JUEVES 29 DE JUNIO DE 2000
* Cristina Barros *
A los jóvenes que votan por primera vez
Miles de jóvenes votarán por primera vez el 2 de julio. Dicen los expertos en estadística que, en parte, de su voto depende el resultado final. Su responsabilidad es grande. Y sin embargo, lo que ven y oyen a su alrededor no puede ser más confuso.
Escribe el pintor José Chávez Morado que la sociedad actual está sumida en un barullo sin sentido. Las mismas formas estridentes con que se anuncian en la tele ciertos productos comerciales se utilizan para presentar la oferta de los candidatos a la Presidencia. Y sólo es noticia el ataque fulminante, la descalificación, el tropiezo, los errores. Destaca lo negativo; el quehacer honrado y silencioso, que permite que este país marche, pocas veces se nos muestra.
Silencio en el exterior y en el interior es lo que en estos momentos se requiere. Valorar a cada candidato con el pensamiento y con el corazón. Dejar que la intuición, esa forma de sabiduría humana, hable por nosotros en el momento de cruzar la boleta, para que nuestro voto nazca de la convicción profunda, y no del arrebato fácil. Nos estamos jugando el futuro; ustedes más que nosotros que, finalmente, ya hemos recorrido un buen tramo de vida.
En lo personal, y a pesar de que he luchado desde hace 12 años por el proyecto de nación que implica un México más justo, en ese espacio de silencio, recuerdo y valoro, acomodo en su justa dimensión a los protagonistas de la historia reciente de México, y me encuentro con la mirada cálida y franca de Cuauhtémoc Cárdenas.
Como muchos, hace 12 años tuve la esperanza de que México se transformara para que los niños y los jóvenes tuvieran un futuro. Creí que la lucha sería más fácil. Sin embargo, cuando hago el recuento de los logros, veo que no son pocos: hoy, gracias a esa batalla tenaz, millones de mexicanos conocen información que antes manejaban unos cuantos, a pesar de que afectaba las vidas de la mayoría. En distintos estados del país gobiernan partidos distintos al PRI, que por más de 70 años tuvo el control total, y también en las Cámaras ha habido una transformación. Aunque poco han hecho para evitar prácticas que han caracterizado al tricolor, como la compra de votos, la entrega de despensas a los más humildes y las amenazas de que pueden perder lo que por derecho les corresponde, se han creado instituciones que garantizan, en cierta medida, la limpieza electoral.
Los logros se deben a la entrega generosa de miles de hombres y mujeres, la mayoría anónimos, que han arriesgado incluso sus vidas. Pero también se deben a quienes de manera constante han estado siempre ahí para alentar la lucha y para dar el ejemplo. Y de nuevo surge el nombre de Cuauhtémoc. El mismo que ayer recibía el reconocimiento lleno de alegría, de entusiasmo y, como se dijo en un diario, de amor, de miles y miles que acudimos a esa gran fiesta que fue el cierre de campaña de él y de Andrés Manuel en el Zócalo.
Dicen algunos que su gestión al frente del Distrito Federal provocó desilusión. Es posible que se cometieran algunos errores, pero también es cierto que por años hemos creído que un solo hombre puede, mágicamente, resolverlo todo. Hay ahora quizá mayor cautela en nuestro entusiasmo, pero también sabemos que sin la participación de todos no se resolverán ni el problema del poste de luz en nuestra calle ni el que unos cuantos se enriquezcan, mientras el resto pagamos sus deudas a través de IPAB y Fobaproa.
En un mundo en el que todo cambia aceleradamente y sólo deseamos lo nuevo que el mercado ofrece, es fácil caer en la tentación de inclinarnos por un Fox diseñado por las compañías de publicidad. Pero, Ƒqué nos muestra en la realidad? No es claro, engaña, se desdice, se encapricha. Y nuestro país requiere, para ver solución a los graves problemas, de un hombre que conozca nuestra historia, que haya recorrido con los ojos bien abiertos cada rincón de México, que represente los intereses de la mayoría. Requerimos de un hombre honesto, que hasta sus adversarios respeten. De los cinco candidatos, Cuauhtémoc Cárdenas es el único que ofrece esa certeza.
ƑQué propone? Un gobierno honrado que emplee nuestro dinero para salud, educación, vivienda, empleo. Un uso adecuado de los recursos naturales para que el entorno no se degrade más, y para que no vendamos sólo materia prima barata, sino productos industrializados en cuyos procesos se genere empleo. Defensa de los derechos de los indios de México, verdaderos y originales dueños de sus territorios. Educación laica gratuita para todos los niños y jóvenes. Negociaciones con el extranjero que protejan el patrimonio de pequeños y medianos empresarios y de millones de campesinos. Defensa de los derechos de nuestros compatriotas que por necesidad salen de México, mientras no se generen más empleos en el país. Respeto a la vida privada en tanto no se afecte a terceros. Creación de empleos a través de la obra pública. Gobernar para y con todos y todas.
No es un sueño. Cuauthémoc dejó bases para que en apenas tres años se viera el cambio en la capital. Los miles que estábamos el domingo en el Zócalo: los niños "que quieren soñar", los jóvenes con sus rostros convertidos en soles, la creatividad del vestuario, aquella manta venida de San Luis Potosí hecha a mano con un sol sonriente y la frase: "Mira Juanito, el sol es más bonito"; o aquella otra que decía: "El pan para unos cuantos; el sol sale para todos", muestran que más allá de las campañas de desprestigio, ahí estábamos, reafirmando nuestra confianza y expresando abiertamente que en la balanza fueron más los aciertos que los errores. Y que finalmente cruzar el sol significa espacios abiertos, libertad, futuro con esperanza, con alegría.
Podemos ganar el 2 de julio con el voto de todos. Pero si no fuera así, no traicionemos nuestra propia voz, no creamos que para sacar al PRI de Los Pinos sólo hay una alternativa, aunque vaya en contra de lo que nos dicta el corazón y la razón. En estos cinco días, ustedes los jóvenes con su frescura, los niños con su alegría, y nosotros los mayores, con el deseo de darles algo mejor y de ver en esta vida el cambio, cerremos por un momento los ojos, imaginemos una fiesta no de un día, sino de seis prósperos años, y votemos por Cuauhtémoc y por Andrés Manuel el 2 de julio.