MARTES 27 DE JUNIO DE 2000
* Pablo González Casanova *
ƑAdónde va México?/ I
(Pensar y hacer el futuro)
Plantear el problema del futuro no sólo implica observar cuáles han sido las tendencias recientes y extrapolarlas en formas lineales o cíclicas. Y ni siquiera basta prever puntos de ruptura y cambios de tendencias. Todo eso es muy importante pero no basta. Prever el futuro implica también construir el futuro.
Hay una especie como de juego entre el destino y la libertad. O para decirlo de otro modo: las luchas de un pueblo, sus organizaciones, su templanza, su firmeza en los objetivos y su flexibilidad táctica, su creatividad y destreza organizativa, o su capacidad de aprendizaje organizado y de acciones coordinadas, pueden permitirle alcanzar un futuro distinto en un mundo parecido. La fuerza organizada de los pueblos puede cambiar la historia de los pueblos.
El mundo y el país
En las dos últimas décadas del siglo XX, el mundo entero ha vivido bajo el dominio cada vez mayor de una política y una ideología a las que sus partidarios y promotores bautizaron con el nombre de neoliberalismo. Los estragos que esa política y esa ideología han causado entre los pobres y más pobres --y aun en las clases medias-- son hoy reconocidos hasta por los ricos y más ricos, sus indudables beneficiarios. Pero aunque muchos de éstos reconozcan los estragos y hasta anuncien otros mayores, se las ingenian para seguir aplicando exactamente la misma política neoliberal al tiempo que reniegan de su nombre o le cambian de nombre, o dicen que van a aplicar una política distinta y "humanitaria", o un "neoliberalismo social" o una "tercera vía". En cualquier caso sostienen, sin la menor base científica, que los efectos adversos del neoliberalismo son provisionales y corresponden a medidas calculadas en que a la larga sí se van a resolver los problemas de las mayorías empobrecidas.
La filosofía del neoliberalismo consiste en decir: "la mejor forma de que administres tu casa es que me la des a mí; la mejor forma de que administres la República o la cosa pública es que la privatices; la mejor forma de que administres la nación es que se la entregues a las compañías trasnacionales y a los nativos asociados a las trasnacionales. Tan sencillo como eso, y como que nos tienes que seguir pagando por los siglos de los siglos los intereses crecientes de una deuda externa e interna cuyo 'principal' cada vez es mayor y cuyos intereses lógicamente son y serán cada vez mayores, por lo que también, lógicamente, tendrás que irnos entregando, cada vez más, proporciones crecientes del ingreso y el producto nacional, y por qué no, de las empresas y las riquezas nacionales, incluidos energéticos como la electricidad y el petróleo y territorios como Baja California y el Istmo. Es más, como la proporción de lo que produzcas y transfieras a nuestros bancos y empresarios y a los bancos y empresarios asociados y subordinados a los nuestros, será una proporción creciente, los recursos públicos de que dispongas para educación, salud, alimentación, vivienda serán cada vez menores y se te irá planteando un problema de africanización, o depauperación universal que es una ley natural como las leyes naturales que hacen que la Tierra se mueva alrededor del Sol. Y te lo decimos con bases científicas, aunque..., a decir verdad, allí sí tenemos un problema pues a veces invocamos a Newton para sostener el carácter necesario de las leyes, y a veces a Darwin para sostener el carácter necesario de la evolución de las especies y el triunfo de los más fuertes, mientras otras planteamos problemas de moral o de ética, de 'humanitarismo' y de 'derechos' que llamamos 'humanos', y que nos parecen muy respetables como sentimientos de las personas generosas y caritativas que los invocan, siempre que por ningún motivo sus beneficiarios los declaren verdaderos derechos de pueblos y ciudadanos, y siempre que se limiten a aplicarlos de manera altruista, generosa, paternal, o para justificar el carácter 'humanitario' de nuestras acciones militares en la 'guerra de baja intensidad' que tenemos organizada contra los pueblos rebeldes, insumisos, o 'inviables', y para el control militar de las poblaciones civiles que viven en las áreas más depredadas, marginadas, discriminadas y en sus aledaños".
Es necesario aclarar que el neoliberalismo incluye, en su rico pensamiento, un proyecto para la economía, otro para la política y otro para la sociedad, amén del cultural que hoy adquiere una dimensión especial con las tecnociencias. El proyecto neoliberal de la economía se resuelve con el reino del mercado al que controlan las trasnacionales y el "Grupo de los Siete"; el de la política con una democracia electoral de pocos con pocos y para pocos a la que se le prohíbe plantear alternativas de carácter económico, es decir a la que se le prohíbe, so pena de graves sanciones, desestabilizaciones e intervenciones naturales e inducidas, plantear una política económica alternativa. En cuanto a la sociedad, el proyecto neoliberal alienta a los llamados movimientos sociales, a condición de que no tengan un proyecto histórico alternativo ni un proyecto de poder que articule lo social, lo cultural, lo ético o moral, lo político y lo económico.
El proyecto neoliberal en materia social es muy sofisticado. Combina, con costos mínimos y resultados máximos, la cooptación y la represión tanto de individuos como de pequeñas colectividades. Esa cooptación y represión atienden y atacan "blancos" previamente seleccionados. Corresponden a una política que los expertos llaman "focalizada". Como cooptación, esa política es mucho menos costosa que la socialdemócrata o la populista que las clases dominantes, la banca y los oligopolios se vieron obligados a soportar, y hasta a alentar, cuando eran muy fuertes los movimientos de liberación nacional, o los de los trabajadores en las socialdemocracias avanzadas, o los de los comunistas en el bloque que encabezaba la URSS y que después se enfrentó al de China. La autodestrucción y destrucción de todos esos movimientos por divisiones internas, represión, corrupción, manipulación y amafiamiento, le dio el triunfo histórico a los neoconservadores y al capitalismo corporativo, quienes desde los años 70 y sobre todo desde los 80 pasaron a la ofensiva. Desde entonces el proyecto neoliberal, con ése u otros nombres, se propuso contribuir a la desestructuración del Estado de bienestar, del Estado post colonial o neocolonial de carácter populista y del Estado comunista "realmente existente" que correspondía a una especie de socialdemocracia de los pobres y de populismo totalitario cuya ideología oficial era conocida como marxismo-leninismo. El proyecto neoliberal aprovechó las contradicciones de los enemigos del imperialismo y el capitalismo para desestructurarlos y para estructurar una mundialización (o globalización) en que los complejos de empresas trasnacionales y los complejos financieros-militares, con sus sistemas de mediación y represión aumentaron su dominio y sus beneficios, a costa de los Estados-nación que perdieron su fuerza mediante procesos de endeudamiento, desregulación e integración dependiente, y a costa de los trabajadores que perdieron la suya a raíz de un proceso de exclusión, marginación y desempleo que se combinó con la "flexibilización" o destrucción de los derechos laborales y sociales alcanzados en la etapa anterior, y de los que se habían beneficiado sobre todo los trabajadores organizados y los sectores medios. El neoliberalismo, como nueva política del capitalismo corporativo, diseñó una globalización funcional a sus intereses y cuyos efectos laterales no sólo aumentaron la pobreza y la extrema pobreza, sino la explotación de los trabajadores y la transferencia de excedente de los países periféricos a los centrales, y de los negocios no organizados a los negocios organizados. A principios del siglo XXI las fuerzas dominantes se propon-drían globalizar más, desregular más, flexibilizar más, mucho más de lo que ha-bían globalizado, desregulado y flexibilizado al mundo hasta entonces, y con mayor profundidad y ventaja. El proyecto neoliberal, en marcha, no sólo abarca la llamada periferia del mundo, a la que nuestros publicistas y diplomáticos llaman por costumbre "en desarrollo", sino a los países centrales a los que llaman "post industriales" o "muy avanzados"...
Tal es, más o menos, el discurso y el curso directo e indirecto del neoliberalismo, aunque el discurso varíe según los públicos que lo escuchan y los voceros que lo pronuncian; aunque éstos se expresen de una manera en Inglaterra y de otra en México, de una manera en Harvard y de otra en Los Pinos. Así es el neoliberalismo. A su retórica tecnocientífica universal no sólo corresponden ideologías, mitos y mentiras nada desdeñables, sino técnicas muy efectivas y extraordinariamente novedosas en el conocimiento y manejo de los sistemas complejos, como ellos mismos los nombran. Bueno es por eso saber, lo más que se pueda, no sólo cómo son las nuevas ideologías sino también cómo son las nuevas técnicas, pues de otro modo no se entiende ni el mundo en que se vive ni la forma de actuar en él. Al ineludible análisis crítico del sistema se tiene que añadir el conocimiento profundo de las técnicas y prácticas con que el sistema domina.
El arte de las mentiras tecnocientíficas conserva hoy muchos elementos clásicos. Se ha enriquecido también con otros que provienen de las nuevas técnicas de la publicidad, la propaganda y los mensajes subliminales persuasorios o intimidatorios. Opera en una sociedad relativamente nueva que se conoce como "la sociedad del espectáculo" en que la imagen suele tener una especie de peso óntico superior a la realidad. Y para colmo se mueve en un mundo de engaños y autoengaños que viene de la identificación de las formas profanas con el mundo real cada vez más alejado de las mismas, y de los símiles o representaciones con aquello a que se quieren asemejar o que pretenden representar. De la impresionante variedad del fenómeno baste señalar siete modos de mentir en los que es necesario poner atención a sabiendas de que hay muchos más.
Está el arte de mentir con la verdad: por ejemplo, a veces (y si uno busca bien) todo se publica en relación con los horrores del empobrecimiento. Está el arte de mentir sobre las causas: por ejemplo, la miseria de hoy se debe a los populistas de hace treinta años. Está el arte de mentir sobre los efectos. Por ejemplo: se dice que el ajuste estructural y las políticas de choque sirven para modernizar la economía. Está el arte de decir verdades a medias: por ejemplo se ocultan los efectos secundarios o laterales del "adelgazamiento del Estado", de la "desregulación" de la economía y de la "flexibilización del trabajo". Está el arte de mentir con "la verdad del poderoso" considerada como la verdad por antonomasia, científica, racional, ética, y, por si eso no basta, apoyada con estímulos y premios en favor de los intelectuales y científicos que precisan, amplían o difunden los "conocimientos políticamente correctos", y con sanciones y amenazas, entre mensajes dobles, a quienes precisan, amplían o diseminan los conocimientos prohibidos que son ninguneados como propios de intelectuales anticuados o de jóvenes ultraignorantes. Está el arte de mentir con los derechos de igualdad ante la ley en circunstancias en que "el país formal" cada vez tiene menos que ver con "el país real". Y está el dulce engaño de una democracia que no es el gobierno del pueblo para el pueblo y con el pueblo, y que no permite la elección de una política económica alternativa. En tan opresivo mundo de engaños y autoengaños la labor del pensamiento crítico tiene una importancia innegable. Pero no basta porque hay otra forma más de mentir, relaciona a los descubrimientos más recientes de las tecnociencias y que niega sus usos y efectos inequitativos y excluyentes en los textos sobre la equidad y la justicia social.
Las tecnociencias han optimizado las formas de conocer y actuar para alcanzar objetivos. Se aplican con gran rigor en unas cosas y se olvidan totalmente en otras. Ese hecho, de por sí, amerita una cuidadosa reflexión crítica sobre todo cuando se advierte cómo son usadas para maximizar el poder y las utilidades del sistema dominante, y también para desestructurar o destruir el poder y los recursos resistentes u opositores. La nueva mentira consiste en ofrecer empleo, alimentación, vivienda, educación y servicios de salud sin el menor razonamiento sobre las medidas que se requieren para alcanzar esos objetivos, sin mención alguna sobre las fuerzas en que se tendrá que apoyar una política que necesariamente va a afectar a las grandes compañías, potencias y grupos de poder y presión que dominan el mundo actual y el México actual. La crítica de las falsas ofertas de justicia y equidad tiene que aclarar que esas falsas ofertas se hacen en una época en que las ciencias y técnicas del pensar y el hacer se han desarrollado muchísimo. Si es necesario denunciar sus ocultamientos también es indispensable conocer sus comportamientos.
El neoliberalismo y sus autores intelectuales no se quedan en el campo de las mentiras, de los mitos, las ideologías y la publicidad, que constituyen parte de una riquísima retórica a menudo perfeccionada con métodos experimentales. Gozan también de los beneficios de una auténtica revolución científica en el pensar y el hacer, que es parte de una nueva lógica y de una nueva historia de la humanidad. No es exageración. La tecnociencia ha desarrollado el conocimiento y la técnica de manejar conjuntos y subconjuntos de relaciones humanas, y los de imponer subsistemas funcionales a la dominación y la apropiación; sistemas llamados abiertos o disipativos que han cambiado de manera notable la organización del conocimiento y el conocimiento de las organizaciones que dominan el mundo. Las tecnociencias de los sistemas autorregulados han mostrado una eficiencia de tan largo alcance en el espacio y el tiempo que muchos de sus ideólogos consideran como un fenómeno eterno al sistema dominante. Pero aunque tal creencia sea vana, y ya esté disconfirmada empíricamente por los peligros de ecocidio que sin la menor duda amenazan a la humanidad y al planeta, es indudable que el poderío del gran capital y de las grandes potencias es enorme y que las técnicas de ese poderío entrañan novedades que la humanidad entera debe conocer.
La revolución tecnocientífica de nuestro tiempo plantea como uno de sus retos principales el inicio de una nueva "era del conocimiento" en que una de las más importantes luchas por la democracia es la que dé prioridad a la educación clásica y moderna, humanista y científica, política y técnica, de las mayorías de ciudadanos en cada polis, y de las mayorías de los pueblos, polis y etnias en cada Estado. Y es en ese mundo en el que tenemos que responder a la pregunta de Ƒadónde va México?
Un mundo en que la educación y el conocimiento ocupan un lugar esencial para el triunfo, junto con la ética social, política y personal que replantee el interés general y el bien común, la democracia, la justicia y la paz, la soberanía, el socialismo y la equidad, y que luche por ellos a sabiendas de que el futuro no está predeterminado y de que sí es posible construir una alternativa.
* Este es un texto en que cada frase o proposición se basa en fuentes directas, oficiales o bancarias y de instituciones de investigación científica nacional e internacional; corresponde a series estadísticas, modelos matemáticos cuantitativos y cualitativos, análisis sistémicos, o análisis histórico-políticos. Las principales frases y proposiciones, en especial las que se prestan a dudas o interpretaciones distintas, han sido codificadas para ser programadas como hipertexto. El lector podrá consultar las referencias correspondientes. En un primer plano encontrará lo que hemos llamado "ventanas" dedicadas a precisar, ejemplificar o aclarar algunos problemas esenciales del actual debate; en un segundo plano podrá optar por la ruta de la profundización en otras "fuentes" o bibliografías, o por la ruta de la simplificación y la persuasión con palabras, cifras e imágenes variadas. El texto es también un intertexto, o texto entre muchos y está en proceso de elaboración para ediciones sucesivas y ampliadas, algunas interactivas.