura.

La muerte, presencia constante

La encargada de seleccionar las piezas explicó que el recorrido de la exposición tiene que ver con las técnicas utilizadas, pero aún más con los temas que se apoderaron de la imaginación del artista. La primera parte la constituyen los ''Animales en tierra", todos ellos pintados al óleo, con tenues colores ocres, realizados entre 1974 y 1982. Uno de ellos es el Chapulín (1980), prestado para esta muestra por el Museo Rufino Tamayo.

En imágenes con un ''gran sentido del humor", en opinión de Lampert, Toledo
cuenta ''Historias de Juchitán", entre las que destacan El robo de la gran vaca (1973) o La Mesa (1978), pertenecientes a la colección de Abraham Zabludovsky.

En ''Imágenes multiplicadas" se muestran piezas realizadas entre 1974 y
1980, que en su mayoría, como las Serpientes o Toro en el laberinto, rozan lo abstracto. Pero Toledo también expresa una preocupación social y ecológica en imágenes como Cañonazo o Avispa crucificada, pintadas en 1998 y 1999.

En otras de sus piezas, el pintor tiene muy presente a Benito Juárez, al que pinta cruzando el Río de las calaveras rodantes o Embrujado.

A lo largo de la exposición, tiene una fuerte presencia la muerte, tema que
el pintor ha representado desde los orígenes de su carrera, en imágenes como
Muerte (1960), con alegres y fuertes colores, a La muerte Blanca (1990).

En contraste con la muerte, está el erotismo. ''Toledo no es ni primitivo ni civilizado, ni se desprende de los relatos trasmitidos por generaciones, ni ha dejado de leer a Sade y Dubuffet, ni cree en el respeto o la falta de respeto al lector de imágenes", escribe Carlos Monsiváis, en el catálogo de la exposición.

Ruptura y continuidadde tradiciones

Durante la presentación de la muestra, Lampert destacó el interés generado por la pintura de Toledo en jóvenes generaciones de artistas ingleses, a pesar de la ''poca conexión" entre la cultura sajona y la mexicana.

''Europa está descubriendo a Toledo. Son obras maestras en las que se aprecian elementos muy arraigados en su tierra. Se sienten los ecos de mitos y leyendas y cómo el artista se resiste a entrar en la cultura inventada desde el poder", dijo.

A los ojos de Lampert, A la orilla del mar, pintada por Toledo en 1974, es ''una de sus obras maestras. Se siente una electricidad en la pareja".

Toledo es, en síntesis, ''la ruptura y la continuidad de sus tradiciones", dice Monsiváis. El escritor recuerda al niño precoz que a los diez años dibujaba en las paredes de su casa, antes de haber visto pintura alguna.

''Toledo recupera y reconfigura lo que amó y le divirtió desde niño, las atmósferas y personajes que sólo le resultan legendarias a los de afuera", expresa el cronista.

''Si se me permite una hipótesis ųcontinúaų Toledo no quiere registrar un mundo a su nombre, sino aclararse un sedimento personal (étnico, social y literario), que no admite separaciones entre contenido y forma."

Se habló hoy de la influencia en la pintura de Toledo de, entre otros, Paul Klee y, por supuesto, de su coterráneo Rufino Tamayo, al cual curiosamente vino a conocer durante su estancia en París a principio de los años sesenta, y quien aparece en esta exposición en la imagen titulada Tamayo enjabonado. También la ciudad de Nueva York, antes de que el artista volviera a Juchitán en los años ochenta, nutrió la plástica del ''más grande artista vivo que hoy tiene México''.

Madrid es el último lugar que visita esta exposición, la cual a Lampert le hubiera gustado llevar a París y Nueva York. Por lo pronto, dice, ''es un logro reunir estas piezas y mostrarlas aquí".

(La exposición Francisco Toledo que alberga el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía permanecerá abierta hasta el próximo 28 de agosto.)