MARTES 11 DE JULIO DE 2000

 


* Angel Guerra Cabrera *

Vieques: el aliento moral

En torno a la pequeña isla puertorriqueña de Vieques parecería configurarse hoy uno de los escenarios de lucha más interesantes y combativos contra la globalización neoliberal, contra la soberbia y la prepotencia de Estados Unidos. Contra el imperialismo yanqui, estaría uno tentado a decir, aunque sea esta una expresión de moda y de mal gusto, según los códigos posmodernos.

El hecho de que se hayan reanudado los bombardeos en la ínsula pese a la oposición mayoritaria de los puertorriqueños no significa, ni mucho menos, que la lucha haya concluido. Siguen siendo arrestados decenas de activistas que entran al campo de tiro en botes, a caballo o a pie. Después del arresto volverán a entrar una y otra vez, en ocasiones exponiendo sus vidas. Continúan las protestas allí, en Puerto Rico y en las comunidades boricuas de la Unión Americana. Crece la decisión de no acatar una ley y una autoridad ajenas.

Mediante la invasión pacífica del campo de tiro de Vieques, apoyada por masivas movilizaciones en Puerto Rico, los opositores a la continuación de las maniobras bélicas lograron detenerlas durante más de un año, hasta que el pasado 4 de mayo más de dos centenares de activistas de la desobediencia civil fueron removidos del área por alguaciles federales.

A tenor de la resistencia contra los bombardeos y contra la presencia militar en Vieques ha surgido un movimiento popular muy novedoso cuya vitalidad y desición no han podido ser quebradas a pesar de las enormes presiones que ha sufrido. Ni la Armada yanqui con todo su poderío, ni el lobby de senadores del comité de las Fuerzas Armadas ligados al negocio armamentista, ni la deserción de la lucha a la primera de cambio ųpor demás previsible- del gobernador Pedro Rossellų y su Partido Nuevo Progresista (anexionista), ni el formidable aparato colonial de dominación cultural e ideológica, han podido doblegar a los boricuas.

Rosselló, que no había conseguido en dos intentos durante su mandato que sus paisanos votaran por convertirse en otra estrella en la bandera de la Unión Americana, negoció con Clinton la reanudación de los bombardeos a cambio de que éste impulsara de nuevo la revisión del status político de Puerto Rico. Hasta ese momento, había simulado acompañar el clamor de ni una bomba más.

El movimiento por Vieques, sin un líder único pero con cientos de activistas, sin una dirección formal pero sorprendentemente cohesionado y abarcando un arcoiris de fuerzas que va desde el independentismo moderado hasta el de orientación socialista, de los católicos a los protestantes con casi la totalidad de sus jerarquías, de los sindicatos y estudiantes a las organizaciones profesionales, de artistas como Danny Rivera a deportistas como el campeón de boxeo Tito Trinidad, de las ONG a partidos con representación parlamentaria como el Independentista y gran parte del Popular Democrático. De Vieques a San Juan, de los sitios más apartados de Puerto Rico a New York, Chicago y Connecticut, a Panamá, a Corea del Sur, a Gran Bretaña, la red de oposición a la presencia de las fuerzas navales conecta entre sí a los rebeldes y a sus simpatizantes en el mundo por Internet y teléfonos celulares.

El movimiento tiene el apoyo de importantes personalidades e instituciones en Estados Unidos, como el influyente Consejo de Iglesias.

Washington se rasga las vestiduras frente a los díscolos nativos alegando que la Flota del Atlántico no tiene otro lugar donde realizar los ejercicios para conservar la disposición combativa de sus fuerzas aeronavales y del cuerpo de marines . Por lo tanto, truena, el uso de Vieques es una cuestión de seguridad nacional. No importan la opinión contraria casi unánime de los viequenses y de los boricuas, ni que los bombardeos hayan ocasionado severos daños a la salud y al equilibrio ecológico de la isla Nena, como es llamado poíticamente el que fuera una vez uno de los parajes paradisiacos de las Antillas. No importa que la parte de Vieques donde se realizan los ejercicios haya quedado convertida virtualmente en un paisaje lunar, que los arrecifes de coral y los bancos de peces hayan sido irreparablemente dañados, que la tasa de cáncer sea 27 por ciento más alta que en la Isla Grande. Cosas menores frente a la seguridad imperial.

Como en otros rincones de nuestra América, acentuadamente en las nuevas luchas por los derechos indígenas, el movimiento por Vieques enarbola la dignidad y los principios frente a la arrogancia y el desprecio de los valores humanistas; la ética frente al cálculo convenenciero. Prefigura la creatividad, la proyección internacionalista y el lozano aliento moral que adoptarán ųque ya adoptanų las luchas populares bajo la globalización neoliberal.

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