MARTES 11 DE JULIO DE 2000
ƑHartazgo o cambio social?
* José Blanco *
Después de efectuar un cambio drástico en la distribución del poder, la sociedad ha dado al gobierno que emerge un gran cúmulo de tareas. A los partidos políticos en particular les esperan más obligaciones que en el pasado y de mayor complejidad. Aunque la buena nueva más visible para la sociedad es el cambio ocurrido en la titularidad del Poder Ejecutivo, no lo es menos la transformación insólita de las condiciones del juego político en el Congreso.
Entre otras de esas muchas tareas de los partidos están la revisión crítica de su desempeño, la clarificación de su política futura y, por ende, las formas de organización que habrán de darse hacia delante, incluido desde luego el PAN.
Esa revisión crítica es la clave y, en gran medida, consiste en esclarecer por qué ganó Fox o, lo que no es sino la otra cara de la misma moneda, por qué perdió el PRI.
La tesis general más repetida por ahora es la del ''hartazgo'' o del ''voto de castigo''. Llamo la atención hacia otra hipótesis, la del cambio que ya se ha efectuado en la sociedad, sin dejar de conferir un peso relativo al voto a favor de Fox originado como voto en contra del PRI.
Un voto de la sociedad, en el que la gravitación del Revolucionario Institucional sobre los electores ha ido adquiriendo una levedad creciente, hasta volverse minoritario, implica un cambio cultural en la propia sociedad. Esta, en el pasado hegemonizada ideológica y culturalmente por el PRI, dio paso a una pluralidad cuya expresión en las urnas está a la vista.
López Portillo dijo en su tiempo: ''El mío es el último gobierno de la Revolución Mexicana''. Clara conciencia de un hecho histórico. Desde los años 70, las riendas y los lazos corporativos que articulaban al gobierno priísta con vastos sectores de la sociedad entraron en una senda de desgaste acelerado. Eso pasó con la CTM y el Congreso del Trabajo, eso pasó con la CNC y la mil veces reorganizada CNOP. El discurso revolucionario se secó. La economía mixta entró en crisis terminal. El ''modelo'' económico de posguerra de industrialización por sustitución de importaciones, vestido con el discurso del nacionalismo revolucionario, se arruinó y se extinguió, perdió el consenso social nacional y terminó con una deuda externa estratosférica encima, al final de esa década.
La educación de masas y de la sociedad en general en la cultura priísta cesó a partir del gobierno de De la Madrid, aunque supervivieron por necesidad inercias y resortes priístas mil que han experimentado un proceso de disolución gradual pero continua. Aún más, Salinas y Zedillo vieron en el PRI histórico un obstáculo formidable al nuevo ''modelo'' económico y por tanto buscaron, el primero, acabarlo, y el segundo, al menos neutralizarlo. Puede proponerse que los 11.3 millones de nuevos votantes del padrón 2000 en relación con el de 1994 son, en medida diferenciada, ajenos a la tradición cultural priísta.
Además, el nuevo ''modelo'' ha impulsado una amplia transformación de la economía: nuevas o renovadas ramas productivas (las de exportación sobresalen), nuevas formas de comercialización, nuevos productos y mercados financieros, nuevas o renovadas formas de trabajo en los mass media: es el sector moderno, el más articulado a la economía globalizada. De este sector social emergen nuevas culturas y valores no priístas, que se extienden más allá del propio sector moderno y que se combinan con la también nueva cultura política ųdiversaų, crecida espontánea y trabajosamente al calor del reclamo democrático.
Esta mudanza cultural comporta un cambio electoral que hoy se expresó mayoritariamente como un voto a favor de Fox. No es éste el voto del mismo ciudadano, pero harto del PRI, sino el voto de otro ciudadano. Además, la campaña foxista catalizó en muchos la decisión ganadora: al tiempo que planteaba exitosamente un voto plebiscitario entre la continuidad o el cambio como un desideratum nacional, la campaña de Labastida hablaba de inglés y computación.
Voto duro panista, más cambio cultural, más agraviados y hartos, más campaña electoral exitosa, componen los elementos principales de la victoria foxista. Es necesario insistir, sin embargo, en que los 15 millones de electores de Fox no se convirtieron en el nuevo voto duro del Partido Acción Nacional. El cambio cultural implica la determinación de volver a evaluar en cada elección; así lo indica la distribución del poder que ahora hizo la sociedad con el poder de su voto. *