JUEVES 29 DE JUNIO DE 2000
Por una democracia con adjetivos
* José Steinsleger *
ƑQué tipo de democracia urge en la América indo-afro-ibero-latina? A simple vista la respuesta va de suyo: los satisfechos de nuestra América llevan más de 500 años gozando de la vida a razón de cinco esclavos per cápita.
Muchos de nosotros, de los satisfechos digo, quisiéramos tener las respuestas idóneas, pues la realidad suele causarnos algunos trastornos de hemiplejía intelectual: escribimos un artículo y nos creemos filósofos; leemos un par de libros y no hay quien nos pare; nos ponemos a pensar y olemos a rayo en el aire.
La realidad. ƑCuál será la realidad? ƑLa de mil abulias coligadas que no equivalen a una sola voluntad en sí? ƑO la de millones de almas esperanzadas que equivalen a la palanca de la colectividad que les permite sobrepasar la ambición de los gigantes? Menudo dilema.
Resulta que de un tiempo a la fecha, los vampiros del privilegio nos han machacado el cacumen con un par de productos de importación, de aparente inocencia ideológica: la "democracia sin adjetivos" y... la "alternancia". Bueno, admitamos que así planteados, suenan muy espirituales. ƑY los "qué" de toda cualidad?
ƑQué democracia? ƑQué alternancia? En nuestra América, la historia de la democracia sin adjetivos revela que todo protectorado espiritual tiende a la anexión. Prueba de esto es que cuando hubo reales posibilidades de alternancia, los de afuera y los de adentro se confabularon para frustrarla.
Si arrancamos con el siglo que se fue, podemos empezar con Puerto Rico y la tragedia del "Estado libre asociado", Cuba, que purgó medio siglo de seudorrepública y México, que se salvó. No digo que por ende México fue feliz. Digo que México no tuvo el aciago destino de las naciones de América Central y las de América del Sur, con instituciones republicanas que hoy giran locamente en el vacío.
Gracias a su revolución y a pesar de ella, México consiguió ser un país. Inevitablemente, todas las revoluciones acarrean pesares. Entre éstos, los mitos. Pero no hay que creer en los mitos sino en las epopeyas heroicas y en los héroes de verdad.
Benito Juárez, por ejemplo. El nacionalismo de Juárez fue clarividente y se proyectó por encima de los combates circunstanciales y el pastel de la Alameda, cimbrando el corazón de los pueblos de América: hasta aquí llegasteis Habsburgos, hasta aquí yankis.
Con su ejemplo, las Américas de nuestro Juárez lucharon por la democracia y la alternancia con adjetivos. Las luchas de Juárez condujeron a la revolución y la revolución condujo al México que aprendimos a amar: este México bronco, inescrutable y profundo, sin el cual hubiese acabado en caricatura de sí mismo.
Reducir aquellas luchas al mero enfrentamiento entre caudillos de cepa hispano-arábiga es un chiste macabro y una estafa intelectual de los discípulos de Carlyle, quien todo lo explicaba por la acción de los "hombres insignes".
Chiste y estafa. Pero también sostenido y tenaz proyecto en trámite de dominación total.
Ahora, no sé por qué acude a la memoria la historia de Pirro, aquel rey de Epiro que obtuvo la corona envenenando a su antecesor y que venció con sus elefantes a las legiones de Roma. ƑNo lo recuerda? šPero sí, hombre!
Aquél que debido a las enormes pérdidas de la batalla, dio origen a la expresión "victoria pírrica", la que termina volviéndose contra el vencedor: "Con otra victoria más como ésta y estoy perdido", dijo don Pirro.
En la historia y en las leyes de tránsito, adelantarse por derecha es peligroso. Además, está prohibido. Conserve la izquierda y sonría. *