MARTES 27 DE JUNIO DE 2000

La responsabilidad de Cárdenas

 

* José Blanco *

Las incertidumbres, como rasgo característico de la democracia, gobiernan desde hace semanas los ánimos y las conjeturas. Las opiniones en los medios sobre el significado de las diversas candidaturas, frecuentemente se expresan con la pretensión de juicios apodícticos, sin dejar de traslucir la duda ahogada sobre el final desenlace.

Una incertidumbre radica en el desconocimiento de todos sobre la forma como votarán los indecisos, por cuanto de ellos depende quién será el próximo huésped de Los Pinos. Otra incertidumbre, la que hoy se extiende al 3 de julio y a los días y semanas subsiguientes, no depende más de los electores sino muy principalmente de los partidos políticos y de los medios de comunicación.

Esta segunda incertidumbre surge de un escenario inquietante, construido por las oposiciones al PRI y por algunos medios, en el que el partido oficial alcanza la mayoría de los votos por un estrecho margen. Los elementos que configuran ese escenario inquietante son: a) las faltas (supuestas y reales) cometidas por priístas de aquí y de allá intentando manipular el voto; b) pese a los avances, la falta de equidad en el uso de los medios; y, c) la apreciación de las oposiciones respecto de lo que significará para ellas finalmente "margen estrecho" y respecto del grado en que esas faltas habrían contribuido a que el PRI hubiere alcanzado tal margen. Ello en el contexto de un PRI triunfante acompañado de una sociedad que, en su mayoría, es hoy y será entonces, opositora a ese partido.

Esta incertidumbre comenzó a crecer cuando el señor Fox dijo que Labastida tendría que ganarle al menos con diez puntos porcentuales (que no diez por ciento) para hacer creíble la elección.

Frente a las faltas y las injusticias electorales que pudieran haberse cometido y aún puedan cometerse, nuevamente la responsabilidad política de Cárdenas será muy alta, mayor aún que en el pasado. Justipreciar el alcance real de las andadas priístas, será el papel decisivo que deberá cumplir de manera inexorable. Ese papel, es obvio, no puede ser cumplido por el señor Fox. Está por verse si puede jugarlo el PAN dominado, como ha estado, por los amigos de Fox.

Contribuir a la configuración de una crisis social o encauzar la coyuntura por el camino de la paz social y la gobernabilidad estará en primerísimo lugar en manos del candidato perredista. Esa es la configuración política que hoy aparece con más altas probabilidades, aunque una victoria estrecha de Fox no puede ser descartada. La configuración política más probable, sin embargo, no está siendo objeto de atención por analistas, intelectuales y medios. Una buena parte de ellos sólo está expresando su ansiedad ante la posibilidad de que el PRI nuevamente se alce con el sexenio.

Jugar un papel central en la coyuntura, comprometiendo y acordando, con el partido oficial, de manera abierta, determinados rumbos y programas para el desarrollo de la democracia política del país, puede ser al mismo tiempo una oportunidad histórica del papel de Cárdenas en la democratización y modernización del país, y una oportunidad acaso única en el crecimiento y la maduración del PRD. Papel extremadamente difícil, supongo, dado el trato político que en el pasado se han dispensado el PRI y su oposición de izquierda, y dadas las actitudes poco políticas de los perredistas frente a la interminable hegemonía priísta de todos modos en declinación irreversible.

En el año 2006 México tendrá, a los actuales ritmos de aumento de la población, 10 millones más de habitantes, 107 millones aproximadamente. Pero tendrá alrededor de 15 millones más de electores. La nueva oleada de jóvenes electores no será priísta. Una proporción de la sociedad mayor que la actual será opositora al PRI. Desde la óptica del escenario probable aquí dibujado, que en el 2006 haya alternancia, depende sin duda de que los partidos entonces existentes puedan concertar una convergencia política no dominada por la derecha sino por el centro izquierda: una parte muy amplia de la sociedad requiere aún de un gobierno que impulse de veras su desarrollo.

No bastará, sin embargo, esa ubicación política de la convergencia. En un país donde reina la desconfianza aguda, la confianza tendrá que ser ganada a pulso desde ahora. Fox no es confiable para la mayoría. El affaire de la clave falsa del Fobaproa, fue el colmo de sus chapucerías. *