JUEVES 13 DE JULIO DE 2000
* Hace una autocrítica, tras la sacudida electoral que sufrió su partido el 2 de julio
El PRD reaccionó tarde: Imaz
* Incidieron varios factores, pero no se debe buscar culpables y cortar cabezas, afirma el dirigente
Raúl Llanos Samaniego * Para el dirigente del PRD capitalino, Carlos Imaz Gispert, la "sacudida" que sufrió el partido durante las elecciones del pasado 2 de julio, cuando perdió terreno en esta ciudad, no puede explicarse sólo por un hecho concreto ni bajo la lógica de buscar culpables y cortar cabezas, o porque haya "traidores o ineficiencias".
Lo primero que se tiene que hacer, dijo, es un "ejercicio profundo de análisis, de reflexión colectiva, de discusión política y de dimensionar los hechos", y establecer entonces un acercamiento a lo que pasó y explicar por qué "nosotros golpeamos y golpeamos la pared y de repente llega un tipo (Vicente Fox), se recargó y se cayó la pared, y saber por qué no fuimos nosotros los que nos recargamos en la pared".
En entrevista con La Jornada, el líder perredista reconoce que a más de 10 días de las elecciones "no hemos tenido tiempo de serenar la situación; no han terminado de serenarse las cosas para hacer los análisis más en frío".
El presidente del Comité Ejecutivo del PRD capitalino reconoce que el partido, a niveles nacional y local, no ha logrado superar un lastre: el alejamiento ante la gente, de la sensibilidad social. "Estamos discutiendo hacia adentro la construcción de fuerzas políticas, la consolidación de grupos y corrientes, y estamos olvidándonos de la percepción de lo que afuera sucede, y a pesar de que se haya incrementado el número de militantes, eso no significa que estemos más cerca de la ciudadanía.
"Nuestra gente está discutiendo puestos, no políticas públicas, y cuando discutes el poder en sí mismo y no el poder para qué, entonces pierdes esa percepción de la sociedad; tenemos esa proclividad enorme a entender la política como la conquista de espacios internos del partido".
Ese error, añade, que ha venido repitiendo el partido, también lo debilita. Frente a esa circunstancia, "no se trata de que rueden cabezas, sino de que esas cabezas piensen para entender el fenómeno que se ha vivido y la dinámica en la que se vio sumergido" el sol azteca.
Imaz menciona que fueron varios los factores que impactaron finalmente al PRD en las urnas, tales como la campaña de acoso y difamación que enfrentó el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, y frente a lo cual el partido "reaccionó tarde".
Explica: "Cárdenas fue el político más acosado, acusado, asediado, difamado, que haya habido en la historia moderna de México; no creo que a ningún otro político en este país se le haya acusado de asesinato en una televisora, lo que generó campañas multimillonarias en su contra, y eso impactó no sólo en el DF sino en todo el país.
"Ante ello, el PRD tardó en reaccionar, tardó en darse cuenta de las dimensiones del acoso, y empezó tarde su campaña" de respuesta, pero a nivel nacional "no hubo una respuesta con la misma energía". Faltó agresividad, meterse al conflicto, atraversarse en esa campaña y salir haciendo definiciones que no se hicieron en los primeros dos años de gobierno en esta capital, considera.
--ƑA qué se debió la actitud del CEN perredista? ƑNo hubo la coordinación necesaria para hacer frente a esos ataques?
--Las dinámicas eran distintas. El partido, a nivel nacional no estaba viendo hacia fuera, sino hacia adentro.
--ƑY en el caso del Gobierno capitalino?
--Se subestimó el impacto que podían tener los medios de comunicación, cuando había que estar tomando posiciones y enfrentando las campañas.
"Si alguien se la pasa aventándole caca al ventilador pues salpica, y le estuvieron echando caca al ventilador, y por más que tú seas una gente honesta, consistente, como es el caso del ingeniero Cárdenas, pues te están salpicando; ahí no hay otra manera de que no suceda la mancha, y es permanente".
Cita, además, las elecciones internas del 14 de noviembre de 1999, que fueron un momento "muy grave" para el partido, pues al tomarse la decisión de anularlas a nivel nacional se volteó el asunto contra el partido en esta capital, lo que tuvo finalmente un impacto negativo. "Fue un enorme desgaste para el perredismo en esta ciudad, pues se generaron sentimientos encontrados; por un lado un cúmulo muy grande de irregularidades, pero al mismo tiempo la satisfacción de que esas cosas no se permitirían en el partido".
Ahí el costo político, el desgaste en la autoridad moral del partido fue alto, y se logró contrarrestar con nuevas elecciones, sólo que en este caso el hecho positivo --de ir nuevamente a las urnas-- no tuvo la misma difusión en los medios de comunicación que el hecho negativo, y con ello "se da otro golpe en contra, aunque a pesar de esa actitud de los medios, tenemos que aceptar que fue un hecho que provocamos nosotros", añade el líder perredista.
Más adelante, comenta que es necesario dimensionar los hechos para saber qué ocurrió en algunas delegaciones, en las cuales "hubo candidatos que dejaron el pellejo y no ganaron, y otros que poco hicieron y ganaron por el trabajo en conjunto, es decir, hubo quienes ganaron sin tener la culpa y otros que perdieron sin tener la culpa, pero hay que dimensionar todo eso sin pretender cargarle culpas a alguien".
Entonces, acota Imaz Gispert, todo este panorama obliga a ese ejercicio de reflexión interna, que requiere ser abierta a la sociedad, pues a pesar de que el 2 de julio se pudo librar el problema, éste no ha sido resuelto, por lo que se tendrá que separar los saldos positivos de los negativos y empezar a modificar las actitudes, los comportamientos y las dinámicas en las que se encuentra el partido.
Aclara que a pesar de las campañas en contra, los conflictos internos, la parálisis que se vio en términos nacionales, "la bandera perredista ondea a toda asta en el Gobierno de la ciudad de México".