VIERNES 23 DE JUNIO DE 2000
* Con sus 24 libros y numerosos relatos cortos navega en la polémica
Philip Roth, con 67 años en la piel, inicia nueva etapa literaria y de vida
* The Human Stain, nueva novela en la que ofrece una visión actual de los estadunidenses
* Lo único que puedes hacer es quedarte en tu casa, dijo a Remnick, editor de The New Yorker
Miryam Audiffred * El escritor estadunidense Philip Roth siempre ha navegado en la polémica. De hecho, tiene más de cuatro décadas alimentando debates y generando, entre otros componentes de su narrativa, morbo e incertidumbre con los personajes ficticios de sus 24 libros y numerosos relatos cortos.
Dicen que él no tiene ''pelos en la lengua" y que hoy, con 67 años en la piel, por fin ha encontrado un poco de paz lejos de aquellos días en que sus artículos sobre el judaísmo despertaron la cólera de judíos y rabinos inmigrantes en Estados Unidos.
Para el editor en jefe de la revista The New Yorker, David Remnick, el autor nacido en Newark, New Jersey, en 1933 ha comenzado una nueva etapa de su carrera literaria y de su vida. Se trata de una fase de madurez que ha sido capturada por el periodista en una larga entrevista publicada recientemente por la revista; ejemplar en el que el autor de Goodbye, Columbus y The Breast hace un retrato de su cotidianidad y habla sobre su nueva novela, The Human Stain.
De acuerdo con el también autor de My Life as a Man y The Anatomy Lesson, este libro pone punto final a una trilogía que describe la vida de la posguerra estadunidense e inició con American Pastoral ųobra que retoma los conflictos de Vietnamų para continuar con I Married a Communist, en la que Roth retoma la figura del político Joseph McCarthy y, por supuesto, el macartismo.
A lo largo de las 13 páginas que dan forma a este artículo ųtitulado Into the Clear. Philip Roth puts turbulence in its placeų el nuevo libro del escritor se erige como una visión fresca de la atmósfera política y social de los estadunidenses contemporáneos.
Ubicada en los últimos años de los noventa, la historia de The Human Stain tiene como personaje central a un clásico profesor de escuela, Coleman Silk, quien debido a un incidente en el salón de clases ųocasionado por la larga ausencia de dos estudiantesų se ve obligado a renunciar por su supuesta conducta racista. Y es que este profesor ideado por Roth tiene la ingenuidad de preguntar a sus alumnos: ƑAcaso ellos existen o son fantasmas?
Pero Coleman Silk también es un hombre negro y éste es el gran secreto de la nueva obra del estadunidense quien, una vez más, plasma la presencia del narrador Nathan Zuckerman, así como lo hizo en sus libros de mediados de los años ochenta, The Ghost Writer y The Counterlife.
Al igual que en sus trabajos anteriores, este libro tiene un tinte de comedia, no obstante la historia es trágica y dolorosa. De acuerdo con Remnick, la escena más divertida sucede cuando un accidentado veterano de la guerra de Vietnam trata de superar su trauma y de dejar atrás su odio por los asiáticos obligándose a comer en un restaurante chino.
Incrédulo ante la muerte
Y si el quehacer literario del autor de Reading My Self And Others ocupa buena parte del artículo del editor en jefe de The New Yorker, el presente y el pasado del escritor también es aprehendido en la revista hasta mostrar con claridad que Philip Roth es un hombre solitario que, hoy, viste como estudiante recién graduado de los años cincuenta. Si bien pasó gran parte de su vida sumergido en una turbulencia casi total, su cotidianidad transcurre ahora en un pequeño pueblo en el que no hay librerías, cines o tiendas. ''Lo único que puedes hacer es quedarte en tu casa".
La tranquilidad es su inspiración. Y ésta no sólo le llega al escribir, pues es fácil verlo entristecer al hablar del lugar que ocupa la lectura en el ámbito académico y en el mundo cultural o al recordar en una charla informal que ''si cada año mueren 70 lectores, sólo dos son remplazados".
Entre los paisajes del noreste de Connecticut hay un hombre que envejece sin preocupación. ''Debo decirte que yo no creo en la muerte y no experimento el tiempo como algo limitado. Sé que puedo vivir tres horas o 30 años, pero esto ya no es una presión sobre mí. Creo que por fin terminaron las interrupciones porque el tiempo está de mi lado".