JUEVES 29 DE JUNIO DE 2000
* Muñoz Ledo, en el círculo íntimo del guanajuatense
A 10 horas del silencio, Fox seguía en la carrera contra el tiempo
* En improvisados estudios de tv, el panista graba sus últimos spots
Blanche Petrich * De pie, sentado, con saco y sin saco, contra una pared y después contra otra de tonalidad distinta, el candidato de Alianza por el Cambio, Vicente Fox, grabó, bajo la tiránica presión del tiempo, varios spots diferentes. En diez horas más empezaría, para los competidores a la Presidencia, la hora de guardar silencio. Pero los diseñadores de la mercadotecnia de su campaña consideraron que las televisoras del país todavía tendrían cupo para una última andanada de mensajes.
Todo ocurre en un lapso de esos que llaman "ajustes de tiempo", cuando los personajes públicos desaparecen del escenario y se retiran a ciertos ámbitos de privacidad antes de continuar la agenda oficial.
Con el tiempo encima, estos "ajustes" se estiran cada vez más y las agendas se van "colgando". En el caso del equipo de campaña de Fox, un hombre pelirrojo pegado a un celular ųJuan Hernández, responsable de logísticaų cuida que los minutos extras no se extralimiten al grado de desequilibrar los programas cuidadosamente planeados. Y el sitio es el llamado Business Center, una especie de suite grande, de varias habitaciones y dos antesalas, habilitado en un céntrico hotel desde febrero como oficina y hogar de Fox, sus amigos y su equipo cercano.
Sus hijos se mueven en ese escenario como si fuera su casa. Paulina sale del elevador seguida por un guardaespaldas, hablando sonriente por un celular. Ana Cristina aparece más tarde preguntando: "ƑVoy a poder comer con mi papá?"
El teleprompter electrónico, colocado a la altura de la cámara central, va "soplándole" a Fox el guión: "Ya sólo faltan unas cuantas horas para inaugurar una nueva historia en la vida de México". Dos o tres párrafos más adelante se acumulan demasiado los tropiezos de la lengua. Con los reflectores encima se acalora el candidato. Hay que repetir. "Es que estoy preocupado por el tiempo", se disculpa. La productora sugiere un cambio en el acento. Y vuelve a comenzar, en un tono más íntimo: "Ya sólo faltan....". En el quicio de la puerta vigila cada detalle Francisco Ortiz, el director de mercadotecnia.
El no es el único que se ha habituado a los improvisados estudios de televisión que se colocan en cualquier lado, con los paraguas iluminados, los monitores y los tripiés. Es tal la familiaridad del personal del círculo íntimo con la parafernalia televisiva que las conversaciones y los portazos siguen a todo volumen, aun cuando se está grabando.
Hasta que la productora pierde la paciencia. "šSilencio!". Es un pobre mesero del hotel el que ha soltado la puerta del privado de donde lo han mandado llamar con la carta del día. Sin deberla, recibe la reprimenda. Largos minutos después regresa con una mesita rodante de manteles largos y cinco servicios humeantes. En su esfuerzo por pasar silenciosamente frente al lugar donde trabaja la gente de la tele adopta un pasito cómico. Sólo el guardaespaldas que custodia la puerta del comedor acusa con una sonrisa la graciosa escena.
Los demás siguen en su vértigo. Felipe Zavala, secretario particular, pasea tranquilo con las manos en la espalda. Juan Ignacio Zavala, de prensa, coordina el envío superexprés de cada videocasette a su destino. Son spots de corta vida. En uno Fox va diciendo: "Les tengo una buena noticia. Nuestro esfuerzo ha sido fértil". En otro más reitera algunos de sus slogan de campaña: "Seré el presidente que termine con el uso electorero de los programas sociales".
Rauda, de azul y maquillaje impecable, la coordinadora de Comunicaciones, Marta Sahagún, refleja cierto nerviosismo por los minutos que se van acumulando en el retraso del programa.
El último spot de la última serie va dedicado a quienes representarán al PAN en las casillas este domingo: "Sé que vas a hacer la mejor tarea del mundo", dice el guión.
El mago de las finanzas de los Amigos de Fox, Lino Korrodi, único trajeado en estilo sport, llega sonriente y, dueño de la situación, se dirige directamente al comedor. Cuando Fox termina sus grabaciones la comida está servida y fría.
A las antesalas de la suite llegan y se van, en distintos momentos, el candidato al DF, Santiago Creel, y el ex dirigente del PAN Felipe Calderón. No son convocados a permanecer. No son el círculo íntimo. Muñoz Ledo sí lo es. Llega sobre la hora que está prevista la salida de la caravana hacia el aeropuerto de Toluca.
En la segunda sala, una televisora transmite el juego de la Eurocopa. En los tiempos extras los mestizos del equipo francés le quitan el triunfo a los portugueses. Varios hombres, choferes y ayudantes con distintas funciones, miran absortos, ajenos a las horas histéricas del fin de la campaña.
Pasa el mismo mesero con una copa de palillos en la bandeja. Señal de que la comida está por terminar. Un rumor en los cuartos del fondo moviliza a los hipnotizados televidentes. "Vete sacando el coche", ordena Juan Hernández a un chofer. Instantes después pasa a largas zancadas el candidato. Y tras él, presurosa, el resto de la comitiva. Son las últimas horas de una carrera contra el tiempo.