MARTES 27 DE JUNIO DE 2000

* Los vendedores ambulantes en explanadas y corredores, otro factor de riesgo


Explosivos, bombas de tiempo para público y jugadores en los estadios

* Los reglamentos internos de protección civil en los recintos deportivos son ignorados

Miguel Angel Ramírez /II * Además de los riesgos geológicos, existen también los físico-químicos y sanitarios en el Azteca y otros estadios. Pero el olor a pólvora se ha confundido con el de la felicidad, y el de la longaniza, carne o huevo simplemente no lo resisten algunas insensatas barrigas afuera de los escenarios.

"Quedará estrictamente prohibida la introducción de cualquier tipo de explosivos a las instalaciones del estadio (cohetes, cohetones y petardos)", reza el inciso C del punto 10.4, referente a riesgos físico-químicos, del Programa Interno de Protección Civil del Azteca.

El inciso C del punto 15.1 sobre medidas de seguridad mínimas señala: "En los torniquetes de Tlalpan e Insurgentes se revisa al público para evitar que introduzca botellas, objetos peligrosos, alimentos, bebidas alcohólicas, palos de banderas, sombrillas, petardos, etcétera".

Sin embargo, las explosiones de alegría porque su equipo salta a la cancha, como en el caso del América, se han acompañado con petardos. Es más, hasta algunas porras visitantes al Coloso de Santa Ursula parecen inmunes a la revisión. Los de la Ultra Tuza provocaron ya un incendio en la cancha, en el partido América-Pachuca del 19 de marzo pasado. La combinación de los papeles que avientan y los petardos hicieron de las suyas ese día.

Aunque para otros las consecuencias han sido peores, como el fundador de la Perra Brava del Toluca, que perdió una mano tras el estallido de un cohete.

La bengala que oscureció a Brasil

Otros que han estallado, pero de indignación por el lanzamiento de una bengala en el templo del Maracaná, son los brasileños. El domingo 3 de septiembre de 1989 una mujer de 24 años, 1.60 metros de estatura, 52 kilos de peso, casada, madre de un niño de 10 meses y conocida como Rosinha (Rosemary Mello Nascimento Barcelos da Silva) lanzó uno de esos artefactos que hizo explosión cerca del portero Roberto Rojas, apodado El Condor, en un partido definitivo para el Mundial de Italia 90.

Rosemary tuvo que ir a los tribunales, mientras el corazón de los brasileños se detenía, ante la posible decisión de la FIFA de eliminar a su selección de la copa del mundo, por el incidente. Rosinha, una brasileña, logró lo que nunca nadie en una cancha de futbol: poner en jaque a Brasil.

Pero Condor S.A., la empresa que fabricó la bengala, echó abajo la farsa de El Condor portero, al anunciar que el artefacto no podía cortar ni quemar el rostro de nadie, pues, al ser detonado, lanza una partícula de material iluminativo que se consume en seis segundos.

Cuestión de vulnerabilidad

Seguramente habrá algunos que consuman un taco o una torta en poco más de seis segundos, pero ellos ni así podrían asegurarse de salir bien librados. En el Azteca, "el mayor riesgo sanitario lo representan los ambulantes, ya que las bebidas y alimentos que venden no tienen ningún control sanitario, lo que podría provocar una epidemia o intoxicación, a diferencia de los productos que se venden dentro del estadio, que sí están sometidos a un alto control de calidad".

El estómago no es el único que puede sufrir con los ambulantes. En el punto 8, del reglamento de riesgos internos dice: "Están representados principalmente por el ambulantaje en explanadas, estacionamiento general y puente peatonal, ya que una gran mayoría cuenta con tanques de gas sin medida alguna de seguridad y por estar instalados en zonas que bloquean entrada y salida de público. También representan un riesgo externo, los vendedores en toda la zona circundante, un mercado sobre ruedas que se instala todos los martes".

Luis Wintergerst, director general de Protección Civil del DF apuntó que el problema es que los ambulantes están amparados. "Es muy grave, es muy delicado, el hecho de que un juez conceda un amparo a un puesto de fritangas", dijo, por el tipo de gas utilizado. Pero, "Ƒpor qué hay puestos de fritangas? Porque el público, los paseantes comen en la calle. Y lo peor del caso es que esta comida carece de control sanitario".

Consideró que "es un problema que se genera de conjunto. Uno: los jueces federales que amparan. El otro, la población que consume. Como consecuencia, si hay demanda, pues va a haber oferta. Ese es un problema social que nosotros aquí llamamos de vulnerabilidad social".

Con esos amigos...

En algunos estadios, como el México 68 de Ciudad Universitaria, existen otros riegos para la gente fácilmente identificable y que es rechazada por el público asiduo. Por eso, los trabajadores de Televisa tuvieron que dejar el uniforme de la empresa en casa, cuando regresaron a transmitir los partidos de los Pumas. En casa, el Azteca, no pueden hacer lo mismo, por lo que se han sumado a las víctimas de la Ultra Tuza.

Pero en CU, ni "el amigo entrañable de esta institución" (como calificó Javier Jiménez Espriú, vicepresidente de Pumas, al técnico Ricardo Ferreti en una misiva del 4 de diciembre de 1998) salvó al Tuca de irse al suelo cuando lo alcanzó un proyectil, durante el partido Pumas-Chivas del 3 de diciembre del 98.

Por cierto, cabe puntualizar que las prohibiciones varían de un estadio a otro. En el Azteca quitan los palos de las banderas sin más, mientras que en el estadio Azul hay consideraciones. "Si el palo es de más de media pulgada, se los retiramos. Si es de media pulgada para abajo se les da el acceso", señaló Federico Sordo, director del inmueble.

Explicó la razón: "Un palo de más de media pulgada, pues si le puede romper la cabeza (a alguien); se busca que no lo utilicen como un arma. Y si hubiera una gresca interna, que por lo menos un palazo muy delgado no duela tanto".