JUEVES 29 DE JUNIO DE 2000

ƑQuién teme a Vicente Fox?

 

* Sergio Zermeño *

El fragor de la batalla electoral nos está conduciendo a un peligroso espejismo: querer ver en las opciones político-partidistas propuestas claras y definidas en términos dogmáticos, es decir, condensaciones históricas, en los términos decimonónicos europeos, en donde a cada clase social correspondía una forma organizativa (partido), con una ideología altamente desarrollada y compleja. Toda América Latina se ha encontrado lejos de esta imagen (incluido el acercamiento chileno a los partidos clasistas), pero México ha sido un ejemplo extremo de condensaciones pluriclasistas, acuerdos inestables, alianzas endebles continuamente refrendadas sobre principios muy difusos y, en una palabra, confluencias sociales, organizaciones y "principios" de un pragmatismo extremo, unificados en lo esencial por el liderazgo del hombre fuerte, herencia del cacique y del tlatoani.

Llama, pues, la atención que en este cierre electoral la intelectualidad perredista esté construyendo un cardenismo altamente elaborado en lo que hace al programa económico (antineoliberal), al proyecto histórico, a la ética, a la ideología, a los principios y al dogma. Sin descalificaciones habría que recordar que en el otoño de 99 la propuesta perredista de la "alianza opositora" no se rompió por diferencias programáticas, sino por diferencias en los mecanismos de consulta a la ciudadanía; que los candidatos triunfantes del PRD en Tlaxcala, Zacatecas y Nayarit fueron flamantes egresados de las filas priístas y que el último de ellos despidió a los perredistas en los primeros dos meses de su mandato; que Dante Delgado todavía no demuestra su inocencia en torno al manejo de los recursos oficiales destinados a las regiones zapatistas, pero ya fue impuesto como senador por el PRD en Veracruz; que ese partido fue capaz de apoyar al mismo tiempo al zapatismo y a la Tigresa... López Obrador tendrá que ampliar el ángulo de su convocatoria; Marcos, Garrido y Chomsky son admirables al aplicarle una sola pureza a toda la nación, pero nuestro plumaje no es de ésos; tampoco el de la democracia, como lo mostró el No chileno y el Pacto de la Moncloa.

Se nos anuncia por otro lado que Fox es un fundamentalista, porque "actúa guiado por el fundamento de su fe" (nos dice un gran intelectual), aunque olvida que López Obrador, al término del debate, le pidió "al pueblo de la ciudad de México que recobrara la fe"); otro agrega que "también Hitler en 1933 era un candidato incontestado de la oposición"; que nos conducirá derecho al siglo XIX (prerreformado, se entiende). No se necesita haber nacido en una familia cristera ni haber hecho peregrinaciones al Cerro del Cubilete para saber que nuestro fundamentalismo (base supuesta del fascismo foxiano) es bastante endeble; y que, si no se provoca a los católicos como en los años veinte, estamos hablando de un dogmatismo bastante deshilvanado y roto, como lo es el estado actual de nuestra sociedad y nuestra cultura, con pocos valores fundacionales; un fundamentalismo sin Corán (Ƒde veras alguien cree que a las mujeres de hoy se les pueden imponer comportamientos y velos?). Casi todas las jóvenes del Bajío reciben una fuerte represión de sus familias, pero nunca han dejado de subir la bastilla a sus faldas (sin embargo, haría bien Fox en deslindarse de Pro Vida).

Porque creo que lo anterior tiene algún sentido, hace dos semanas me preguntaba si lo más urgente no sería sacar del poder a los asesinos de Acteal, de Aguas Blancas, de más de 600 perredistas; a los defraudadores electorales de más de seis estados en donde hoy podría gobernar el PRD; y proponía para ello el establecimiento de un pacto mediante un voto condicionado a una serie de acuerdos firmados que debieran ir de la educación pública laica y gratuita, la no privatización de las empresas energéticas, el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés y una larga lista que prácticamente firmó Fox a plana entera el martes. Y recordábamos en ese artículo que nada nos daría más gusto, a quienes hemos estado cerca de Cuauhtémoc, que él ganara las elecciones, pero que si a una semana del 2 de julio las encuestas serias nos decían que eso era imposible, optáramos entonces por la alternancia, porque en el peor de los casos, si Fox en el poder resultara un fundamentalista neoliberal y moral, entonces el reforzamiento de la cohesión perredista que de ahí resulte, aunado a la desbandada de un PRI ya sin Estado, nos darían las bases para construir un centro-izquierda de gran consistencia guiado por la autoridad de Cuauhtémoc (hasta las cabras saben que en ocasiones para bajar hay que subir). Sigo pensando que un PRD con esa perspectiva es la mejor vía para México y me declaro listo para la cruda del 3 de julio. *