MIERCOLES 5 DE JULIO DE 2000
* Dos millones de niños padecen desnutrición crónica
Con anemia, 30% de los menores de cinco años: encuesta nacional
* Las zonas rurales y el sur son las regiones del país más afectadas
Angeles Cruz * El 30 por ciento de la población infantil menor de cinco años de edad --casi tres millones-- padece anemia, mientras que dos millones vive con desnutrición crónica y en cerca de 220 mil las deficiencias son tan graves que hay "riesgo elevado de enfermedad y muerte, además de efectos adversos en el desarrollo mental", de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición 1999.
Las zonas rurales siguen con los peores indicadores en materia de desnutrición, la cual sigue siendo grave problema de salud pública. En cuanto a la anemia, más de la mitad de los niños de entre uno y dos años de edad la sufre en las áreas pobres de la República. A nivel nacional la situación no es mejor, pues el promedio se ubica en 48.8 por ciento para este grupo de edad.
De aproximadamente 11 millones de niños y niñas menores de cinco años de edad, la baja talla o desnutrición crónica afecta a un 17.7 por ciento a nivel nacional (un millón 947 mil) y en las zonas rurales a 31.7 por ciento. Por regiones, el sur del país registra los niveles más elevados de deficiencia nutricional, también llamada desmedro, con 28.9 por ciento.
En los últimos años, el gobierno federal ha puesto en marcha varios programas de ayuda alimentaria que llegan a 28 por ciento de los hogares en el país. Los principales son los desayunos y despensas que distribuye el DIF, la Leche Industrializada Conasupo, el Fideicomiso Liquidador del Subsidio a la Tortilla (Fidelist) y más reciente- mente el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa).
Sin embargo, no han tenido el impacto necesario para abatir la desnutrición, principalmente el de la leche, cuya distribución se concentra en las zonas urbanas, particularmente en el Distrito Federal.
Jaime Sepúlveda Amor, director general del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), dio a conocer ayer los resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición 1999 en cifras globales, de las cuales se desprende que en la última década el estado nutricional de los menores de cinco años registró mejorías en relación con los datos de una investigación similar realizada en 1988.
Así, mientras en 1988 14.2 por ciento de los niños y niñas registraba bajo peso para su edad, en 1999 esta cifra pasó a 7.5 por ciento (es decir 825 mil pequeños), lo que implica una reducción de 48 por ciento. En tanto, la prevalencia de baja talla para la edad (desnutrición crónica) pasó de 22.8 a 17.7 por ciento en el mismo periodo.
Situación similar ocurrió con el indicador de bajo peso para la talla (desnutrición aguda), que bajó de 6 a 2 por ciento, lo que significa que a la fecha hay unos 220 mil niños con este problema.
Este último tipo de deficiencia nutricional, cuyo nombre científico es emaciación, requiere de atención inmediata y especializada para disminuir el riesgo de muerte, destacó Sepúlveda. Y aunque ha dejado de ser un problema de salud pública en el ámbito nacional es posible que persista como problema en grupos aislados, agregó el especialista ante el titular de la Secretaría de Salud, José Antonio González Fernández, y funcionarios de diversas áreas que ayer se dieron cita en el auditorio Miguel E. Bustamante de esa dependencia.
Al desglosar la información por zonas urbanas y rurales y por regiones (norte, centro, sur y ciudad de México) saltan las diferencias. Entre las conclusiones del estudio realizado entre octubre de 1998 y marzo de 1999, se subraya que entre el primer y segundo año de vida ocurre el retardo en estatura, la cual no se recupera posteriormente y cuyas consecuencias son defectos en el crecimiento, el desarrollo y en la respuesta inmunológica.
La desnutrición moderada durante la niñez se asocia con disminución en el tamaño corporal y en el desempeño intelectual y escolar en la adolescencia y la edad adulta. Según diversas investigaciones en esta materia, esto puede repercutir en la capacidad del individuo para generar ingresos.
Además, la desnutrición durante los primeros años de vida de las mujeres tiene efectos posteriores, cuando se embarazan. Sus hijos nacen con bajo peso, lo cual aumenta el riesgo de morbi-mortalidad, por lo que "la nutrición durante la niñez puede afectar la salud y supervivencia de la siguiente generación".
En cuanto a los índices de anemia --baja concentración de hierro en sangre-- Sepúlveda Amor explicó que como parte de la encuesta se practicaron análisis sanguíneos y de orina a niños y niñas, de cuyos resultados se desprende que 27.2 por ciento de los menores la padece. Al desglosar la información por edades resulta que entre uno y dos años de edad, la mitad de los niños y niñas están anémicos y en las zonas rurales la población afectada supera el 50 por ciento.
Explicó que un niño anémico tiene menor rendimiento escolar, alteraciones en su desarrollo sicomotor o trastornos de conducta.
Obesidad en mujeres
La Encuesta Nacional de Nutrición 1999 abarcó la situación nutricional de las mujeres en edad fértil (de 12 a 49 años de edad) y destaca que más de la mitad (52.5 por ciento) tiene sobrepeso y obesidad, mientras que 26.4 por ciento de quienes estaban embarazadas al momento del estudio padecían anemia, al igual que 20 por ciento de las no embarazadas.
Curiosamente, en este caso no hay diferencias significativas entre las regiones norte y sur. En la primera, 29.7 por ciento de las embarazadas reportó anemia, y en la segunda, el porcentaje fue de 28.9 por ciento.
En su exposición, Sepúlveda Amor mencionó que sobrepeso y obesidad son preocupantes, pues colocan a México entre los tres primeros países con este problema, incluso por arriba de Estados Unidos.
Además, se asocian a un mayor riesgo de varias enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, hipertensión y padecimientos cardiovasculares, que afectan a un número cada vez mayor de adultos en el país y conducen a muertes prematuras, apuntó.
Para concluir, el director del INSP recomendó una serie de acciones contra la desnutrición y la anemia tanto en niños como en mujeres.
Dijo que tendría que impulsarse la distribución de alimentos enriquecidos con hierro y micronutrientes como el zinc para menores de edad y ácido fólico para las mujeres, sobre todo las gestantes.
Contra el sobrepeso y la obesidad mencionó la importancia de aumentar el consumo de frutas y verduras, disminuir grasas, carbohidratos refinados y productos chatarra y, por otra parte, impulsar la promoción de actividades deportivas y recreativas.