VIERNES 30 DE JUNIO DE 2000
La maquinaria
* Luis Javier Garrido *
El 2 de julio de 2000, una vez más, la maquinaria electoral del Estado buscará imponerse a la voluntad ciudadana para imponer al salinista Francisco Labastida en la silla presidencial y la ciudadanía estará a expensas de los partidos que no tienen dispositivo alguno de defensa del voto.
1. Las elecciones federales de 2000 no pasarán a la historia por haber constituido un proceso fraudulento más en la vida política de México, o por haber sido las más costosas en la historia de América Latina y las más pobres en propuestas, sino porque señalaron un desfase cada vez mayor entre los partidos políticos y los reclamos populares, como acontece en este caso de la defensa del voto.
2. Las declaraciones casi cotidianas de funcionarios en el sentido de que es imposible el fraude electoral entrañan un cinismo político inadmisible, pero lo más grave de este clima que busca legitimar lo ilegitimable lo constituye el que un buen número de dirigentes de la oposición sostenga también esta tesis cuando estamos ante un proceso electoral por completo fraudulento, pues no reconoce la libertad de participación electoral y tolera, por el contrario, la existencia de un Partido de Estado que a lo largo de la campaña actuó impunemente con todos los recursos públicos a su alcance y beneficiándose de una manipulación sin precedentes de los medios masivos de comunicación, y que el 2 de julio no podrá imponerse si no es mediante la compra de sufragios, el acarreo de votantes y la abierta falsificación de resultados.
3. Las elecciones de 2000 fueron preparadas por el grupo salinista como la culminación del proceso de reconversión del sistema político, en un escenario en el cual los partidos aceptarían la imposición, a cambio de ser parte de ese sistema de dominación, pero este proceso se hizo con un profundo desprecio a los ciudadanos, asumiendo que éstos se subordinarían a los partidos en los conflictos poselectorales y ésa es la gran incógnita para el lunes 3 de julio: Ƒcómo van a reaccionar ante la noticia de que se impuso como triunfador a quien no ganó la elección?
4. Las intenciones del gobierno "de Ernesto Zedillo" ya se conocen: hacer aparecer como "triunfador" a Labastida con todo el peso de la ingeniería electoral oficial, y buscar la legitimación de la imposición con las organizaciones sociales que integran el aparato corporativo del Estado pero, sobre todo, de los medios masivos de comunicación, delegaciones internacionales de observadores, y aun del gobierno de Washington y de los organismos financieros internacionales, utilizando para ello la vieja práctica del albazo la noche de la elección, en la que una vez más el IFE hará el ridículo, pues los resultados los anunciarán entidades privadas.
5. Las condiciones de las elecciones no han cambiado mucho y ya se sabe que para que gane un candidato debe ser por nocaut, pero que la vigilancia y la defensa del voto frente al aparato oficial deben hacerla los ciudadanos: y de eso también son responsables los partidos.
6. Preocupación central del grupo salinista fue lograr que las dos principales fuerzas "de oposición" aceptaran plenamente las reglas de juego que les impuso y que, a cambio de que se les abrieran cotos de poder regionales, reconocieran que no podían cuestionar de manera frontal las normas político-electorales ni los programas económicos impuestos en nombre del FMI. El régimen mexicano se pudo reconvertir porque PAN y PRD se reconvirtieron también, asumiendo el papel que se les asignó de "oposiciones leales" al Partido de Estado, que siguió siéndolo impunemente, todo lo cual explica los rasgos centrales del proceso electoral en el cual, salvo en la parte final de la campaña de Vicente Fox, no se confrontó al sistema mexicano.
7. La propuesta política de las fuerzas de oposición fue prácticamente inexistente, como se vio en los programas televisados de la primera semana de junio. Ningú candidato planteó de manera seria y en términos de lo que debería ser un programa de transición la prohibición del Partido de Estado, el fin del corporativismo, el establecimiento de libertades sindicales, la aplicación de la ley a los funcionarios del antiguo régimen, el desmantelamiento del narcoimperio financiero del salinismo, la recuperación de los derechos sociales, una reforma política a fondo. Entendieron "la transición" como un proceso para beneficiar a los partidos y no a los ciudadanos.
8. El mayor éxito del régimen en estos meses fue, de tal suerte, haber avanzado en su proyecto de domesticar a las fuerzas de oposición. La campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas no tuvo el impacto de la del 88, porque las tesis del PRD no fueron las del FDN, ni en lo político ni en lo económico. En lo político, los perredistas asumieron con un discurso convenenciero que ya existe un proceso avanzado "de transición", y en lo económico se plegaron a la mayor parte de los lineamientos centrales del FMI y del Banco Mundial, dejando un amplio espacio político que buscó ser ocupado por Fox sabiendo que los mexicanos quisieran ver en las fuerzas de oposición la capacidad de terminar con el sistema político de partido de Estado.
9. La presunción de que las propuestas de país del PAN y del PRD son en 2000 radicalmente diferentes no es exacta, ya que ambos partidos han tenido una convergencia hacia las tesis oficiales, en lo político y en lo económico, en lo que no constituye un escenario particular de México, sino de buena parte de las fuerzas políticas de América Latina y que genera amplia confusión. La responsabilidad de lo que acontece es de una derecha que pretende izquierdizarse, pero también de una izquierda que se derechiza realmente. El diario Folha de S. Paulo (25 de junio) criticaba por eso al candidato brasileño Ciro Gomes, que terminaba identificándose a Fox en una serie de fotografías y presentaba como alarmante lo que ocurre en México.
10. Los mexicanos conocen claramente qué acontece y saben que deben resistir frente a la maquinaria del Estado no sólo en las coyunturas electorales; de ahí la incertidumbre frente al futuro inmediato. *