JUEVES 28 DE JUNIO DE 2000


* Orlando Delgado *

La verdadera encuesta: la elección

Por fortuna, desde el viernes pasado han dejado de aparecer encuestas sobre las preferencias electorales. A partir del sábado, cada quien, en el ambiente que más le acomode: solo, con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, utilizando los criterios que le parezcan más importantes, tendrá que decidir por quién votar. El asunto no está resuelto. Los datos finales confirman que los dos candidatos que se autopretenden punteros hace tiempo que no avanzan, al tiempo que el cierre de Cárdenas está resultando impresionante. Quien piense que el candidato del PRD está fuera de la pelea, se equivoca gravemente; está aceptando que las encuestas reflejan fielmente lo que los ciudadanos piensan hacer, lo que en cualquier lugar del mundo es temerario, pero en México es francamente ingenuo.

La realidad electoral de este país está por conocerse. Por eso, tiene que darse relevancia a lo obvio: Ƒqué nos ofrecen los candidatos y los partidos que los proponen? ƑEs posible creer en palabras o conviene mejor atender a los hechos? Los candidatos y los partidos tienen historia, han participado en la vida nacional desde hace tiempo, han cuestionado decisiones trascendentes para el régimen, han apoyado violaciones flagrantes a la voluntad ciudadana o se han opuesto a ellas; importa reconocer su contribución a la situación actual, no sólo atender a sus palabras. Sus propuestas actuales deben contrastarse con su participación política; es cierto que puede cambiarse de opinión, pero también es cierto que los hombres y las mujeres debemos tener principios que guíen nuestra vida. Algunos podrán pensar que eso de los principios, en esta época de predominio absoluto del mercado, es anticuado e impertinente.

Para quienes reconocen el valor de los principios, para los que no votarán nunca por el PRI, parece necesario recordar que la liberación económica que se ha llevado a cabo en México, como en muchos otros países del mundo, ha creado una polarización social sin precedentes: 40 millones de personas viviendo por debajo de la línea de pobreza, mientras menos de una docena de familias se cuentan entre las más ricas del mundo. Este resultado no tiene que ver con el PRI, sino con la propuesta neoliberal en curso; está más allá de la corrupción e ineficiencia del gobierno mexicano. Votar por Fox, es votar por la continuidad económica, es votar por un modelo económico excluyente, instrumentado probablemente por los mismos hombres del régimen actual, por los jubilados filántropos y por los que aspiran a serlo. Votar por Fox, es aceptar que cambiarán algunas personas, entre ellas el Presidente, pero que todo seguirá igual: el mercado como único asignador de los recursos de la nación y el gobierno como garante de que nada impida que esto funcione así.

Seguirán los neoliberales al frente de la conducción económica nacional, pero ahora con la aureola de honestos, eficientes y surgidos por la voluntad de los ciudadanos. Con estos méritos, todos los años de su gobierno, presupuestarán el pago de los intereses de los pagarés Fobaproa, ahora IPAB, que serán de 100 mil millones de pesos anuales más los vencimientos del capital; nos dirán que gracias a estos pagos, el sistema financiero se ha recuperado y pronto volverán a otorgarse créditos. Por eso, se insiste que hay que votar por Fox, por la transición a un país sin el PRI, por la alternancia democrática. Militantes democráticos de años, economistas lúcidos, intelectuales comprometidos, artistas de izquierda y algunos perredistas, llaman al voto diferenciado: Fox, junto con López Obrador y el resto de los candidatos perredistas. Imaginan un mundo feliz: sin el PRI en el gobierno federal, con los foxistas neoliberales, el gobierno democrático del DF podrá funcionar sin problemas. Olvidan que el presupuesto federal será limitado por los gastos del Fobaproa y por el compromiso de Fox de reducir el ISR, de modo que los renglones afectados serán seguramente los mismos que los priístas le redujeron a la ciudad de México.

Con este nuevo gobierno que les espera a los mexicanos que emigran a Estados Unidos en busca de un ingreso que les permita mantener a sus familias. Fox, fiel a sus declaraciones y compromisos de junio, porque los de mayo son diferentes, les convencerá de que ya no hará falta emigrar porque el crecimiento de 7 por ciento del PIB proveerá los empleos necesarios y el salario se establecerá sin ninguna interferencia del Estado, no importa que resulte en una cantidad miserable, el mercado poco a poco irá reconociendo los aumentos en la productividad y los salarios crecerán. Esto ni Labastida lo cree, pero no importa, se nos dice que votar por Cárdenas es apoyar al PRI, es estar contra el avance de la democracia. El voto útil, se repite incesantemente, es a favor de Fox. El voto no puede ser por una persona por la única razón de que puede vencer al PRI, debe ser a favor de un proyecto de nación, del compromiso de un Estado socialmente responsable. Por esto, como siempre, ni un voto al PRI, pero igualmente ni un voto al PAN; votaré por Cárdenas y por López Obrador en el DF.