MIERCOLES 5 DE JULIO DE 2000

PAGINA 9

* Lourdes Galaz *

Los votos hablan

* Si Monterroso lo viera... la Sauri sigue ahí * En 2000, el presidente es elegido por dos millones de

votos menos que en 1994 * Y el padrón tiene 12 millones de electores más que hace seis años

700 mil perredistas del DF se convencierVicios privados, mentiras públicas de los Fox * No se habla de narcotráfico pero sí de blanqueado de

capitales hasta por 36 millones de dólares * Estarían implicados Carlos Medina Plascencia y familiares

La derrota del PRI, y el gusto presidencial por la victoria del candidato de nueva derecha con asiento en la clase empresarial, produjeron en el priísmo reacciones inmediatas. Primero, la desolación. Segundo, la búsqueda de explicaciones a la ineficacia del aparato electoral. Tercero, el remedio taumatúrgico: "Un líder para el PRI"... Y Dulce María Sauri decidió dimitir. Por supuesto, el problema es mucho más complejo y no se resume a ungir a un líder que, ciertamente, no tiene el priísmo desde que, hace más de una década, perdió la Presidencia de la República... conocedores de la política, los priístas de siempre, los ex presidentes del partido, y algunos gobernadores, comenzaron a hablar de transición, de renovación. Y políticos de experiencia y presencia, como Jesús Murillo Karam, Juan S. Millán, Diódoro Carrasco, alzaron la voz y ganaron la partida a los acelerados y dolidos: La Sauri desempeñó bien el difícil papel que le cayó tras el cambio de José Antonio González Fernández, el inventor del publicitado y nonato nuevo PRI. Habrá tiempo para fijar las reglas del cambio de líder, habrá tiempo para hacer la transición que culminará hasta que la gente considere que, al referirse al PRI ( o como se le llame), está ante el futuro y no ante el pasado, los viejos modos, las viejas mañas. Y en esas andan ahora los grupos de poder en el partido tricolor. Ayer, de pronto, corrió la especie de que Francisco Labastida "es el nuevo líder del priísmo". La versión salió de las oficinas del búnker del candidato perdedor. De inmediato, el rumor creció por el Internet, y en una hora después se esfumó del ciberespacio. Y ya en la noche, el gobernador de Tabasco habló por sí y por los que representa (Carlos Hank González y su grupo Atlacomulco) y se unió al debate por la transición democrática, palabras mágicas que a fuerza del uso desmedido comienzan a gastarse. Y es que, dice con razón Roberto Madrazo, "está en juego la sobrevivencia del partido" y los espacios del poder que, con todo, conservan los líderes de las fuerzas reales del priísmo.

 

Un priísta irredento (que, por cierto, aún existen) afirmaba convencido: "El priísmo no perdió en las elecciones del 2 de julio... sintió la derrota desde 1988... más aún: šel PRI comenzó a caer en picada con Miguel de la Madrid en 1982! Quién olvida que Carlos Salinas de Gortari fue postulado por la elite gobernante, sin ser el candidato del priísmo: petroleros, maestros, campesinos, obreros con la marca tricolor votaron en contra y apoyaron al abanderado del Frente Democrático Nacional en 88. Y regresa a la memoria aquella frase célebre de José Angel Gurría a propósito de los tecnócratas que arribaron al poder y su proyecto neoliberal: "Gobernaremos 24 años... šcuatro sexenios, por lo menos". Y con De la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, llevan 18... los otros seis los cubrirá un relevo de las filas de sus aliados, la nueva derecha empresarial... Así la del domingo 2 de julio no es una victoria producto del hartazgo generalizado de los mexicanos; o efecto del abusivo uso del marketing en la política y del activismo de los medios con buenos contratos publicitarios; o de la eficacia del Instituto Federal Electoral para coordinar acciones con la tecnoburocracia del más alto nivel, a fin de honrar al impulsor de las reformas político-electorales (Carlos Salinas de Gortari, creador del IFE y de la CNDH), y reconocer a Ernesto Zedillo como el presidente demócrata que pasó a la historia de la política globalizada, al garantizar ųy cumplirų una derrota por partida doble en las urnas: una, la del partido de Estado que gobernó el país por 53 años y administró la crisis los últimos 18. Y dos, la de la izquierda, con su líder Cuauhtémoc Cárdenas, que desde el delamadridismo ha sido intransigente con las políticas neoliberales que han favorecido a la nueva derecha empresarial (recuerde las fortunas de los bolseros del mercado de valores, la venta de la Banca, Fobaproa, etcétera).

 

Todo lo anterior ųjuntoų explicaría lo lógica de la victoria del candidato de la Alianza por el Cambio, pero no tanto su intensidad ųo al menos la que se le acredita sin el menor análisisų ni sus implicaciones a futuro en el país y en sus relaciones con el mundo, particularmente con los vecinos del norte... Pero no hay tal victoria arrolladora de los impulsores del cambio nacional, del que ofreció cruzar el puente de la transición (Ƒ?) democrática; no hay tal volcamiento de los ciudadanos en las urnas para echar al PRI de Los Pinos (el PRI, cierto, estaba fuera desde ilustracion central hace años). Y los votos hablan: se regodea Ernesto Zedillo cuando cuenta que llegó a la Presidencia avalado por más de 17 millones de mexicanos. Y hasta anoche, Vicente Fox sumaba 15 millones 104 mil 164 sufragios. Y eso que, según el IFE, de los comicios del 94 al 2000, creció en 25 por ciento el padrón electoral. O sea, son 12 millones más de votantes. Y según las mismas cifras, del total de votantes del domingo, únicamente cuatro de cada diez ciudadanos sufragaron por el cambio.. Ahora bien, se subraya la debacle del priísmo y, haciendo cuentas, a ese partido hasta ayer se le acreditan 12.7 millones de votos; más de un millón de los que alcanzó en las elecciones federales de 1997, cuando sumó 11.5 millones (38.9 por ciento del total) y perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Dicen las cifras que el priísmo votó en línea. Sí, la sumatoria de votos priístas y la elección presidencial (12.7 millones)y las del Congreso (12.8 millones) tiene una diferencia de un millón de sufragios, "por las personalidades postuladas en provincia". El priísmo no aceptó el voto útil. En cambio el publicitado voto útil llevó al candidato del PRD a perder unos 800 mil sufragios del llamado voto duro perredista. Más claro: Cuauhtémoc Cárdenas logró 5.8 millones de votos, mientras que los candidatos al Congreso sumaron 6.6 millones. Y aunque usted no lo crea, la mayoría de los perredistas ų700 mil para ser exactosų que creyeron en el voto útil a favor de Fox vive en el Distrito Federal, donde el PRD, de manera apretada, conservó la jefatura de gobierno y la mayoría en la Asamblea Legislativa... Y con todo, vale para Vicente Fox y sus Amigos : "No somos mucho más que vos" (PML, 1Ɔ. de septiembre de 1994).