DOMINGO 25 DE JUNIO DE 2000
* La semana en Estados Unidos
* Los sindicatos, piezas clave en el cálculo electoral demócrata
* El desencanto de gremios preocupa al vicepresidente Al Gore
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 24 de junio * Los sindicatos han sido base política fundamental para el Partido Demócrata, pero esta semana algunos de ellos, claves a nivel nacional, dijeron que consideran abandonar el partido, mientras que varias encuestas registran un "creciente nivel de desencanto" de los agremiados y sugieren incluso que muchos podrían decidir no ir a las urnas en las elecciones generales de noviembre.
En Estados Unidos, donde menos de 50 por ciento de los ciudadanos con derecho al voto participó en la ultima elección presidencial, el deterioro en el apoyo sindical podría tener severas consecuencias para el Partido Demócrata. Aunque sólo 16 por ciento de la fuerza laboral está sindicalizada, en la última elección nacional los hogares de sindicalistas representaron casi una cuarta parta de todos los votos registrados.
Por lo tanto, no sorprendió esta semana que los promotores de la candidatura presidencial de Al Gore invirtieran muchas horas intentando convencer a varios líderes sindicales, tambaleantes en su apoyo al demócrata, de no abandonarlo. Pero eso no evitó que el secretario general del sindicato Teamsters, con un millón 200 mil miembros, James Hoffa, se reuniera con Ralph Nader, líder del Movimiento de Defensa del Consumidor y candidato presidencial del Partido Verde, y permitiera al aspirante presidencial republicano, George W. Bush, hablar con la junta directiva del sindicato.
"Nadie en el ámbito político habla más firmemente sobre los temas que le importan a las familias trabajadoras que Ralph Nader", declaró Hoffa después de su reunión con este candidato. "No hay diferencia entre Gore y Bush cuando se trata de la política de comercio", agregó. Hoffa pidió ampliar el debate político en el país, y en particular la inclusión de Nader y del ultraconservador Pat Buchanan en los debates televisivos entre candidatos presidenciales.
Las declaraciones de Hoffa sobre Nader, quien este fin de semana será formalmente nombrado candidato presidencial del Partido Verde, se producen dos semanas después de que el líder del poderoso sindicato nacional automotriz UAW amenazó con solicitar a sus 800 mil agremiados votar por Nader en vez de Gore. La desilusión con los demócratas mostrada por ambos sindicatos, así como por varios sindicalistas a título personal, fue alimentada aún más por la decisión de Gore de nombrar a William Daley como su nuevo jefe de campaña. Los sindicatos recordaron que Daley, hasta ahora secretario de Comercio, fue el encargado de promover el TLC, así como el recién aprobado acuerdo para otorgar relaciones comerciales normales a China.
Esta semana la campaña de Gore desató una contraofensiva. El propio Gore habló con varios dirigentes sindicales para instarlos a convencer a sus colegas en los sindicatos de Teamsters y UAW de no apoyar a Nader. El New York Times reportó que el vicepresidente también está enviando nuevos contratos federales a contratistas que utilizan agremiados de los Teamsters, con la intención de demostrar su apoyo a ese sindicato. Al concluir la semana, los asesores de Gore sintieron alivio cuando los Teamsters no apoyaron a Nader.
Pero, según varios estrategas sindicales, el problema más serio para Gore podría provenir de las filas de los agremiados. A pesar de las declaraciones oficiales de sus dirigentes, encuestas recientes sugieren que Gore sólo goza del apoyo de la mitad de los agremiados, y recibe mucho menos apoyo que Bill Clinton en sus dos elecciones.
Una reciente encuesta de Zogby Group encontró que 47 por ciento de los hogares encabezados por un sindicalista apoyaba a Gore, pero 40 por ciento a Bush. Según estas encuestas, muchos sindicalistas parecen estar de acuerdo con el líder de los Teamsters, Hoffa, de que ni Gore o Bush han demostrado su compromiso con los sindicatos, y se preguntan si existe alguna razón para emitir un voto a favor de uno u otro.
Hasta ahora, Gore y el Partido Demócrata han dependido mucho de John Sweeney, líder de la central obrera AFL-CIO, para promover el apoyo sindical. Pero muchos sindicalistas manifiestan su escepticismo sobre la alianza de su liderazgo y el Partido Demócrata, y podrían llegar a la conclusión de que abstenerse es la mejor opción.
Queda por demostrarse si los líderes sindicales podrán entregar el voto de sus miembros a Gore, cuando existen alternativas como la candidatura de Nader. La decisión que tomen los sindicalistas en los próximos cuatro meses determinará, en gran medida, el futuro de Gore.