* Hoy presentará su más reciente producción en el restaurante Arrabalero


Piazzola, presente en mi formación en más de un sentido: César Olguín

* En Solo como un perro 2, el bandoneonista argentino plasma toda su sabiduría

Ernesto Márquez * El inconformismo y la búsqueda de territorios personalísimos caracterizan los movimientos de César Olguín, extraordinario bandoneonista argentino que hoy, en el restaurante Arrabalero (Marsella y Dinamarca, Col. Juárez), presenta su más reciente producción discográfica: Solo como un perro 2.

En este, su sexto trabajo, César Olguín ha plasmado toda su experiencia, sabiduría y complejo mundo interior tal como lo demuestra en los 11 temas que lo componen, dos de los cuales son de su autoría, mientras los nueve restantes pertenecen a grandes del fuelle sonoro y la composición avangard, tales como el gordo Aníbal Troilo, el maese Astor Piazzola, el Adelantado Dino Zaluzzi, Arnulfo Coco Domínguez y Juan Carlos Cobián.

Una mezcla de intensidad, alegría y melancolía exudan estas músicas, creadas para bandoneón solo, de ahí la soledad perruna a la que alude el título.

En su soliloquio bandoneonístico el maestro Olguín es preciso y dúctil. Maneja ambas manos con maestría, sacándole al fuelle todos los sonidos posibles. Su capacidad técnica y gran espíritu le permiten transmitir toda la emoción que encierran las composiciones. Su versión, por ejemplo, de la inolvidable pieza de Aníbal Troilo, Che Bandoneón, con que cierra el álbum, es verdaderamente exultante.

Entrevistado en las oficinas de Ediciones Pentagrama, compañía que produjo esta obra, Olguín nos dice que como intérprete del bandoneón se siente más maduro y más seguro en lo que aborda, "aunque siempre existen el miedo, los temores... la insatisfacción".

La experimentación, asegura, es una de sus grandes obsesiones, pero siempre tiene como punto de partida el tango. "Autorreconocerme como tanguero es algo que me place", acota. "Toda mi música por muy fusionada que esté lleva ese espíritu".

Sin embargo, hay quienes dicen ųal igual que en su momento con Piazzolaų que lo que él hace no es tango. "Yo me considero un músico tanguero, que le interesa experimentar y buscar por caminos que no necesariamente están ligados con el tango. A mí me interesa andar por caminos del jazz, de la música clásica, de cámara... Afortunadamente, lo mío no depende de lo que los ortodoxos digan".

Con referencias a la herencia piazzolana y a la generación post-Piazzola, Olguín es claro: "Yo no considero pertenecer a la escuela de Piazzola y por lo mismo no me ubico como uno de sus herederos. Ciertamente he seguido sus huellas pero las refiero de otra manera...

"Quiero ser congruente con mis palabras para que no se entienda que existe un contradicción en lo que digo: en toda mi formación musical Piazzola estuvo presente en más de un sentido, porque aparte de lo musical me enseñó un modelo de vida que he tratado de acomodar a la mía de la mejor manera posible. Sus progresiones armónicas y su decidida lucha por imponer sus ideas fueron las cosas que me impulsaron".