MIERCOLES 12 DE JULIO DE 2000
Niños de la calle
* Arnoldo Kraus *
Niños de la calle. Y antes, Ƒde quién? Niñas de la calle. Y ahora, Ƒde quiénes? Niños de la calle. ƑY las estructuras religión, sociedad, gobierno? Niños de la calle es un término que gira entre lo moderno y lo posmoderno. Es un concepto sin homonimias, cuya definición escapa las palabras. Es una circunstancia en la que violencia, abandono y olvido hermanan.
Niños de la calle es un diagnóstico que dibuja la ausencia de una situación normal y que abarca un grupo que no pertenece a ningún otro grupo, es una parte de la condición humana que semeja lo humano pero que no es idéntico. Es un nuevo espacio del sufrimiento del cual no se han ocupado los filósofos. Son una forma de cuestionar el ojo de Dios.
Los niños de las calles son sumas y sumas y sumas. No hay restas. En su matemática circulan incontables episodios: se desconoce, con frecuencia, el paradero de los padres, saben del hoy y no del mañana, son objetos sexuales ųentre cuatro y cinco ''encuentros'' por día, según los expertosų, ingieren menos proteína que cualquier mascota casera, adquieren el sida u otras enfermedades de transmisión sexual antes que otras comunidades ųsalvo los neonatos africanosų, son enemigos de casi todos y amigos de casi nadie. Se es, pero no se es.
El concepto debe parafrasearse en negativo: es más lo que nunca se fue, lo que nunca se tuvo, que lo que se tiene. Un hueco sin relleno. Niños de la calle es un movimiento que ha crecido sobre todo en grandes ciudades, en las avenidas del mundo moderno, en donde su presencia contrasta con la abundancia tecnológica. Son una forma de productos reciclables; nunca se acaban, son iguales, nunca faltan, son desechables. Suelen ser menos visibles en pueblos pequeños, quizá porque ahí lo humano sigue siendo idea vigente.
Su número se desconoce. Es muy probable que sean ''millones''. Las comillas siempre han sido un espacio bienhechor: permiten la inexactitud, suavizan la verdad, protegen contra la duda. Las niñas y niños de la calle son, Ƒentre comillas? Pertenecen a ese subgrupo de incensables: sin casa, sin afiliación escolar o partidista, sin púlpito en las iglesias, sin autopsia cuando mueren. Escapan toda estadística. Ver uno es como ver a todos. Molestan tanto a tantos, que por eso no figuran en los censos.
En algunas de las cloacas se les huele antes de observarlos. Se les oye, aunque quedo, antes de saber que sí se mueven. Todo es lento: el cemento es su mejor amigo. Les permite sobrevivir. Lo inhalan, para sentir que el frío cala menos y que la depresión, el hambre y el abandono no duelen tanto. Para ellos, el cemento u otras sustancias son supervivencia. No se llega al mundo de las niñas niños de la calle en pos de esas aventuras: el tóxico se vuelve imprescindible por tanta miseria.
Estos infantes son baratos. Sostienen los expertos que la cifra requerida para educar y alimentar a todos los niños de la calle del planeta es menor que lo que se gasta en Europa cada año en helados y la quinta parte de lo que se invierte anualmente en golf. No tengo el dato, pero, Ƒcuánto vale el día de una niña de la calle? ƑCinco pesos?, Ƒseis?, Ƒsiete?
El inicio de este fenómeno se concatena con el incremento de la población, de la miseria, de los fenómenos migratorios del campo a las grandes urbes, con la falta de empleo, con la ruptura de los lazos familiares. Su presencia, antes poco común, ahora es cotidianidad. Son, en muchos sentidos, espejo del devenir societario. ƑQuién no está implicado en esta tragedia? Inquietan por igual su número, sus circunstancias y la ausencia de esperanza.
Bruce Harris, director de la Casa Alianza, en Costa Rica, sostiene que ''mientras la enfermedad y la violencia son responsables de la muerte de muchos niños de la calle anónimos, el mayor asesino es la indiferencia mundial''. A la observación anterior, agrego que esa misma indiferencia, aunada a la descomposición social y moral de la comunidad, fermentan la generación de estos niños.
Para la mayoría de los niños de la calle la vida es un castigo. Quizá su interpretación de la vida difiera de la nuestra, pero no dudo que su vivir es un padecer constante plagado de destrozos. A esas mermas deben incorporarse la crueldad, el olvido y la apatía de las mayorías, situaciones que duplican el sufrimiento y cierran cualquier puerta al futuro. Entre mayor la amnesia y el oprobio, mayor la posibilidad de violencia y menos la de readaptación social. Los niños (as) de la calle son otro resumen de la humanidad. *