DOMINGO 2 DE JULIO DE 2000
* José Antonio Rojas Nieto *
Hacia nuestra nueva nación
Anhelamos seguir en el camino de construcción de la nación, nuestra digna nación. Largo ha sido nuestro camino. Largo seguirá siendo. No importa. Lleno de peripecias y lecciones. No nos han provocado temor ųno nos los provocarán nuncaų Lestrigones, Cíclopes, ni el iracundo Poseidón. A pesar de que nos hemos topado con ellos en nuestra jornada ųnos los seguiremos topandoų, hemos tratado de conservar el pensar y hemos luchado por que nobles emociones aborden nuestro espíritu y nuestro cuerpo. Hemos intentado hasta el cansancio no llevarlos dentro del alma, pues es ella y nadie más quien nos los pone delante y nos atemoriza y nos acobarda. Hemos entendido que nuestro camino es y será largo; incluso, por paradójico que parezca, solicitamos que así sea porque hacia donde vamos no se llega pronto. Muchos atajos que nos hemos encontrado han sido engañosos. No queremos seguir ninguno más. Todas las mañanas de nuestros días ųmuchas como ésta que debe ser llena de júbilo y de gracia, si no hay engaño y trampa haremos esfuerzos por bajar a puertos antes ignorados; y en algunos emporios de esa Fenicia emprendedora buscaremos lo más preciosoų el valor, el honor, la dignidad, la sencillez, el coraje, la justicia, la sabiduría ųy en las diversas ciudades del Egipto sabio intentaremos aprender de los letrados. Buscaremos no sólo llegar a una nueva nación sino llegar bien; por ello cuidamos y luchamos por que nuestro camino no sea apresurado. Si es preciso navegaremos muchos años más. Correremos, incluso, el riesgo de que pase mucho tiempo más y lleguemos a esa nueva y digna nación, viejos ya. Pero ricos por la cosecha del trayecto, sin esperar ya nada de ella que con el trayecto y en el trayecto mismo ųsin atajos falsosų, la nueva nación nos habrá sorprendido y nos habrá entregado lo que anhelamos. Ese camino nos habrá brindado ųvaya que lo habrá hechoų la nueva experiencia de una digna nación en el trayecto; bello viaje en el que compartimos las tristezas, las angustias, los fracasos, el dolor, la miseria, el hambre, la injusticia, pero también el entusiasmo y el gozo de saberse ahí, en un buen camino. Habremos recorrido rutas desconocidas para ello, para la construcción de esa nueva nación en la que, sin saberlo, un día sorpresivamente, ya estábamos. Nada más nos podrá brindar, porque ya nos lo habrá brindado todo, justamente en el camino mismo, en la forma como aprendimos a vivir, a acompañarnos, a tolerarnos, a perdonarnos, pero también a exigirnos justicia y a castigarnos. No será más una nación pobre ni una nación que nos defraude.
No será más una nación con corruptos y traficantes, con rentistas y parásitos. Será una nación con gran sabiduría y sólida destreza bien ganada. Ese, entonces, será nuestro secreto, el que compartiremos con todo el mundo al que no podemos cerrarnos más. Compartiremos la magia de haber llegado a la nueva nación que anhelamos cuando, justamente, nos dirigíamos a ella. Nunca antes; pero nunca después.
PD. A la memoria de Manuel Becerra Acosta, mi primer director periodístico y con profundo agradecimiento a Constantinos Cavafis.