DOMINGO 25 DE JUNIO DE 2000

* Saludó el guanajuatense a su familia, incluidos los hermanos incómodos


Una eventual victoria priísta gravitó en todo el cierre

Arturo Cano * En automático, Porfirio Muñoz Ledo levanta el brazo cuando escucha el nombre de Cárdenas en boca de Vicente Fox: "Entiéndelo, Cuauhtémoc, unir fuerzas es lo mejor para ti, para el país y para tu gente".

Muñoz Ledo hace la V de la victoria mientras el "ya, ya, ya, ya ganamos", de la Alianza por el Cambio, se diluye en los matices que pone su propio candidato presidencial: "no unir fuerzas entre nosotros ųsigue Fox en su exhorto a Cárdenasų eleva las posibilidades de triunfo del PRI".

El nombre de Cuauhtémoc arranca una silbatina entre la mayor multitud que el PAN ųahora con aliadosų haya podido llevar a la Plaza de la Constitución. Nada le hace. Fox reitera su oferta y pone el plazo del miércoles próximo al perredista. De paso promete: "con el cambio y la democracia no está en riesgo la herencia del general Cárdenas, no está en riesgo la soberanía del petróleo, no está en riesgo el Estado laico, no están en riesgo las libertades civiles ni la estabilidad: con tu actitud sí está en riesgo la democracia".

Esas "posibilidades de triunfo del PRI" gravitan durante todo el acto de la Alianza por el Cambio, aunque el ánimo y la resistencia de la gente digan otra cosa.

"šCorre la voz, ya ganó Fox!", es la consigna.

Ovacionado por una multitud que incluso corea su nombre ųaunque los militantes de su Nueva República sean apenas unos lunarcitos en la plazaų, Porfirio Muñoz Ledo olvida sus calificativos contra Fox y también matiza el entusiasmo nacido de la mercadotecnia. ƑYa ganamos? "La paradoja ųdice el primer nombrado de un hipotético gabinete foxistaų es que hoy son los indecisos los que tienen la más grave decisión".

La moneda está en el aire, pues, según los matices de los aliancistas por el Cambio. No es el ya, ya, ya, ya que se canta y canta durante todo el prolongado acto.

Porfirio es presentado como "el ideólogo" del "gran movimiento cívico que en 1988 encabezaron grandes hombres y mujeres".

Hoy está aquí en nombre, dice, "de la izquierda democrática". Lo acompaña el hijo de Heberto Castillo, de nombre Héctor, quien también usa el micrófono, con mano temblorosa, para preguntar: "ƑPor qué esperar seis años más?", y luego ofrecer, en tono grave, la suma de su propia vida a la de los 600 perredistas muertos del inicio del salinismo a la fecha.

No son los únicos. Ahí andan los asesores y los ex comunistas. Y abajo, entre la multitud de panistas, un par de perredistas pasean una manta con el símbolo de su partido y la leyenda: "Perredistas por la alternancia".

"šFuera, fuera, fuera!", les gritan muchos panistas que no alcanzan a ver sobre las cabezas de los otros el resto del mensaje: "Vicente Fox presidente", se completa en la manta de los perredistas salidos del huacal.

Otras mantas, en las calles aledañas a la plaza, contienen mensajes de diversas partes del país para el candidato Fox. Dominan en los trazos los reflejos de la batalla publicitaria: "Ya ganamos", "Presidente Fox". Pero también hay advertencias y reclamos: "No privatice Pemex", dice una leyenda enviada desde la costa chiapaneca. "No venda la Compañía de Luz", dice otra de Atizapán, México. Son apenas apuntes.

En el despliegue panista de pantallas, grandes globos, rayos láser y confeti, lo que importa es la gran manta colocada en un edificio que mira al Palacio Nacional: "Enfrente despachará Vicente (flecha que apunta al Palacio del Ayuntamiento), y aquí al lado Santiago".

La multitud aplaude la ocurrencia y sigue en lo suyo, el entusiasmo desbordado que no desinfla ni la larga espera.

Para los foxistas todo tiene que ser "hoy" y "ya", menos el mitin de cierre de campaña. Porque sucede que está planeado como un spot publicitario, lo cual obliga al candidato a consumir alrededor de hora y media tras bambalinas, a la espera de que caiga la noche, y entonces se pueda tener el remate de luces y juegos pirotécnicos.

Mientras espera, Fox manda saludos a su familia sentada en una gradería (incluidos los muy parecidos a él e incómodos hermanos), charla con sus asesores y se toma fotos con colaboradores y artistas que participan en el "espectáculo", según la definición del maestro de ceremonias.

Pero ya. Parece que al fin comienza el espectáculo. Una muchacha, acompañada de bailarines descamisados y bailarinas que muestran las piernas (no se diga que somos mochos), canta: "Oye mi amor, el buen gobierno es con el PAN". Un dueto se avienta de nueva cuenta el ya, ya, ya, ya. Y luego, el plato fuerte: una representación de, suponemos, la idea foxista de la "identidad mexicana".

Los primeros bailarines llevan penachos y trajes de lentejuelas en la más pura moda aztecoide. Los segundos usan trajes de manta, bailan y luego se quedan como sometidos por el yugo colonial, es de suponerse. La música (de Antonio Calvo en "estreno mundial") deja el tono tristón y salen entonces otros bailarines: ellos de smoking, ellas de largo y olanes. Creímos venir a un mitin político y terminamos en una fiesta de 15 años, caray. "šDespiertaaaa México!", se oye la profunda voz de Vicente Fox un par de veces, mientras la multitud observa alborozada la representación del alma nacional en la versión del candidato.

Siguen bailarines que reinterpretan el jarabe tapatío, y también varias mujeres metidas en mallones de cuerpo entero, blancos, con alas de una tela ligera. Cuando está por terminar la música, se toman todos de las manos y hacen caravanas.

Entonces, de entre el grupo de bailarines surge Vicente Fox. Y arranca el mitin.

La uniformidad en las consignas y los símbolos desperdigados en camisetas, gorras, pintas en los rostros, viene de la publicidad, pero el entusiasmo es legítimo, con todo y que el spot publicitario alargue los tiempos. El cierre, por decir algo, incluye el paseíllo de los candidatos por el entarimado, el Himno Nacional con charros y chinas poblanas, castillos pirotécnicos y, ya en el clímax final, la canción del "ya" es rematada por explosiones de luces en el cielo, como en una película gringa que celebra de manera sosa el 4 de julio.

En la despedida, abarrotadas las calles alrededor del Zócalo, se siguen escuchando las consignas que aluden a la sordera del compositor Juan Gabriel ųquien lleva años escuchando protestas cuando arenga en favor del PRI. La batalla contra Juanga se multiplica en los carteles y consignas homófobas, y el gobernador de Nayarit, Antonio Echevarría, se encarga de resumirla en tribuna: "Ninguno de ustedes vino a escuchar a ese rarito que no paga impuestos".

Poco después, el presidente nacional del PAN enumera las tres actitudes que marcarán el quehacer de los ganadores de la Alianza por el Cambio: generosidad, diálogo y tolerancia.

Lejos del "suicidio colectivo", al que según Fox lleva Cárdenas a sus seguidores.

Hoy domingo, en esta misma plaza, veremos qué responden los propensos al "suicidio colectivo".