MIERCOLES 5 DE JULIO DE 2000

El cambio y sus causas

 

* Bernardo Bátiz Vázquez *

A Vicente Fox le tocó cosechar lo que muchos sembraron durante largas y, a veces, cruentas luchas políticas para llegar a un sistema democrático aceptable en nuestro país.

En un libro de 1949, México falsificado, el historiador Carlos Pereyra dice que en el siglo pasado se atribuía a Juárez una frase que califica de cínica: "si en México no hace las elecciones el gobierno, Ƒquién las hace?"; agrega de su cosecha que si un Presidente no se elige a sí mismo, Ƒquién lo elige?

Seguramente desde el siglo XIX así eran las cosas; cada Presidente se elegía a sí mismo imponiéndose a sus rivales del modo y manera que estuviera a su alcance.

Con el sistema inventado por el jefe máximo, Plutarco Elías Calles, cambió el sistema; desde entonces, el autócrata en el poder designaba a su sucesor y así se formaba una cadena no interrumpida de personajes que debían su cargo a sus predecesores, hasta el 2 de julio en que el pueblo eligió de entre los candidatos que le presentaron.

José Vasconcelos en 1929, rodeado de un puñado de jóvenes universitarios, dio la primera gran batalla de este siglo por lograr la democracia frente al sistema oficial.

A partir de entonces las instituciones fundamentales del sistema: la Presidencia, el partido oficial y la corrupción, que parecían tres rocas inconmovibles, fueron el símbolo de un régimen en el que se confundía el partido con el gobierno, y el gobierno con el Estado y la nación; a partir de entonces también muchos contribuyeron para que las cosas cambiaran.

A mediados de la década de los sesenta, cuando los de mi generación nos iniciamos en la participación política, ser de oposición era una actividad entre romántica y ridícula para los observadores conformistas. Decían los sabihondos burlones de entonces, que las tres formas de hacerse tonto eran: fumar con boquilla, jugar a la lotería y ser de oposición.

Pasaron los años, y los esfuerzos de los primeros pronto fueron superados por otros de más reciente reclutamiento para la democracia, hasta que la ola creció tanto que las rocas, que parecían inconmovibles, fueron desmoronándose como castillos de arena.

A la hora del cambio no podemos olvidar a los pioneros de las luchas democráticas, entre ellos, a viejos periodistas como Paco Huerta y su Voz Pública, quien en una minúscula cabina radiofónica por vez primera sentó juntos a dos candidatos a la Presidencia; por cierto ninguno del PRI. Hay que contar también de manera destacada a los que armaron una doctrina de dignidad ciudadana desde las filas del antiguo PAN; más recientemente se sumaron los pragmáticos de la hora nona con su desenfado, su audacia ignorante y sus lecciones de eficacia muy bien aprendidas. También, a su modo, ellos contribuyeron y finalmente se salieron con la suya a fuerza de dinero, publicidad y oportunismo.

Sin duda, tienen un lugar destacado los que vienen de las diversas corrientes del pensamiento marxista, que paulatinamente adoptaron procedimientos democráticos y archivaron sus programas revolucionarios, y muy especialmente destacan quienes intentaron democratizar al PRI desde adentro y, al no lograrlo, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas abandonaron la cómoda seguridad del sistema, se lanzaron a la incierta lucha de oposición y supieron lo que es "amar a Dios en tierra de indios" (proverbio chocante pero muy gráfico).

Tienen también su lugar los integrantes del Consejo del IFE, tanto el primero de ellos, todavía con muchas limitaciones, y el actual; pero ambos con muestras indudables de valor civil, inteligencia, decisión y sentido de responsabilidad.

Marcos y los zapatistas tienen su parte en el asunto: sacaron sus armas y, como decía el gaucho Martín Fierro, "salieron cortando"; obligaron al gobierno a negociar y movilizaron a una sociedad que esperaba un ejemplo de valor como el que dieron los alzados chiapanecos.

La sociedad civil que tomó forma a finales de los ochenta, y que todavía tiene una presencia importante, jugó su papel en las famosas organizaciones no gubernamentales, el MCD, Causa Ciudadana, Mujeres en Lucha, Veinte Compromisos, Grupo San Angel, y otras más, empujando en el mismo sentido.

Periodistas, programas de radio, editorialistas, académicos, movimientos populares, todos fueron pequeños arroyos o medianos torrentes que se juntaron en el gran río que terminó desmoronando al sistema.

Muchos sembraron, Fox cosechó; lo que pasó y lo que viene no surge de la nada, tiene sus precedentes lejanos y cercanos y sería imperdonable que el candidato triunfador empezara su gobierno creyendo que a él se debe todo y que los votos recibidos a su favor pueden suplir su falta de sentido histórico y su desconocimiento del México complicado y heterogéneo que intentará gobernar. *