PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO
La OCDE, el ''club'' de los países ricos al cual pertenece incluso México, que rico no es, acaba de denunciar con preocupación que más de 15 naciones lavan sistemáticamente dinero proveniente del narcotráfico, la trata de blancas, la venta clandestina de armas y otros delitos. En la lista están representados todos los continentes y no figuran sólo los llamados ''paraísos fiscales'', caribeños o en el Océano Indico, sino incluso grandes potencias como Rusia, monarquías europeas de medio pelo y hasta Israel. La cifra de lo lavado por los traficantes y sus cómplices estatales y bancarios llega a 600 mil millones de dólares anuales, o sea, una vez y media la deuda externa de toda América Latina o 20 por ciento más que el producto interno bruto mexicano. Por supuesto, esa cantidad es sólo la punta del iceberg y debe ser mucho mayor, ya que se calcula que sólo la economía estadunidense recibe, cada año, una inyección de 300 mil millones de dólares provenientes de esa turbia fuente (los cuales, dicho sea de paso, tienen la función de ayudar a equilibrar la deficitaria balanza de cuenta corriente y, por consiguiente, mantener la economía de Estados Unidos).
Si tenemos en cuenta, por ejemplo, que el principado de Mónaco ųuno de los Estados ''higiénicos''ų y el casino de Montecarlo tienen administración francesa, el asunto se complica aún más, ya que es evidente que no sólo los pequeños países isleños comparten la renta indirecta que les deja la delincuencia, sino que también los sistemas financieros y parte importante de los gobiernos de los países integrantes del Grupo de los Siete cierran los ojos ante capitales que refuerzan sus monedas y sus economías y aceitan múltiples engranajes. Baste recordar al respecto el caso de Michele Sindona, banquero simultáneamente de la mafia italiana y del Vaticano, o los lazos del varias veces primer ministro o ministro italiano, Giulio Andreotti, con la Cosa Nostra.
El dinero lavado se convierte en capital y se incorpora al sistema financiero. ''Purificado'' e insospechable llega después a otros destinos para la especulación bursátil o contra las monedas o para hundir industrias nacionales potencialmente competidoras o comprar favores políticos. De la mano del respetable empresario va el delincuente con frac y ambos financian las peroratas llenas de moralina de muchos sacerdotes de diversas religiones, y también de los oficiantes de la cultura oficial que poseen los medios televisivos. Este, entre otros, es el resultado del debilitamiento de los Estados frente al capital financiero y de la impunidad con que éste se mueve de un punto al otro del planeta, sin control alguno. Conviene recordar al respecto que el impuesto que lleva el nombre del Premio Nobel de Economía y político canadiense, Tobin, además de reducir los peligros derivados de la volatilidad de tal capital, permitía rastrear y controlar su paso por los diversos mercados de dinero. ƑSe deberá acaso a eso su impopularidad entre las autoridades de tantos países? Lo que es evidente, en todo caso, es que algo hay que hacer ante este poder de la delincuencia organizada, que supera el de los Estados, y ese algo no se puede hacer sino desde los Estados organizados en las Naciones Unidas...
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