VIERNES 30 DE JUNIO DE 2000

Los candidatos ante una nación encarcelada

 

* Horacio Labastida *

Mi amigo Alejandro González, muy certero en sus observaciones sobre el país, lo dijo con toda claridad tres días antes de la publicación (La Jornada, No. 5683) de las declaraciones de Noam Chomsky, catedrático del Instituto Tecnológico de Massachussets. Una correcta evaluación de lo que para México pueden significar las elecciones del próximo domingo, no eludiría de ninguna manera el análisis de la situación económica, social y política en que se encuentra, así como la posibilidad de superar o al menos iniciar la solución de los grandes problemas que lo agobian, pues sólo de esta manera, asevera el mencionado Alejandro González, será posible apreciar la importancia o no importancia de las ideas que a través de sus campañas han expuesto Labastida, Cárdenas y Fox.

ƑCuál es el emplazamiento de nuestra patria en el mundo contemporáneo? No es difícil señalarlo si lo contemplamos desde el punto de vista de las grandes transformaciones mundiales que se han registrado de manera acentuada a partir del fracaso de la Unión Soviética (1991), sustituida en la actualidad por el Estado gansteril que preside Putin, acontecimiento trascendental que ubicó a Washington en la cúspide del poder político y militar del mundo y que abrió las puertas de par en par al crecimiento sin tropiezos del capitalismo trasnacional, extendido hoy por el planeta y armado de una ideología económico-política, el neoliberalismo, con que trata de justificar la supremacía del orden dirigido por las elites metropolitanas del mundo, cuya personería política está en manos de unos cuantos gobiernos occidentales que en alta proporción acatan las decisiones de la Casa Blanca. Obvio es que el orden económico metropolitano está regido, igual que todas las formas previas del capitalismo, por las leyes de la acumulación y la ganancia, ajenas en su desenvolvimiento a los valores morales de la humanidad. Y precisamente en esta circunstancia se halla México, no como un país dominante y sí en el papel subyugado que le ha otorgado el presidencialismo autoritario posrevolucionario, forjado primero por Obregón y los llamados Tratados de Bucareli (1923), luego por Miguel Alemán y su política charrista, y en tercer lugar por el Espíritu de Houston, con que Carlos Salinas nos incluyó de golpe y porrazo en la globalización de nuestro tiempo. Dependiendo de finanzas, tecnologías e impulsos exteriores, México es hoy un país quebrado en las áreas fundamentales de su economía interna, y saqueado a través de deudas externas y locales que hacen tambalear las rentas de una producción cada vez más expoliada por los señores del dinero. Contra la visión de la insurgencia de 1813, ahora los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, en forma tan diabólica que la miseria hace posible que cuatro o cinco mexicanos luzcan sus nombres en la apretada lista de los acaudalados del mundo.

Chomsky y González tienen razón. Si el 2 de julio próximo no significa un triunfo sobre el sistema predominante, las elecciones sólo servirán para legitimar el reino de las elites trasnacionales; y en esta tesitura saltan reflexiones muy vinculadas con nuestro porvenir. Fox y el PAN son claros: su victoria sería la continuación conservadora y más apretada del aprisionamiento que sufre la nación. Labastida esboza una ineludible interrogación, Ƒen los cauces del PRI es posible romper los acerados acuerdos y tratados que nos mantienen como reos de la historia contemporánea? Por último, Cárdenas al izar los principios de la revolución mexicana y las categorías inspiradoras del Código de 1917, muestra la posibilidad de un cambio real y no meramente nominal en el Estado mexicano. Creo que los ciudadanos deben meditar, como nunca lo han hecho antes, en el voto que depositarán en las urnas del domingo a la vista. El voto honesto condenará la mentira y exaltará la verdad. Ni más ni menos. *