JUEVES 29 DE JUNIO DE 2000

* CIUDAD PERDIDA

* Miguel Angel Velázquez *

 

* Preocupación en la cúpula del PRI
* Desesperación entre los foxistas

 

La campañas se han cerrado, pero la batalla interna en los partidos políticos apenas se inicia.

En el PRI hay certeza en el triunfo. En las altas esferas de ese organismo político todas las mediciones advierten un triunfo, el de Francisco Labastida Ochoa y, hacia afuera, todos parecen contentos y confiados.

La otra cara, la faz oculta señala que en las mismas mediciones el triunfo se significará por apenas un cuatro o tres por ciento de la votación y por ello las preocupaciones han ido en aumento.

En el interior del PRI se sabe que a estas alturas muy poco o nada se puede hacer para aumentar la "dudosa ventaja" y entonces se empiezan a diseñar las estrategias de difusión para tratar de legitimar el triunfo.

Se busca, por ejemplo, utilizar a los medios de comunicación para dar pelos y señales de cómo fue el voto priísta y para lograrlo se hacen proyecciones, se grabarán videos, se harán entrevistas con los "famosos" y, en fin, se echará la casa por la ventana.

Lo malo del asunto es la poca credibilidad que tiene este partido y la debilidad de sus estructuras que no se moverán por sí solas para defender el voto del partido.

Y esto porque se supone que desde el domingo por la noche, en varias partes del país, deberían existir manifestaciones de triunfo, pero muy poca gente quiere salir a la calle a decir: Sí, yo voté por el PRI. Como que nadie pretende reconocer su voto.

Esta situación tiene más que preocupados a los altos dirigentes de ese partido y les hace pensar en cuál podría ser el respaldo real que tendría el nuevo Presidente de la República por parte del organismo que lo lanzó como candidato.

Por lo pronto ya hay una revisión exhaustiva de la verdadera situación del PRI en el ámbito político nacional. Lo malo es que ya se han dado los primeros tropiezos, nadie sabe cómo acabar con el clientelismo, nadie sabe cómo cancelar las deudas políticas y nadie tiene la capacidad para desechar las facturas pendientes, en lo político, con los verdaderos soportes del priísmo en decadencia.

Con respecto a Vicente Fox la cosa es peor aún. En el PAN, los panistas de cepa han caído en el inmovilismo total, los cómplices o amigos del candidato han tomado el partido.

Pero el viento hace un rato dejó de soplar sobre las velas de la barca foxista y se ha caído en la desesperación. Nada parece haber servido para alcanzar la meta en primer lugar. La ignorancia, la mentira, el engaño y la procacidad del palurdo candidato impidieron que Fox diera alcance a Labastida.

Ni el dinero traído de cualquier parte ni la promiscuidad de "sus intelectuales" logró salvar del fracaso a Fox, porque como reza aquel viejo dicho: aunque se vista de seda... Fox se queda.

Hoy, la preocupación para los que dirigen la candidatura está en la mañana del día tres porque sabedores de su derrota, los cómplices de Fox quieren salir a las calles y armarla grande.

Quieren el poder y lo quieren a costa de lo que sea. Los cómplices de este candidato pretenden imponer a Fox con o sin votación. Ellos ya ganaron y esa falacia, su alucinación, la quieren defender por los medios a su alcance.

Entonces, y después de mostrar durante toda su campaña que las derrotas las convierten en triunfos falaces, montando escenarios mentirosos, los faxcistas-salinistas no repararán en leyes, y menos en la voluntad de la gente, para imponer su mentira.

Lo grave, es decir lo que se juegan el día tres o el dos por la noche-madrugada, es el futuro del PAN, el cual aún con la inmovilidad tiene todos los focos al rojo vivo.

En el PRD hay temores. Los militantes se preguntan si la pista de esta carrera política no va a dar la distancia necesaria para que el despegue del ingeniero Cárdenas pueda alcanzar el número de votos suficientes para superar no sólo las cifras dadas en las encuestas, sino las de sus contendientes.

En Cárdenas, en su candidatura, puede estar la sorpresa. A fin de cuentas el perredista es el único a quien no se podrá acusar de cualesquiera de las atrocidades de las que se culpa a Fox y Labastida.

Es cosa de mirar de cerca. Imagina usted cómo trataría la gente a cualquiera de los dos, a quienes ya conocemos a fondo, en la silla presidencial. Bueno, pues piénselo, aún hay tiempo.

Para que nadie dude de la ignorancia y la prepotencia de los cómplices del faxcismo-salinismo, lo ocurrido ayer en el Periférico nos da muestra de los verdaderos propósitos de los seguidores del candidato del PAN a la Presidencia de la República.